El concepto tiempo

6 febrero, 20198:06 pmAutor: Agustín de la Rosa CharcasOpinion

Una de las mentes más brillantes que ha tenido la humanidad es sin duda la de Albert Einstein, quien empezó sus estudios en la ciencia con problemas relacionados con la existencia de los átomos y moléculas. Como los átomos y las moléculas no se podían observar, Einstein utilizó una de las ramas de la física que se llama “mecánica estadística”. También usó otra rama de la física a la que se le conoce como “termodinámica”. Se explica a a partir de cuatro leyes que explican la forma en que se gobierna la transferencia de calor entre los objetos. Es en base en tales instrumentos de la física que Einstein pudo desarrollar de manera brillante el significado del concepto tiempo. En la segunda ley de la termodinámica se establece, al parecer, el flujo del tiempo en una dirección. El ser humano envejece de manera permanente en su ciclo de vida y nunca se vuelve más joven. Es la punta de la flecha del tiempo, que va en una sola dirección. El flujo del tiempo trae consigo, el desorden. Existe una relación íntima entre el fluir de la vida del ser humano con el desorden de su propia existencia. Al término se le conoce como entropía. El acumulamiento constante de la entropía nos permite observar la dirección del flujo del tiempo. Pero Albert Einstein nos demuestra que se puede observar de forma diferente el flujo del tiempo.
El salto enorme que Einstein da al conocimiento científico es cuando define el comportamiento del concepto del tiempo en la vida diaria del ser humano y del comportamiento de la galaxia. Incorpora de forma magistral el factor tiempo, como un elemento fundamental en el estudio del comportamiento más allá de la Vía Láctea, de las galaxias que se mueven, analizando el movimiento en tres dimensiones de espacio y una de tiempo. El tiempo es la cuarta dimensión. “De este modo, así como la relatividad especial afirma que el tiempo transcurre a ritmo diferente para observadores en movimiento relativo, la relatividad general nos dice que el tiempo transcurre de forma diferente para observadores en campos gravitatorios diferentes.” Stephen Hawking, Brevísima historia del tiempo. Es la energía desplegada por los pueblos del mundo en su lucha permanente por contar con mayores y mejores espacios democráticos de libertad y justicia social, que den a las sociedades en sentido estricto lo que se obliga por definición de la democracia, que no es otro asunto que el mandato supremo que señala “el poder dimana del pueblo”. Los caminos, en las luchas, no son, por supuesto, tema fácil para las sociedades de ninguna parte. Baste ver lo que a nuestra nación le ha ocurrido a lo largo de su transformación histórica.
Partiendo de la invasión de que fuimos objeto, de parte de los gachupines de 1519 a 1521, el acumulamiento de saqueos, represiones y asesinatos de exterminio de los pueblos originarios, así como la imposición de un gobierno extranjero en el territorio de ocupación de la nueva España durante trescientos años, sólo mediante la lucha armada de 1810 a 1821 fue posible que se lograra nuestra independencia. Derrotados los yugos del imperio Español al ser eliminada como forma de gobierno la monarquía, al triunfo de la independencia, el flujo de la energía social seguía incrementándose en el territorio mexicano, por las enormes desigualdades existentes en la sociedad. Los bandos en nuestro país se agruparon en los conservadores, eran los que se reorganizaban para seguir disfrutando de los enormes privilegios que les habían garantizado la monarquía en el acumulamiento, para el provecho de unos cuantos, la riqueza del país. Por el otro bando, la generación de los liberales, que lograron 36 años después del triunfo de la independencia, la reforma liberal de 1857, en la cual se da la separación de la iglesia y el estado, lo que dio pauta a que los conservadores desconocieran la constitución y pretendieron restablecer la monarquía con el emperador Maximiliano, metiendo al país en la guerra de la reforma con duración de tres años. Juárez al frente de los liberales se impone y da inicio a una de las transformaciones de nuestra vida como estado mexicano libre y soberano.
Poco más de medio siglo, el agudizamiento en las desigualdades sociales, la pérdida de libertades y la miseria creciente en las capas más vulnerables de la sociedad mexicana, como lo son los campesinos, indígenas y trabajadores de las minas y haciendas, fueron de nuevo el caldo de cultivo para que el descontento de la inmensa mayoría del pueblo mexicano buscara los flujos de corrientes de pensamiento en las luchas libertarias que les permitieran revertir las condiciones de oprobio, injusticia y antidemocracia que se les imponía desde el poder político, religioso y económico. Surge la gesta democrática y revolucionaria en 1910, al lanzar la proclama de levantarse en armas al pueblo mexicano por Francisco Indalecio Madero en contra del dictador Porfirio Díaz. Al triunfo de la revolución, en 1911, Madero participó nuevamente en la contienda resultando triunfador. Los conservadores derrotados de entonces, agrupados en el porfiriato, reaccionaron en su lucha por mantener sus privilegios y urdieron el asesinato de Madero y Pinos Suarez, para imponer al chacal de Victoriano Huerta, ensangrentando aún más al territorio nacional. Al triunfo de los revolucionarios en 1917, el constituyente redacta la nueva constitución en la que son plasmadas las más sentidas necesidades que dieron origen a la revolución.
Durante poco más de siete décadas después del triunfo de la revolución, la que se logró institucionalizar y derivó en la conformación del Partido Nacional Revolucionario, PNR, en 1929, fundado por Plutarco Elías Calles, refundado en 1938 por el general Lázaro Cárdenas como Partido de la Revolución Mexicana PRM y refundado finalmente por Manuel Ávila Camacho en 1946 como Partido Revolucionario Institucional, PRI. El conservadurismo militante en las filas del partido empezó a obtener el control paulatino en las decisiones de poder desde el más alto mando que es el ejecutivo federal. Durante décadas el control fue absoluto. El desgaste del sistema político de poder se empezó a vislumbrar con los movimientos de orden sindical y campesino. El rostro del autoritario y represor sistema político capitalista representado por el priismo y el conservadurismo “opositor” aglutinado en el Partido Acción Nacional, PAN, entró en declive con la represión que se dio al movimiento estudiantil y popular de 1968. El acumulamiento de la ira social, que no es otra que la energía reprimida de una comunidad sojuzgada, hizo erupción en las elecciones federales de 1988. En una nueva cita con la historia el conservadurismo agrupado en el PRI y el PAN enfrentaron al mosaico progresista que aglutinó en su entorno a las diversas expresiones de las izquierdas en nuestro país y al nacionalismo revolucionario militante en el seno del PRI, que se desprendió, para dar formar al Frente Democrático Nacional, FDN, encabezado por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. El triunfo del sufragio emitido en las urnas a favor del candidato del FDN a la presidencia de la república, no fue respetado por la derecha representada por la oligarquía nacional e internacional. Se impuso al usurpador de Carlos Salinas de Gortari.
Es a partir de la fatídica fecha en que se empieza a escribir una de las etapas más desastrosas y oscuras de la vida política e institucional de la nación. La oligarquía le robó la elección al pueblo de México y le pasó la factura al usurpador al quedarse con las empresas de la nación que fueron rematadas de manera ilegal para su usufructo. Se inaugura la implantación del neoliberalismo en nuestro país y surgen de manera cínica, sin rubor alguno, los acuerdos para el saqueo de las riquezas nacionales, la integración orgánica de las derechas representadas en el PRI y el PAN, que han llevado al país al mayor grado de degradación ética jamás alcanzado en la historia en materia de violación de los derechos humanos, el asesinato masivo, diabólico y la corrupción a niveles superlativos. La derecha empieza a repartirse el poder, impiden por todos los medios a su alcance que las fuerzas progresistas llegaran al poder. La alternancia entre el PRI y el PAN se dio con la manipulación que hicieron, presentándose como alternativas diferentes, cuando en esencia son lo mismo. Ante el desgaste de uno en el ejercicio del poder, se ponían de acuerdo para apoyar al otro. El acuerdo se demostró en 1988, 2006 y 2012, todo el poder de la oligarquía se empleó a fondo para evitar que la izquierda agrupada en el FDN y el PRD, cuando todavía representaba una esperanza, llegara al poder presidencial.
El sexenio del 2012-2018 superó todos los pronósticos de corrupción, impunidad y violencia. La antidemocracia se impuso desde el más alto nivel del poder en el país, al instrumentar la entrega de las riquezas energéticas, creando el instrumento operador para semejante felonía, como fue el llamado “Pacto por México”. La oligarquía nacional e internacional, con sus mecanismos de poder real, como lo fueron el presidente de la república, PRI, PAN, PRD y los satélites que se le sumaron, sólo con la oposición del partido Morena, desde el Congreso de la Unión, perpetraron las reformas estructurales regresivas para los intereses de la nación. A ninguno de los sectores organizados de la sociedad consultaron, como los profesores, trabajadores, comunidad académica y científica, ni a la sociedad en su conjunto. A nadie. En la cúpula, la mafia del poder decidió la entrega de la riqueza petrolera a los oligopolios transnacionales, con la participación de los oligarcas nacionales vende patrias. La sociedad mexicana se hartó de tanta corrupción, de tanto saqueo de las riquezas de manera impune, de tanto asesinato demencial en todo el territorio nacional y de manera contundente escribió otra fecha histórica, el pasado primero de julio, al otorgar, de manera pacífica, el poder a través del sufragio libre al candidato presidencial de “Juntos Haremos Historia”, con una votación masiva, nunca antes vista en los anales del país.
Pero además, el pueblo de México otorgó un poder suficiente a los partidos de Morena, PT y PES, que les dio mayoría en las cámaras de diputados federal y en el senado. Los tiempos en la vida social, política, cultural, productiva, son como se observa, diferentes para los actores que intervienen en todos los campos de la actividad social. Y en algunos casos radicalmente diferentes. Los tiempos del conservadurismo generan una entropía social tal, que reprimen de tal manera, conteniendo el descontento de una enorme energía social, que al ser liberada, se abre paso de forma pacífica o violenta, para hacer los ajustes necesarios al replantear el entorno social de libertades y de justicia entre una mayoritaria que buscó ser tomada en cuenta en la toma de decisiones que repercutan de manera favorable en el bienestar de la vida cotidiana. Los valores de la ética política, que no son otros que la puesta en práctica de la honestidad en el ejercicio público y personal, el ejercicio democrático en la toma de las decisiones y en la repartición equitativa de la riqueza que se produce en el país. En la consolidación de un país soberano en sus decisiones políticas y económicas, que nos permitan alcanzar una vida democrática plena en lo político, pero también en lo económico. Los tiempos, como vemos, para los pensamientos conservadores y los progresistas, son diferentes. Son relativos, lo que algunos ven como benéficos en un tiempo y espacio, otros lo ven como injusto.
Lo que para algunos es democracia, cuando se manipula la voluntad popular de las mayorías expresadas en las urnas, para los otros es un fraude, que abre las puertas a la corrupción y la degradación de la vida pública y privada. En una vida democrática sin simulaciones, la mayoría es la que determina el destino de cualquier sociedad. Y los mexicanos hemos decidido el pasado primero de julio, que los conservadores rapaces han dañado severamente a la nación mexicana, por lo cual les hemos quitado el poder de manera pacífica. Las vertientes progresistas actuaron en plena libertad en la defensa de la patria. El primero de diciembre se abrió una etapa más en nuestro tiempo como pueblo que busca mejores espacios de libertad, justicia y democracia. Son los tiempos de la esperanza. Pero también son los tiempos del conservadurismo, que se reagrupa para recuperar sus insanos privilegios de saqueo y corrupción. Son los tiempos en que las fuerzas más retardatarias, se preparan para escalar la violencia que les permita acelerar su restauración del poder podrido que añoran, como históricamente está demostrado. Es para el pueblo mayoritario de nuestro país, su espacio de tiempo continuo, para defender sus conquistas obtenidas, apoyando de manera decidida a quien le ha otorgado el poder, pero también se le exija que no se desvíe de su compromiso adquirido. El pueblo pone y el pueblo quita

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