El código de conducta de la Sege, inoportuno y engañoso

7 mayo, 202511:28 pmAutor: Felipe de Jesús Cervantes PérezColaboradores Noticias Opinion

En momentos en los que se desata una insurgencia magisterial a lo largo y ancho del país, a las autoridades educativas potosinas se les ocurre la genial idea de hacer llegar a los trabajadores de la educación una Carta Compromiso para que de manera “voluntaria”, se comprometan a cumplir un Código de Conducta. Piden a los desconcertados trabajadores firmar, que recibieron y conocen el contenido del reglamento, con el compromiso de cumplirlo y comportarse en estricto apego a sus disposiciones, pero no lo recibieron.

Lo que menos interesa a la autoridad es que conozcan tal Código de Conducta, no se molestan en entregarlo, sin importar que el escrito inicie con la frase “he recibido y conozco el contenido del Código de Conducta”. Pero al no darlo al momento, como se asegura, puede firmar bajo protesta y exponer que no lo obtuvo. El escrito tiene sustento en acuerdos diversos publicados en el Diario Oficial de la Federación, en los que se emite el Código de Ética, que obliga a las dependencias, entidades y empresas productivas del estado a emitir sus respectivas reglas de conducta. El entonces secretario de educación, Esteban Moctezuma Barragán, expidió el acuerdo, en agosto de 2019, relacionado al Código de Conducta. Lo mínimo esperable es que las autoridades competentes difundan el contenido entre los trabajadores de nuevo ingreso. ¿Lo hacen? La respuesta es obvia, no. Si les interesara un mínimo que los trabajadores en activo lo conocieran, lo entregan, previo al inicio del ciclo escolar o dentro de cualquier viernes último del mes. ¿Lo han hecho? Tampoco.

Ahora que ven crecer un genuino movimiento que demanda reivindicaciones laborales y sociales, hacen llegar una hoja como “anexo único”. La meta es evidente, buscan atemorizar para inhibir la injerencia masiva. En el grotesco escrito señalan que el trabajador, una vez que dice haber recibido el código y conocerlo, “de manera voluntaria se compromete a cumplirlo”, cuando la norma, según lo publicado en el Diario Oficial de la Federación, deberá ser observada y cumplida, sin excepciones por todo el personal. Salta a la vista que los primeros que desconocen las cláusulas internas, son los propios emisores. A mi parecer, les conviene que la ignorancia sea absoluta para proceder a una campaña intimidatoria. Si los trabajadores conocieran y analizaran las exigencias publicadas en el Diario Oficial, entenderían que su contenido no se contrapone a ningún esfuerzo por reclamar lo que a su derecho competa.

Actuar inoportuno el de la autoridad local, cuando la propia presidenta Claudia Sheinbaum y el secretario de educación, Mario Delgado, se han comprometido a no sancionar a quienes luchan por demandas justas. Según la Sege, desde las autoridades de alto nivel al más humilde trabajador, deben comprometerse a manifestar de manera oportuna, sus preocupaciones o dilemas éticos. ¿Sería considerado una duda para cualquier director o supervisor, sancionar al trabajador que lucha por sus propios derechos al sumarse a una lucha concreta? ¿El Comité de Ética ya recibió alguna queja en tal sentido? Después de cuatro puntos sin mayor trascendencia, llegan al número 5. Señala el compromiso de evitar cualquier conducta que pueda implicar un despliegue antiético o que pueda dañar la imagen de la dependencia o entidad.

Por supuesto que buscan relacionar la presente jornada nacional de lucha con conductas indebidas, punto muy discutible. Es donde entramos a situaciones escabrosas. Una lista somera de conductas antiéticas a evitar, tiene que ver con malversaciones de fondos, fraudes, sobornos, acoso laboral o sexual. No sería sano, por ejemplo, llenar los espacios altos o medios, ajustados a compromisos políticos, como ha hecho el gobernador potosino con el batallón de incondicionales del fuereño diputado local Héctor Serrano, su hermano de pala, de quien señalan, tiene a casi dos decenas de cercanos en la Sege y otro tanto en el poder legislativo.

El Código de Conducta de la SEP contempla prestar los servicios de forma respetuosa, eficiente e imparcial, sin discriminar, orientado al interés público. También refiere el evitar, agredir, hostigar, amedrentar, acosar, intimidar, extorsionar o amenazar de manera física, verbal o por otro medio, al alumnado, personal superior y subordinado, compañeros de trabajo y ciudadanos. Establecen conservar los espacios de trabajo y educativos, libres de hostigamiento, acoso sexual y laboral.

¿Cómo andan en los temas, los preocupados directivos? Una conducta esperada es no conceder privilegios o preferencias y orientar sus decisiones de manera neutral e imparcial. Vale la pena puntualizar que el Código de Conducta aplica también para autoridades intermedias y aún para el propio secretario de educación. En la Carta Compromiso publicada en el Diario Oficial de la Federación, en el capítulo X, el trabajador se compromete a denunciar cualquier acto irregular u omisiones contrarias al tratado. Es una navaja de dos filos, que corta para un lado, pero también hacia el otro.

El capítulo I del acuerdo, corresponde a la Carta de Invitación, suscrita por Esteban Moctezuma Barragán. Explica la importancia de contar con un Código de Conducta que estableciera el comportamiento esperado del personal de la SEP para dignificar el servicio público, fortalecer las instituciones y lograr el bienestar de la ciudadanía, en particular, de los educandos. Refrendaba el absoluto rechazo a las conductas que atentan contra la integridad de las personas en los espacios laborales. Escribió, “todas las personas que laboramos en la Secretaría de Educación Pública, asumimos el compromiso de actuar bajo el principio de Cero Tolerancia a las discriminaciones, hostigamiento sexual y acoso sexual”.

Sostenía que conducirse conforme al Código de Ética de los Servidores Públicos del Gobierno Federal y al Código de Conducta para las Personas Servidoras Públicas de la Secretaría de Educación Pública, permite actuar de forma coherente e íntegra, para prevenir y combatir cualquier forma de corruptela. Invitó a conocer el Código de Conducta y hacerlo suyo, asumir el compromiso de adoptar sus principios, valores y reglas. Pero a las autoridades locales poco importa difundirlo. Se postuló como objetivo del Código de Conducta de la SEP, proporcionar al personal, las conductas éticas que los orienten en su actuar, en el desempeño de su trabajo, cargo o comisiones, se conduzcan bajo los principios, valores y reglas que deberán observar en situaciones específicas.

Nada qué ver con acciones de lucha sindical para rescatar derechos conculcados desde el poder. El panfleto distribuido por directivos no dice nada sobre acoso u hostigamiento laboral que atentan contra la autoestima, salud, conductas íntegras, libres y seguras de las personas. Tampoco dice nada sobre acoso sexual, discriminaciones y hostigamiento sexual. Su objetivo es amedrentar, intimidar e inhibir al tonto del pueblo que les crea, pues la firma del esperpento enmascarado como Código de Conducta, no aplica en el caso. Además, cualquier circunstancia de castigos administrativos, se revertirán contra las autoridades que los ejecuten, pues iría en contra de los mandos federales. Andar de queda-bien o de nalga-pronta, no luce a nadie.

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