Después de un plantón de varias semanas frente al edificio central de la universidad autónoma, que inició en octubre del 2024, el doctor en derechos humanos, Francisco Parra Barbosa, optó demandar a la institución, ya que se negaron a reinstalarlo a sus cátedras en la escuela de leyes, que impartía desde el 2008. También lo corrieron de manera ilícita, sin darle alternativa de defensa, del Observatorio Universitario de Equidad y Género, donde laboró a partir del 2013. Además, lo quitaron de la Defensoría de Derechos Humanos Universitarios, en la que inició en el 2022. El sustrato de sus tropiezos se explica por el doble juego de su ex jefa, Urenda Queletzú Navarro Sánchez, quien le dio permiso de ausentarse, pero después lo negó de manera sistemática. El objetivo, dejarlo fuera y quedarse con su trabajo teórico, académico y adminsitrativo, lo que le permitió ascender a abogada de la institución. Ejercer un férreo control sobre el rector Alejandro Zermeño, al que ya planea, relevarlo.
“Solicité un permiso a la titular de la Defensoría de los Derechos Universitarios, Urenda Navarro. Inició el 25 de abril del 2022. Mi cargo era de asistente. En cuanto a las clases de derecho, aun no iniciaba mi semestre, solo imparto de agosto a diciembre. El director es Germán Pedroza. La licencia es un derecho que tenemos los trabajadores, hasta dos veces al año, para atender asuntos personales, académicos o de cualquier otra naturaleza. Es sin goce de sueldo. Tengo el escrito donde pedí ausentarme y los demás documentos requeridos. Incluso, la contestación aclaratoria de Navarro. Pero en septiembre del mismo año, le informó al secretario de la universidad, Federico Garza, que ya no me lo otorgaba. Me dicen que se revocó y regreso de inmediato para reincorporarme a las tareas diarias. Es cuando la propia Navarro me impide volver. Elaboro un escrito donde narro, me negaron el acceso. Sellado y firmado en la misma defensoría, en el área administrativa de desarrollo humano y en la oficina del secretario. Entonces era Joel de Anda. En el mismo septiembre, dejan de pagarme en la facultad de derecho, sin motivo. Doy parte en lo inmediato al director de la facultad, Pedroza y mi representante sindical, Carlos Arreola”.
“Nunca había tratado a Navarro en la vida. Me he dedicado a lo mío. Al contrario, se volcó de manera gratuita a perseguirme. Me entero de su existencia, cuando fui invitado a colaborar en Fortalecimiento Humano en el 2013, para hacerme cargo del programa de derechos humanos de la universidad autónoma. Trabajé en conjunto con el Observatorio Universitario de Equidad y Género. Es donde supe que existen dos personas, Oresta López y Urenda Navarro. Provenían del Colegio de San Luis, con fama de robarse los trabajos académicos de otras personas. Les ponen su nombre, usan a los demás y las instituciones, para su beneficio. Estaban enojadas con las compañeras, porque se negaron a aplicar encuestas, que de manera arbitraria, les ordenaron levantar en todas las carreras. Es dónde nace el odio de Navarro hacia mí y los demás integrantes del departamento. La que hizo crecer a Navarro fue el ex director de la facultad de derecho, Fernando Sánchez Lárraga, ya que le abrió una oficina adjunta, como mediadora. La llenó de clases hasta darle tiempo completo”.
“Entonces se usaba, entre profesores e investigadores, rodearse de un harem. Era lo que se estiló por décadas. Me enteré que Navarro aprovechó cualquier foro para decir que el observatorio y la defensoría, no servían de nada. En el 2016, de manera gandalla, Federico Garza intentó apropiarse de nuestra iniciativa. Por fortuna, el director de Fortalecimiento Humano, el maestro Víctor Arreguín, habló con el entonces rector, Fermín del Villar y lo hizo a un lado. Pero después, Sánchez Lárraga, otro zopilote, se trepó en nuestro trabajo. Logró que le dieran la defensoría, ya armada. Yo fui quien elaboró el reglamento y mi jefe, Arreguín, lo supervisaba. Socializamos en todas las facultades el proyecto. Me reuní con los directores, consejeros alumnos y maestros. Fue una labor titánica. Cuando el documento ejecutivo lo iba a aprobar el Consejo Directivo Universitario, con sorpresa, leímos que pusieron su nombre, Federico Garza, Fernando Sánchez Lárraga y Urenda Navarro, como autores. Al final, el del maestro Víctor Arreguín y el mío, como colaboradores. Fue una canallada”.
“Navarro es una manipuladora. Usa el discurso de género para trepar a cargos públicos y posiciones. Es una vividora que hace mucho ruido, pero carece de conocimientos y escrúpulos. Es como se ha abierto paso. Es muy violenta cuando habla y apantalla a los tontos, que se impresionan por sus desplantes. No es conocida como una profesora querida ni una investigadora brillante. Surgió por acercarse a Sánchez Lárraga, que la catapultó. Como ahora sucede con el rector Alejandro Zermeño, al que engañó, al decirle, haber creado la defensoría, en plena pandemia, cuando todos estábamos resguardados. El oftalmólogo fue electo en abril del 2020. Aprovechó el momento, asociada con Sánchez Lárraga, quien le heredó la instancia. Nos hizo a un lado a los demás. Por desgracia, mi jefe, el maestro Arreguín, ya se había jubilado, en noviembre del 2018. El resto de los que integramos la directiva, tuvimos que sacar el trabajo. Nos quedamos descobijados. Fue cuando Sánchez aprovechó para imponer a su cómplice. Nos quitó el organismo y desapareció el observatorio. Era tanta su rabia, que logró correr a mis compañeras. Una solicitó cambio de adscripción a servicios escolares. Otras dos pidieron licencia para hacer estudios de doctorado. La secretaria, Francisca López, mejor se jubiló. A la señora del aseo, doña Mary, le hizo la vida imposible”.
Parra alude a los ataques sistemáticos y viscerales que Navarro y sus allegadas usan para desacreditarlo, cada vez que hace protestas públicas, donde expone las violaciones a sus garantías constitucionales. “Le cuento lo que pasó de manera breve, porque se han dicho tantas mentiras. Soy el mayor de cuatro hijos. La menor falleció cuando tenía 8 años. Solo quedamos tres. Desde los 12 años, me dediqué a trabajar, para ayudarle a mis padres. Mis otras dos hermanas, la que sigue de mí, se hizo cargo del aseo y preparar los alimentos. La otra, Estela Parra, nunca hizo nada. Siempre nos robó, es muy agresiva. Mi madre nunca quiso internarla en el hospital psiquiátrico, a pesar de las prescripciones médicas. Durante años soportamos su mal carácter y desplantes. Se le disculpaba por ser parte de la familia y tenerle consideraciones. Se casó en el 2007. Creímos que nos habíamos liberado de sus excesos. Los choques con su esposo Eduardo Arturo Picazzo Godoy, nos tenían hartos. Interpuso una denuncia penal contra su cónyuge, donde acepta que yo la rescaté. Era frecuente, tener que salvarla de su marido los fines de semana, ya que le daba severas golpizas. Ambos se pegaban. Una vez abandonó al menor de sus hijos en un taxi. En noviembre del 2018, acudió a mi casa, a solicitar auxilio. Denunció que su consorte, la aventó por las escaleras, violarla y lastimarla. Entonces me iba a cambiar de casa. Me pidió que le dejara el aposento. Pero mis padres intercedieron para ayudarla. Le aconsejaron solicitar el divorcio y hacer una vida nueva. Fue un acuerdo. Pasó un año con ocho meses y siguió ligada a Picazzo. No le exigió nada, pero vaciaba las despensas de mis progenitores. No pagaba renta, no aportaba un peso y explotaba como criados a mis papás”.
“Mi madre me había pedido muchas veces, decirle, se saliera de la casa. Respondió que era su vivienda y no tenía más a dónde ir. El 16 de julio del 2020, tenía mucho tiempo que no iba a la casa de mis progenitores, para no discutir con mi hermana, por su mal carácter. Era cumpleaños de mi madre, le llevé un pastel muy temprano. Le dejé a mis dos hijos pequeños. Mi otra hermana, que no vive en San Luis, también estuvo de visita. Les pidió a mis padres, si podía encargarles a una de sus hijas, adolescente, porque buscó estudiar pedagogía. Le dijeron que sí. Le pidieron Estela, desocupar uno de los cuartos de la planta superior, para mi sobrina. Se negó y la corrió. Por la noche regresé y fue cuando sucedió el incidente. Yo solo iba por mis hijos. Mi madre me pidió lavarme las manos. Pasé al fondo de la casa. Entonces escucho gritos. Miro a Estela que tira a mi mamá al piso. Se le va encima. Mi padre, la otra hermana, Martha y yo, apenas contuvimos a la violenta atacante. La echamos a la calle por órdenes de mi madre. Pidió que la sacáramos, pues ya no la aguantaba. Es lo que sucedió”.
“Junto con Picazzo Godoy, me amenazaron, dijeron que me iba a quemar, para perder mis trabajos, en derechos humanos y el observatorio universitario. Lo que consiguieron. Tenían todo planeado. Mi hermana padece algo que se llama, Trastorno Narcicista de la Personalidad. Es una sociópata. Fue un jueves por la noche. El sábado 18 de julio, publicó en su Facebook, que le rompí el cráneo, el cuello y el coxis. Es falso. Se fue a internar por su propia voluntad el 17 de julio, al hospital del Issste, por la presión alta y diabetes. Tengo notas del médico legista que la dio de alta cinco días después, sin fracturas. La remitió a psiquiatría. Urenda Navarro y sus aliadas, han mentido y manipulado durante años, los hechos, para hacerme a un lado”.
-¿Navarro es conflictiva?
-Exacto, es muy conflictiva. Es traidora y desleal, manipula a todo mundo para trepar sobre las personas. Y desde los cargos públicos o universitarios, actuar de manera deshonesta y muy corrupta. Es una pena que ocupe los cargos que ha tenido, porque los pervierte. Ha usado en mi contra a muchas personas. Es por lo que he luchado para defender mi base y clases. No hice nada de lo que deba avergonzarme. Protegí a mi madre, una anciana de 70 años, ciega, porque tiene glaucoma, abusada por una hija sociópata, que buscó echarla de su propia casa. No le causamos daño. La sacamos entre mi padre y mi otra hermana Marta. Lo demás, son falsedades. Estela nos denunció a todos. No procedió porque no hay evidencias. Mis padres también la denunciaron y si hubo acciones. Emitieron una medida restrictiva por el peligro contra mis papás.
“Urenda Navarro, en la universidad, ha patrocinado a personajes, como un tal Jorge Mascareño Cuervo, El Buchi, secretario particular de Zermeño y otras activistas, para que vayan a pintar la fachada del edificio central. Lo hicieron en múltiples ocasiones, durante el mandato del rector Fermín Villar. Ahora que está Zermeño, es misterioso, no hay aerosoles. Navarro es la abogada institucional. La pregunta es si el propio Zermeño estuvo detrás de Navarro, contra el anterior rector o se asociaron para exhibirlo. El ahora secretario, Federico Garza, era antes fiscal del estado y nunca actuó contra las vándalas. Es decir, los actuales beneficiados, se hicieron de la vista gorda antes. Hoy ocupan cargos universitarios y las revoltosas desaparecieron. No se vale, hayan afectado a los que desarrollamos un trabajo serio y profesional. Nos marginaron a los que formamos el observatorio. No somos improvisados en la materia de género y derechos humanos. Navarro sí. Es literal, una porra. Es decir, una mercenaria a la que el rector Zermeño le paga sus perversos trabajos sucios. Es lamentable. No respeta nada. Tuvo la desfachatez de usar una tragedia familiar para golpearme. El hecho de violencia contra mi madre, ocurrió en su casa, en la noche, en etapa de pandemia. Era mi época de vacaciones. Un asunto familiar, pero Navarro lo exhibió como si hubiera sido en la universidad. O actuado en ejercicio de mis funciones, comisionado por la institución. Carece de escrúpulos la fulana, es muy artera”.
“Mascareño tiene injerencia en el portal informativo Astrolabio y Antena San Luis. Es decir, desde la universidad, han usado recursos públicos para atacarme a través de dos medios. Navarro y Mascareño lanzaron una campaña mediática para llenarme de lodo. Lo viví antes en el 2020 y ahora de nuevo, durante el tiempo que estuve en el plantón, se me vinieron encima las mercenarias que controla Navarro. Es la que estira la cadena. Zermeño ha actuado como un manipulado por la señora, lo cual es vergonzoso, dada su investidura. Parece un guiñapo de su funcionaria. Mi base se la repartieron como un botín. En mi lugar, metió a tres personas, donde figura una Beatriz Aguilera, muy cercana en los afectos de Sánchez Lárraga. Entiendo, como pago de favores. En su oficina como abogada de la universidad, Navarro hace lo que se le antoja. Usa como perro guardián al litigante Roberto Durán Cobos, que antes pregonó ser anti feminista. Ahora es el primero que apoya a las mujeres. Ya lo había corrido, pero llevó a su mamá a lloriquear, para que lo dejaran”.
-En el tiempo que Zermeño fue director de medicina, hubo múltiples situaciones de acoso sexual y no hizo nada para sancionar a los responsables.
-Es cierto. Las denuncias las orquestó Navarro. Es donde empezó a someterlo. Generan un pacto criminal para asaltar la rectoría y repartirse los puestos.
-¿Zermeño no le debe el cargo al cacique Jaime Valle?
-Es parte del grupo, porque su hija, Cinthia Valle, es secretaria de difusión cultural. Tiene uno de los sueldos más altos, 117 mil pesos mensuales. Se menciona como la próxima candidata a rectora. Hubo una reforma que obliga a elegir una mujer en las siguientes votaciones. Como director de medicina, Zermeño nunca invitó al observatorio, para dar un curso, plática, ni permitió que se promoviera el protocolo contra el acoso y el hostigamiento, en todo el periodo que estuvo al frente. Fue opaco y cerrado. Luego, al asumir como rector, se rasgó las vestiduras, enarboló las banderas de la equidad de género y derechos humanos. Es un mentiroso. No tiene el perfil académico ni la fuerza ética para ocupar el puesto, que compró y paga favores. Tengo datos de otros compañeros que fueron despedidos de manera arbitraria en Valles y edificio central. Dejaron de pagarles. También a un sinnúmero de trabajadores de intendencia, que no les dan la base, a pesar de tener 10 años de laborar. Por tanto, les niegan las prestaciones, como aguinaldo, vacaciones. En mi caso, sigo adelante con la demanda a la universidad, ante el tribunal laboral. Me deben de resolver. No me detendré, aunque sea un largo recorrido judicial.