La ex regidora panista de la capital, Leticia de Jesús Gómez Gómez, calificó de misógino y practicar la violencia de género al presidente del comité estatal del PAN, Xavier Azuara Zúñiga. En su momento se opuso a que llegara al cargo por el hecho de ser mujer. Pero también buscó bloquearla para favorecer al entonces presidente del comité municipal del PAN, José Antonio Zapata Meraz. Para conseguir sus propósitos, sin éxito, visitó al ex edil, Mario García Valdés, para que la destituyera del puesto. Se negó. Argumentó que la víctima llegó por un mandato superior y no quería tener problemas.
La regidora titular, Nadia Rangel había solicitado licencia para postularse candidata a diputada local por el quinto distrito local. Le conceden permiso. Debió relevarla la suplente, Teresa Corripio, que por problemas familiares, no puede asumir el puesto. Por razones de género, la vacante le corresponde a una mujer. Gómez está en el octavo lugar. Se le cruzó oportunista Zapata Meras. La afectada se inconforma, promueve un juicio para que se respeten sus derechos políticos.
“Le reclamo a Zapata que dónde están sus trenzas. El Consejo Estatal Electoral determina que yo asuma el puesto. Lo quitan a los 11 días. Tampoco podía quedar el que estaba en el lugar 7, David Hernández, que entendió el mensaje desde un principio. Azuara y Zapata son misóginos porque no me dejaban llegar. Trabajé mucho para ayudarlos. Los llevé a mi distrito con la militancia. El partido se ofreció para ayudarme. Nunca lo hicieron. Me quisieron cobrar la cuota y me negué. La regiduría la conseguí por mis propios medios. Otras personas me ayudaron y se los agradezco. Si llego dar una cuota, será para beneficio social. Pero ya no promulgo con tales doctrinas. Son personas hipócritas, capaces de todo. Ahora soy libre de irme al partico que quiera o estar como independiente”.
Narró que Azuara utiliza a las personas para sus intereses. Tiene doble cara. La mostró al impulsar para el manejo la Junta de Coordinación Política a la diputada Xítlalic Sánchez Servín a la que denostó su colega del PRI, José Luis Romero Calzada, que incitó a la violencia de género, al restregarle que no iba a alcanzar el puesto. La desplazó Enrique Flores. Gómez apoyó a Azuara como candidato a la alcaldía con brigadas a pesar de que no era de sus simpatías. «Me había inclinado por el ex legislador Miguel Maza. Al perder nos fuimos con Azuara. Le aclaramos que lo íbamos a respaldar porque nos lo pidió Maza. Cuando supe que iba a competir contra Ricardo Gallardo Juárez, concluí que no ganaría. Solo lo inflaron como cereal. Ni siquiera con el respaldo del ex gobernador Marcelo de los Santos se iba a imponer. O le salió al revés. Fue diputado federal, pero no es lo mismo que presidente municipal. Es mucha tarea y no está preparado. Debió olvidarse y no competir. Además el PAN está fragmentando y no lograría nada”.
Resaltó que su partido siempre ha estado dividido en por grupos que solo cuidan su beneficio. Tales diferencias incidieron en los últimos tropiezos del activista Alejandro Zapata al tratar de ganar la alcaldía y la gubernatura. Lo mismo le pasó a la senadora Sonia Mendoza, que fue derrotada por el actual mandatario, Juan Manuel Carreras. “En política hay muchas sorpresas. Muchos fingen apoyar. Algunos venden informes para perjudicar a otros. La oriunda de Matehuala no tuvo respaldo por ser mujer. Son misóginos. Están enfermos. Falta sumar que muchos son huastecos como Azuara. Tienen arraigadas las costumbres donde la mujer no tiene tanta voz ni voto. Siempre están están detrás del hombre».
Gómez no pudo seguir de cerca el conflicto de la basura con la empresa Vigue, ya que volvió a los litigios con Nadia Rangel que decidió regresar como regidora, después de ser derrotada. “Se miró en la banca. Mis consejeros dejan perder el asunto, le dan el fallo y gana. Es la que termina la regiduría los últimos dos meses. Lo hizo porque Azuara la manipuló. Aunque no era no era de su grupo y nunca la habían juntado. Se dejó influenciar con alguna promesa tonta. La consideré una persona sensata, pero me equivoqué. Mis abogado fue Alberto Rojo Zavaleta. Se dejó ganar porque no me dejé acosar por parte de su ayudante, Rodolfo Morales. Un novato al que delegó mi caso. Comparado con su jefe, no tenía experiencia. Le dije a Rojo que mejor me hubiera perseguido por su cuenta. Cuando estuvo como delegado del Instituto Nacional de Migración, lo acusaron de hostigar a hondureñas. «El acoso no distingue partidos, posición social, ni edad. A los potosinos les falta madurar. No están preparados para que llegue una mujer a gobernar, ya que prevalece el machismo».