Pese a las afirmaciones del líder de la cámara de senadores, el impresentable Gerardo Fernández Noroña, para desviar el foco de atención, respecto a la barbarie cometida en el Rancho Izaguirre, los acontecimientos ocurridos en el lugar son de tal magnitud, que sus declaraciones solo sirvieron para evidenciar su mala entraña.

Las noticias han corrido veloces por todo el mundo. Las comparaciones con la Alemania nazi y sus campos de exterminio, no se hicieron esperar. Los espeluznantes hallazgos dieron rienda suelta a la fantasía, recrearon los sucesos, conmocionaron al país.

Algo difícil de asimilar es que haya pasado desapercibido para el gobierno, los sistemas de inteligencia e informativos que tiene. Hacen presumir el conocimiento de prácticas nocivas, también del lugar donde se desarrollaban. Seguro existen otros similares en diversos puntos de México, que continúan sin que nadie haga nada.

En muy poco tiempo fueron desmantelados centenares de laboratorios, inclusive itinerantes, dedicados a producir fentanilo, cuyo origen se debió a las presiones del gobierno norteamericano. Comenzó a dar resultados casi de inmediato, ubicó los lugares y asestó golpes estratégicos al decomisar mercancía y detener a operadores.

En cambio, no han sido capaces de contener el reclutamiento forzado de jóvenes para introducirlos a formar parte del crimen organizado. Los capacitaron en centros de exterminio, como el Rancho Izaguirre. Los obligaron a matar para sobrevivir. Los indujeron llevar a cabo, los actos más crueles y grotescos para mantener la vida.

Es obvio, que los sucesos no han pasado desapercibidos en el gobierno. Sin embargo, se hicieron de la vista gorda, dejaron actuar a los carteles de manera libre y ahora vemos se apoderaron de los territorios. También ampliaron sus actividades, se diversificaron a controlar múltiples áreas, incursionaron inclusive en la obra pública, extorsiones, pago de piso, cuotas sobre producción.

Su crecimiento fue exponencial, a grado tal, que requieren de mayor personal, pese a que sus actividades ya representan un importante porcentaje de empleos en el país. No obstante, según se aprecia, necesitan más gente, pues no encuentro otra razón para obligar a los jóvenes a engrosar sus filas.

Entonces nos preguntamos: ¿dónde está el gobierno?, ¿tiene una estrategia para combatir al crimen?, ¿van a dejar que operen los centros de capacitaciones y exterminio? Recuerdo que López Obrador se comprometió a atacar las causas del crimen, de ahí la famosa frase, de “abrazos no balazos�, que en los hechos tuvo resultados fatídicos.

Tenemos un gobierno insensible, en vez de aceptar sus tareas y corregir fatales errores, se cobija como víctima de una campaña de denostaciones en su contra, al no poder distribuir culpas al pasado. No está dispuesto a afrontar lo real, que lastima de forma profunda.

Nos da vergüenza y cala hondo observar cómo intentan eludir un asunto que deja huella imborrable, cuando se necesitan acciones contundentes, planeadas, con estrategias elaboradas, sin escudarse en la politiquería para expiar culpas.

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