El único bronco que existe en el país se llama Jaime Rodríguez Calderón, sentencia el casi biógrafo del gobernador de Nuevo León, el ex cronista deportivo, Juventino Sánchez Rosales. Lo define como «un fenómeno. Cuando se decidió contender por la vía independiente, amarrado de pies y manos, le pidieron 3 mil firmas pero consiguó cerca de 400 mil. Fue un hecho insólito. Es un político atrevido que militó durante muchos años en varias organizaciones como el PRI donde fue dirigente de la Liga de Comunidades Agrarias, con el gobierno y partido en contra. Fue diputado local, federal, alcalde de García que adoptó como suyo, pues nació en la comunidad de Pablillo, en Galeana. Cuando era candidato, Los Zetas le dijeron que renunciara. Pero se aferró, luchó contra el partido, gobierno, grupo criminal y ganó con mucha diferencia a su contrincante. En el primer día de campaña, para amedrentarlo, le secuestran a uno de sus hijos. Busca y halla al que mandaba en el pueblo. Lo confronta. Encuentra su descendiente por la noche, sin ningún daño. Como edil desaparece otra vez su muchacho y lo encuentra muerto. Lo hizo con sus propios medios. Nadie le hizo caso. Tiene una corazonada de dónde puede estar la víctima. Va y lo localiza. Trataron de aparentar que fue un accidente. Abraza el cadáver y le promete que cambiará Nuevo León y México. Le arranca un escapulario y se lo pone. Nunca se lo ha quitado. Se presume que lo liquidaron por no renunciar a sus aspiraciones políticas. Hasta la fecha se le reconoce como el mejor munícipe de la zona. La gente lo ama. Eso es Jaime Rodríguez. Un hombre creyente que le teme a Dios».
«No tiene poses, no es un producto como otros que han surgido, es natural. En Nuevo León ya se notan los cambios. Se salió del PRI porque ya estaba hasta la madre. En uno de los atentados que sufrió, pidió auxilio. Le dijeron que se lo había buscado. No soportó tantas cochinadas. Lo dice: vomitó al PRI. Antes de irse de independiente, tuvo distintas ofertas políticas. No las aceptó porque ya no militará en ningún partido. La marca bronco no es un partido, es un hombre. Cuando anduvo en campaña le dijeron que estaba loco. Pero demostró con más de un millón de votos que es un ser cuerdo. Lo hizo sin dinero ni medios informativos. El cheque entregado por el organismo electoral lo regresó. Sostiene que es inmoral gastar los recursos en proselitismo. Es mejor usar el dinero para hacer obras. Se levanta a las 6 de la mañana y asea a Tornado, su caballo preferido, al que cepilla y monta. Vive en un departamento cerca del palacio. A veces camina o se va en una moto Italika que compró en abonos. En ocasiones come tortas o tacos. Es Jaime Rodríguez, no le gusta que le llamen gobernador. Exige le digan pinche bronco. Se toma fotos con la raza. Su esposa Adalina Teresa Martínez Dávalos es también una extraordinaria persona. Lo puedes mirar en la cama con sus hijos. Cuando está en el rancho, le echa agua al baño. La gente que lo ayuda lo quiere mucho. No es un hombre rico ni aspira a serlo. No vive con lujos. Es ingeniero agrónomo. Su negocio por más de 35 años fue cultivar plantas de ornato. Lo que tiene es por su trabajo. Le inventan que posee ranchos, lo que no es cierto. Y lo demuestra».
«Desde la campaña publicó su número celular en espectaculares para que le llamaran. Todo mundo lo puede buscar. A lo mejor no contesta al momento, pero lo hace cuando tiene tiempo, incluso los watshap. Le dice a la gente que le marquen a los funcionarios. En caso de no atenderlos, le digan, para chingarlos. Ha cumplido, ya corrió a varios. Apenas duerme cuatro horas, a veces menos. Es un personaje muy trabajador. Viene de abajo, de una cuna muy humilde. Conoció la luz eléctrica a los 15 años. Tampoco tenía televisión. Su padre hizo un gran esfuerzo para sacarlos adelante. La mayoría de sus hermanos son profesionistas. Ahora como mandatario, busca que todos vivan mejor. Es un fanático del facebook y que la ciudadanía se comunique a través del internet. No como las 100 computadoras que llevan a las escuelas pero no tienen luz. Es un experto en comunicación. Inteligente, atrevido, no lo detiene nada, con una historia verdadera, no inventada para poder vender. Su mamá se enojaba porque le decían bronco. Ahora la conocen como la madre del bronco. La gente no se puede dejar engañar con mentiras. Jaime Rodríguez no es pose, no tiene doble cara. Hizo una campaña política ciudadana, desde los zapatos y gusto de sus simpatizantes. La ciudadanía ya está hasta la madre, busca le digan lo que no entiende, porque quiere cambiar, despertar. Entiende cuando le hablan en su idioma y escucha lo que le interesa. Están cansados de cifras, de cuántas banquetas o luminarias se pondrán. Buscan que les hablen al corazón, los apapachen, les den una palmadita. Los políticos deben entender que llegaron a la silla gracias a los votantes. Pero el rol cambió. Lo primero que hacen es poner un escritorio y cerrar las puertas. En la campaña son otros, limpian mocos, acarician viejitos. Se toman la foto con libreros atrás y las mangas arremangadas para que digan que son trabajadores».
«No captan que el domingo de las elecciones, cargan una solicitud para que la sociedad diga si los acepta o no. En Nuevo León usó, entre otros, el lema si ya estás hasta el tronco, vota por el Bronco. También se dijo: no damos despensas, te damos tu libertad. ¿Se puede olvidar algo tan sencillo?. Es la nueva forma de comunicarse. Se le debe al equipo de Memo Rentería, un habitante de Baja California, osado, hocicón. Somos iguales de cabrones. No nos callamos. Implementó una nueva forma de hacer mensajes en México y otras partes del mundo. Se vinculó con Rodríguez a través de la empresa Memociones, que pertenece al mejor mercadólogo político de América Latina. Después de hacer muchas campañas en otras partes del mundo, trabajamos en la del presidente de Estados Unidos, Barak Obama. Manejamos algo para los grupos latinos, sobre el muro. Fue como nos tocó vincularnos al bronco. Nos sumamos antes de que decidiera participar como independiente. Siempre me ha gustado la política, me apasiona. Ahora que tengo la oportunidad de ayudar, estoy presente. No me inicié con Jaime Rodríguez. Estuve en varios estados y partidos. Saben de mí por la tremenda noticia del bronco. Nunca me he ido de San Luis, voy y vengo. Aquí viven mis hijos, padres y hermanos. Es dónde me quiero morir». Rosales negó que su jefe haya ganado por el respaldo de la elite financiera del norte. «Ni por abajo, encima ni ningún lado de la mesa le dieron algo. No le dispararon ni un six de cerveza. Se pueden colgar lo que quieran, pero a Jaime Rodríguez lo impulsó la gente, es la que cooperó. En la campaña no se regaló una bandera, pin, desayuno o taco. Las baderolas eran una sábanas partidas en cuatro que hizo un serigrafista con un palo de escoba»… continúa (tomado de la versión impresa, JUNIO 2016)