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El triunfo fortuito de Zermeño

¿La calma previa a la tormenta? Un análisis parcial de la actual rectoría frente al proceso de elección que se avecina (Parte 1)

Es tiempo de elecciones para el cargo de rector en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y es un momento preciso para hacer un balance del periodo 2020-2024 que tuvo al frente al médico Alejandro Javier Zermeño Guerra.

Las elecciones en las que 58 integrantes del Consejo Directivo Universitario decidirán si le otorgan el beneficio para que se reelija Zermeño Guerra o entregan la estafeta a la doctora Guadalupe del Carmen Briano Turrent, quien podría convertirse en la primer mujer en encabezar los destinos de la institución o al arquitecto Pablo Nava Ortiz, se llevará cabo el lunes 1 de abril, justo a la mitad del periodo vacacional del personal administrativo, docentes y alumnos de la más antigua casa de estudios superiores de San Luis Potosí.

Dicho lo anterior, vale la pena entonces hacer, además, un recuento de los aspectos más notables que, desde el arribo de Zermeño a la rectoría en mayo de 2020, han sucedido en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

En términos generales, en todo espacio universitario, fuera del recinto donde sesiona el Consejo Directivo, se percibe una atmósfera de inconformidad generalizad. Son muchos los señalamientos que se le hacen al rector, su equipo de asesores y funcionarios. No son pocos los medios informativos que han ventilado desde muy temprano, el accionar del médico, aunque han arreciado, como es natural, en los meses más recientes.

La bandera del cambio

Durante los meses que el entonces director de la Facultad de Medicina realizó la campaña hacia la rectoría, que transcurrieron entre octubre de 2019 y marzo de 2020, el tema discursivo más socorrido fue el del cambio. Utilizó como argumentos, algunos de los tópicos más sensibles para la comunidad universitaria de entonces, que no se han alterado de manera significativa ahora.

El propósito de brindar una salida al problema del hostigamiento, acoso y violencia contra la mujer y las minorías, fue uno de los temas que más aludió en sus entrevistas, asesorado por un grupo de personajes que formaban parte del gabinete municipal encabezado por el alcalde Francisco Xavier Nava Palacios y del sexenio de Juan Manuel Carreras López. La lucha feminista que se agrandó a través de colectivos universitarios, fueron presa del oportunismo político, que de forma sucia, busca la provechosa ventaja que brinda la efervescencia del malestar social.

Zermeño Guerra estrechó alianzas en la sombra con liderazgos, algunos emergentes y otros consolidados, del feminismo institucional, con una fuerte influencia del feminismo politizado y enquistado en las filas de Morena en San Luis Potosí, quienes buscaron posicionamiento político dentro de la universidad y financiamiento para consolidar sus aspiraciones políticas y económicas, mediante la vieja estrategia de enmascarar las verdaderas intenciones, al abrazar causas sociales legítimas.

Las alianzas y promesas con diversas fuerzas políticas, fueron el sello al construir su candidatura. “Prometer no empobrece” versa el dicho popular, que al parecer siguió a la letra y poco a poco sumó apoyos en contra del rector saliente, el arquitecto Manuel Villar Rubio.

Zermeño Guerra hizo promesas fáciles y diversos sectores se doblegaron ante el canto de las sirenas. No obstante, previos a las votaciones, Zermeño Guerra sabía que no contaba con los sufragios necesarios para ganar. Se conformaba con haber enfrentado a Villar y la también aspirante al cargo, la secretaria académica y arquitecta, Dolores Lastras.

La traición. No es lo mismo ganar que recibir regalado

Las opciones de triunfo para Zermeño Guerra vinieron de donde menos se esperaba. El secretario del segundo periodo del rector Villar Rubio, el arquitecto Anuar Kasis, decidió lanzar su candidatura para dividir el voto de la arquitecta Lastras, obligar a una segunda vuelta en los comicios y acomodar el certero golpe, otorgando los votos que obtuviera en la primera vuelta al candidato que, sin posibilidades de triunfo, se habría de beneficiar del bloque de votos que la traición le darían el triunfo, es decir: Alejandro Zermeño Guerra.

Así, el médico que había soñado con ocupar la rectoría, que había comprometido cargos y favores políticos a los grupos externos e internos del poder sin medir el impacto de sus ofertas, sin haber tenido la posibilidad de triunfo por los medios tradicionales, después de empeñar su alma a todos los grupos de interés, resultó beneficiado de la traición fraguada en el primer círculo de su antecesor. La felicidad desbordada vino, acompañada del cobro de facturas casi inmediato. Mientras preparaba su arribo a la oficina más importante de la universidad, un mes después de las votaciones, repartía puestos y cargos a quienes le habían manifestado su apoyo sin mucha esperanza.

El poder llegó de súbito, la falta de experiencia y visión se hicieron manifiestos desde el día uno. No es lo mismo criticar y ser soez desde la barrera, que entrar al ruedo. Las promesas hechas al gobernador Carreras y al presidente municipal Nava habrían de convertirse en su dolor de cabeza inmediato. La estafeta adquirida mediante traiciones, vino acompañada del pronto inicio de campaña electoral para el cambio de gobernador y los favores electorales no se hicieron esperar. La integridad comprometida y rumores fuertes sobre el manejo de recursos de las arcas universitarias, acompañaron las elecciones, en las que, para su mala fortuna, resultó ganador el candidato del presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador y no el candidato de Carreras, que lo apoyó en su estrategia. (Primera parte. La Noticia San Luis).