El torneo Guardianes 2020 para el club Atlético San Luis, representa una debacle en todos los ámbitos, al tener quizás, el peor desempeño de la escuadra local, por lo que la administración que encabeza Alberto Marrero, en su primer año, podría ser catalogada como un rotundo fracaso.
En lo deportivo, el club tunero, hasta la jornada 13, ocupaba el último lugar de la tabla general, con solo 2 victorias, 2 empates y 8 derrotas, para un acumulado de 8 unidades. Es la peor defensa del torneo, hasta la misma fecha, acumuló 23 goles en contra. En su ofensiva, el club dirigido por Memo Vázquez, también presenta deficiencias, aun cuando al inicio del torneo, se le apostó por reforzar la zona de ataque con la llegada de Mauro Quiroga, quien ha brillado por su ausencia. Llegó con la fama de estrella, que lo caracterizó y catapultó, como uno de los mejores delanteros en su pasado club Necaxa. La ofensiva auriazul ocupa la décima segunda delantera con solo 13 goles, un promedio pobre por partido.
Los aficionados y especialistas buscan a un culpable del déficit. Guillermo Vázquez pudiera serlo, ya que es el timonel del equipo. Sin embargo, la directiva optó por un cuerpo técnico dados los resultados positivos que manejaba en las anteriores escuadras. Con la aureola de ser discípulo de uno de los mejores técnicos, Ricardo Ferretti. Vázquez, antes de su acceso al cuadro potosino, tenía una efectividad que lo puso en la lista de los más efectivos. Con el Necaxa, una oncena de baja envergadura, logró alcanzar cuartos de final y semifinal.
Fue por lo que solicitó refuerzos que ya conocía, como Mauro Quiroga, de Necaxa y Pablo Barrera de Pumas, entre otros. Lo cierto es que no ha podido articular a sus alumnos. Los bajos resultados y falta de calidad también se dieron en otros jugadores que ingresaron, como Mauro Quiroga, proveniente del Necaxa. Tenía un promedio de gol del 90%, lo que lo ubicó como un feroz rompe redes.
Ahora se coloca en el lugar 35, con solo 3 anotaciones en 12 jornadas, lo que arroja el promedio de un gol cada 352 minutos. Lo mismo pasó con Pablo Barrera, que en Pumas se consolidó como un jugador que aportaba dinamismo y desequilibrio para el contrario. En el Atlético San Luis, Vázquez ha optado en varias ocasiones, usarlo de arranque, pero no brilla ni demuestra el potencial que antes lo caracterizó. Los jugadores longevos de la planilla, como Nicolás Ibáñez, un referente desde la etapa de ascenso, tampoco despierta. El argentino se ha desdibujado, hasta la jornada 12, apenas sumaba 3 anotaciones, con el promedio de un gol cada 250 minutos. La baja calidad no aqueja solo a los jugadores de renombre, abarca a toda la directiva, por su nula competencia.
No escapa de las culpas Marrero, quien no pudo formar un cuadro de calidad. Muestra del descalabro, podría ser el anuncio, a medio torneo, de la salida del director deportivo, Mario Abrante, cuya plaza ya no se ocupó. El desinterés del directivo se palpa en la hecatombe. Las acciones para mejorar el rumbo son nulas. Se suman a las promesas de no poder ampliar y remodelar el estadio Alfonso Lastras.
Luego se anunció el retiro de fondos, que auguran peores circunstancias. En caso de no cambiar el rumbo, se vislumbra un escenario de descenso y cubrir una multa de 120 millones de pesos, junto con los últimos 3 lugares. La debacle podría ser peor si la pandemia sigue. No tendría mayores ingresos para enfrentar el tropiezo.
Además, les llovió sobre mojado. Para el juego 13, el equipo pareció convertirse en hospital, por el gran número de bajas, debido a las lesiones de Fernando León, Nicolás Ibáñez, Felipe Gallegos, Anderson Julio, Pablo Barrera y Dionisio Escalante. Sin duda, una total desgracia la del cuadro potosino, por el momento que vive.
