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Gallardo destapa a candidatos a alcaldes de Soledad y la capital, para exponerlos al desgaste prematuro

Sin respetar la investidura de la alcalde de Soledad, Leonor Noyola Cervantes, a la que le ha quitado más de mil millones de pesos del presupuesto, para hacer obras que nadie le pide y obtener pingues ganancias individuales, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona aprovechó el contexto del segundo informe de actividades de la edil, a la que pisotea cada rato en público, para hacer destapes políticos, fuera de los tiempos electorales y abusar de su figura para hacer proselitismo que ayuda sus alfiles.

Indicó que podría suceder a Noyola el diputado federal del Verde Ecologista, Juan Manuel Navarro, al que comisionó para cobrar sobornos que podrían oscilar entre el 100 y 100%. En caso de que haya una auditoría a las obras caras y de pésima calidad, será el que cubra los platos rotos. Pero Navarro tiene fama de perdedor. Aunque siempre lo ha usado para encabezar el área de desarrollo social, mordió el polvo cuando buscó ser diputado local, ante la abanderada de Movimiento Ciudadano, Paola Arreola, que luego se coló como actual regidora. Gallardo usó el tiempo y espacio de Noyola para ventilar que otra de sus predilectas para buscar la alcaldía de la capital, después del burro “Cleofas”, es la diputada federal, Sonia Mendoza, a la que antes le hizo un fraude de estado, para que ganara la gubernatura el priista Juan Manuel Carreras López, al que acusó de robarse 20 mil millones de pesos. Encabezar la “herencia maldita”, pero no ejercer ninguna querella penal en su contra.

Gallardo se burla cada rato del secretario de fomento económico, Juan Carlos Valladares, al que volvió a ubicar en la picota. A los tres los lanza al ruedo para exponerlos al desgaste prematuro. En otras ocasiones, ha externado que el principal aspirante es el encardo de desarrollo social, Ignacio Segura Morquecho, al que ha revestido de morbo al pintarlo como “símbolo sexual”. Es otro de sus cómplices en el fraudulento reparto de despensas y programas clientelares. Gallardo anunció que dará otro informe de gestiones en las cuatro zonas del estado, donde se convertirá en el mega alcalde de San Luis, para quitarle a los anfitriones su momento de gloria, el único gran momento para convivir con sus votantes. Ya saben a qué atenerse.

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Gabino Morales contradice las tesis de gobierno de López Obrador

La invitación al cumpleaños del super delegado federal Gabino Morales circuló profusa en las redes sociales. La bacanal al estilo del llamado “viejo PRI” se realizó en un jardín ubicado en la carretera a Zacatecas 105, colonia Saucito. Se estima que a la comilona fueron más de 300 invitados, que probaron distintos platillos y alcohol de todo tipo. Hasta los colaboradores cercanos al funcionario lo califican de fantoche y megalómano. Y dada su elevada soberbia, no se iba a quedar atrás del ostentoso festín que antes hizo en su boda el ex diputado federal de Morena, César Yáñez. Menos se iba a doblegar ante la masiva boda que organizó su rival político, el senador de Morena, oriundo de Tamazunchale, Primo Dothé.

Morales es el personaje más cercano en el ánimo del presidente Andrés Manuel López Obrador, al que cada rato decepciona y le genera molestos escándalos. Cuando el historiador Pablo Moctezuma lo coló en la nómina de Azcapotzalco, Morales fue denunciado de encabezar en horario de trabajo, en San Luis, grillas palaciegas. Como dirigente de Morena, dilapidó las prerrogativas en pachangas y en negocios con sus allegados. Usó el erario para ahogar cualquier queja de protesta, con lo que logró imponer como candidato a la gubernatura a su otrora mentor, Sergio Serrano, que ahora lo detesta. Ambos se gastaron las canonjías en su propio beneficio. A los demás contendientes, los dejaron en la quinta chilla. En la última contienda donde el tabasqueño arrasó, San Luis, bajo el mando de Morales y Serrano, en lugar de sumar, fueron auténticos estorbos.

Apenas fue designado enlace con el gobierno federal, Morales enseñó el cobre. Viaja constante en avión. En México, se mueve en automóvil del año con chofer las 24 horas para lo que se le antoje. Rápido se ensañó con sus correligionarias que lo encumbraron. Las trata con la punta del pie. Son putas y mal agradecidas. Aplastó y marginó a los que le hacen contrapeso. Como el empresario del ramo automotriz, Antonio Lorca, cercano al senador Ricardo Monreal, que vaticinó la pronta caída de Morales. En lugar de generar un clima de empatía para su jefe, logró que en dos visitas, lo recibieran con reclamos y enojos. Le gritaron que debía correrlo, por corrupto y cizañoso. La agenda del presidente se enrareció por los nulos oficios de su enclave. Pero en su visita a Cedral, ya no subió a su ineficaz ayudante al templete.

En su reciente viaje a Aquismón y Valles, con una cachucha de Morena encima, Morales se quiso hacer el gracioso ante su mecenas, que optó darle la espalda. Lo borró del mapa. Otro signo que anuncia nubarrones para el conflictivo funcionario, que mezcla el trabajo institucional con la politiquería. Está obsesionado en mangonear la bancada de Morena. Busca desplazar de la dirigencia estatal del partido a Serrano, al que le corrió de la oficialía mayor a su recomendada, Marcelina Oviedo. Ostentoso, derrochador, Morales invitó a la clase política a su onomástico. Se tomó fotos al lado del magnate Juan Carlos Valladares.

Por el fenómeno de la capilaridad y la ósmosis, ya hacen equipo en el mismo estrato social. El estilo del dispendio, Morales lo aprendió de su nuevo mentor, su consejero y biógrafo, el ex dirigente estatal del PRI, Jorge Arreola, al que no pudo colar como oficial mayor del poder legislativo. Para compensarlo, ya aceptó como brazo derecho al ex candidato a la alcaldía de Soledad, Carlos Arreola. Morales maneja a distancia a la diputada Paola Arreola, que trató de imponer como oficial mayor a su cuñado, Saúl González, esposo de su hermana, Adoración Arreola, a la que tiene de secretaria particular.

Mientras López Obrador pregona la humildad, frenar el derroche, no mezclar el aspecto gubernamental con las acciones partidistas y electorales, su delfín hace todo lo contrario. Lo pone en ridículo. Sabe que no puede recibir ningún regalo ostentoso y colocó una mesa con la frase recurrente de su patrocinador, Me canso ganso, para que lo compensaran. Hace lo que se antoja porque su padrino lo cubre con el manto de la impunidad. Morales es ya el primer colaborador neo fifí que arroja el mandato de López Obrador.

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Carreras, ahogado por facciones internas y el feroz protagonismo de Gallardo Juárez

Lo más sobresaliente del primer año de gestiones del gobernador Juan Manuel Carreras López fue garantizarle impunidad a su predecesor y mecenas, el galeno de bajísimo perfil, Fernando Toranzo Fernández. Cuando asumió el mando estableció que no iba a ser cómplice de corruptelas e impunidades. Fue lo que concretó para sepultar los incontables latrocinios de su todavía jefe, que lo hizo secretario del ramo educativo y lo puso en la contienda interna del PRI para ser ungido por el dedazo del presidente Enrique Peña Nieto. Sólo por su currículo académico, doctor en derecho, Carreras superó a los demás contendientes, pero era el más pusilánime. Al cobijo de la estructura económica y política que el garantizó su impulsor, dejó en el camino al bronco dirigente de la Confederación Nacional de Transportistas de México, Elías Dip Ramé. Al irascible magnate Juan Carlos Valladares. Al ex senador José Ramón Martell. Al ex diputado federal y actual cónsul en el condado de San Bernardino, California, Salomón Rosas, entre otros.

No existe una calle, un puente, una carretera, que se adjudique al desempeño de Carreras, que comparte el mando con infinidad de grupos políticos que le patrocinaron la campaña. Tiene de asfixiante contrapeso al dueño de los diarios Pulso y San Luis Hoy, Pablo Valladares, que le impuso como secretario de gobierno al ex director del periódico La Razón, Alejandro Leal Tobías, al que le atribuyen tener el control absoluto de las riendas. Lo que le permite hacer también varios negocios con el presupuesto. Gracias a sus influencias, su hermano, el contratista Guillermo Leal Tobías, acapara obras en diversos sectores. Otro impulsor secreto de Carreras, que también gira órdenes, es el maximato Horacio Sánchez Unzueta, que mantuvo como directora del consejo tutelar de menores a su esposa, Concepción Guadalupe Nava Calvillo. El ex mandatario de cuatro años es inamovible como encargado de regenerar el centro histórico, donde sólo ha generado estropicios con trabajos de dudosa calidad, caros y tardados.

Por su impericia, causó el cierre de decenas de comercios. Tampoco rinde cuentas claras de las cantidades millonarias que maneja. Además de Toranzo, se ha ventilado que también ejerce una gran influencia sobre Carreras el diputado federal Cándido Ochoa Rojas, al que al menos le debe no haberlo vetado. Se le ubica como el verdadero manejador del congreso local y poder judicial. Tapizó las dependencias estatales de incondicionales. A Ochoa lo llaman además el poder tras bambalinas. A Carreras lo limita el llamado Grupo Tamaulipas, esparcido en todo el gabinete. Antes se ubicó como cabecilla al ex director del centro de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, César García Coronado, que colocó sin ambages como titular de la Comisión Estatal del Agua a Jesús Alfonso Medina Salazar. Hizo secretario de agricultura a Manuel Alejandro Cambeses Ballina y delegado de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación al huasteco Gastón Santos Ward. Se especula que García coló al secretario de turismo, Arturo Esper Sulaimán, que también podría deberle el cargo a Sánchez Unzueta, que controla al director de los parques Tangamanga, Antonio Esper Bujaidar, padre del funcionario. En la legión extranjera destaca el oficial mayor, Elías Pecina Rodríguez, que opaca a su jefe con sus férreas decisiones. Se dice que lo controla por su habilidad discursiva como ministro protestante. En la misma tesitura se ubica al secretario de seguridad, el rebelde ex general Arturo Gutiérrez García y Alejandro Leal, entre más.

En forma prematura se ha establecido que Carreras es una copia fiel de Toranzo, lo que augura para los potosinos otro sexenio perdido. Pero todavía el cirujano lo supera, ya que por su conducta bipolar, explosiva e intestinal, se sacudió la tutela de Sánchez Unzueta, al correr del gabinete al que fuera su jefe de asesores, Juan José Rodríguez. Al consejero jurídico, Leonel Serrato Sánchez y al mismo cuñado de su mentor, el ex secretario de la Seduvop, Luis Alfonso Nava Calvillo. Parece que el fatalismo se ensañó con Carreras, que tiene al frente del ayuntamiento de la capital al polémico y exhibicionista alcalde del PRD, Ricardo Gallardo Juárez, quien desde el inicio del trienio apareció todos los días en las primeras planas de los diarios. Enemigo de la crítica, derrochador, prepotente, el edil se ha dedicado a hacer negocios con el erario. No licita las obras, las entrega a un grupo de prestanombres a los que cobra un elevado diezmo y las ejecuta con pésima calidad.

Gallardo se imagina intocable porque se coludió con el PRI para sacar a flote a Carreras. A través de un mega fraude en contra de la panista Sonia Mendoza, se estima que aportó más de 200 mil votos para evitar la inminente alternancia. Lo que valió también para lograr la libertad de su hijo Ricardo Gallardo Cardona, acusado de malversar 200 millones de pesos y tener presuntos vínculos con la delincuencia organizada. Con el empuje de sus protectores locales Sánchez Unzueta, Toranzo y Cándido Ochoa, Gallardo se volvió un fenómeno político que le permitió ganar los dos municipios más grandes de la entidad, varias curules locales y federales, que lo proyectan como el único y verdadero gobernador de San Luis. Aprovecha el perfil timorato de su vecino, al que tiene con un pie en el cuello. Lo utilizó de ornato cuando inauguró la llamada Feria Nacional de la Enchilada de Soledad y en el arranque del Festival de la Cantera, que desplazó al que antes hacían cada año los anteriores mandatarios. Pulverizado, Carreras ha optado por la penumbra. Se esconde de sus votantes en otros municipios, donde aparece como invitado de honor para inaugurar menguadas ferias regionales. Otro de sus aportes intrascendentes.

Ricardo Gallardo se ha convertido en un auténtico fenómeno político. Hizo factible la utopía de que el PRD ganara la capital, considerada un bastión exclusivo del PAN y PRD. Convirtió en añicos las predicciones de que su fracaso político era seguro, ya que Soledad no era San Luis. Al contrario, su capacidad corruptora le ha permitido establecer nuevas y sólidas alianzas con los barones del dinero, donde figura el boyante contratista Carlos López Medina, al que permite explotar el negocio del agua en sus fraccionamientos exclusivos, como una autoridad paralela. Antes se estilaba que los gobernadores pisoteaban al munícipe que tenían al frente. Lo hizo Marcelo de los Santos con Octavio Pedroza, al que provocó el llanto en público y lo obligó a volver a entregar unas motocicletas a los agentes viales. Toranzo desató una cacería brutal, ominosa, en contra de Victoria Labastida, que por patrocinar con fondos públicos la campaña presidencial de Peña Nieto, fue destapada candidata a senadora. Si ganaba, iba a poner en crisis los planes transexenales de Sánchez Unzueta. Carreras y Gallardo serían ahora parte del anecdotario. El controvertido alcalde salió a flote, no obstante tener en contra la dirigencia nacional de su partido, que lo acusó de ser el Abarca de la entidad. También superó a los demás partidos en las oscuras y denigrantes tareas del populismo. Y dará más sorpresas si busca relevar a Carreras por la vía independiente o adquiere la franquicia del Movimiento de Regeneración Nacional para hacer proselitismo en el 2018, vestido de demócrata, al lado del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador.