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“Te vamos a cazar”, le gritó Rafael Aguilar al diputado federal, Xavier Nava

Enviado por su jefe, el alcalde de la capital, Ricardo Gallardo Juárez, el feroz ariete Jesús Rafael Aguilar Fuentes, “El Chiquilín”, interrumpió y fracturó una conferencia de prensa del diputado federal Xavier Nava Palacios, que abordaba el tema de la luminarias leds donde se beneficia la firma Panavi.

La charla con una veintena de reporteros se realizó en el café Tokio. Algunos colaboradores del legislador trataron de frenar al impetuoso enviado, que se molestó cuando lo tomaron del brazo. Entonces lo dejaron que increpara de manera abierta y directa a su interlocutor, que permaneció impávido, rodeado de una delegada nacional del PRD y un dirigente juvenil. A las invectivas de Aguilar se sumó una de sus hijas y dos agresivas acompañantes que incesantes le gritaban traidor a Nava.

“Eres un impostor, te vamos a dar cacería. Eres un cobarde. ¿Qué has realizado por tu distrito. No debiste treparte a la ola de Gallardo, al saber las consecuencias. Ahora nos traicionas. Eres un vividor. ¿Cuándo vas a regresar a tu distrito, a la colonia Nuevo Progreso?. Agarraste el voto de los Gallardo y ahora nos atacas”.

Desencajado, altisonante, Aguilar reclamó que si el ex líder cívico Salvador Nava estuviera vivo, “qué chinga nos pusiera. ¿Sabes por qué ganaste?, porque Ricardo Gallardo Cardona estaba en la cárcel. ¿Para qué te juntas con el PAN?. Eres un vividor y mal agradecido. Igual que la pinche vieja que tienes al lado. Te vamos a poner cacería. Todos ustedes, los Nava, han sido unos imbéciles. Yo soy navista desde hace muchos años. Eres un oportunista, cobarde y vividor. ¡Viva Nava, guey! Y vuelve a treparte otra vez a la campaña de Gallardo. Atacas al ayuntamiento, a compañeros del PRD. ¿Para eso te hicimos diputado federal?. ¿No te da vergüenza cabrón?. ¿Fue el objetivo del movimiento navista?. Ya nos vamos. Sigan con sus traiciones a Ricardo Gallardo y al partido. Viva Nava miserables”.

Aguilar le pidió dinero a una de las mujeres que lo seguían y arrojó a la mesa 200 pesos. Su hija, descompuesta, aludía a la fuerza del alcalde de la capital, que no tenía Nava.