
José Guadalupe Martínez se hizo millonario con la venta de terrenos sin freno, en el ejido La Pila
7 mayo, 202511:19 pmAutor: Elida Mendoza VillanuevaCapital Destacada Municipios Noticias
Antes taxista pirata y vendedor de cerveza en los bailes, José Guadalupe Martínez Rivera, alias “El Chueco”, pasó a ser un gran millonario, después de mantener el control absoluto del ejido La Pila, durante los últimos 25 años. Obtiene exorbitantes ingresos al expedir constancias parcelarias, solares, por los que cobra 10 mil pesos o un millón de pesos. Hace ventas ilegales, expropiaciones, trasmite derechos agrarios, ingresa a avecindados. Está presente en la compra y venta de parcelas a los ejidatarios, que luego revende a particulares y empresarios.
Como presidente del comisariado, impuso de sucesor a su hijo, Pedro Adrián Martínez López. Lo mismo hizo en el 2018. Sin embargo, le resultará difícil mantener en el cargo a su primogénito, que enfrenta un opositor con el mismo puesto. Se trata de Armando Cuauhtémoc Zárate Arvizu, al que tuvo antes como secretario. También fue electo el 27 de marzo. Promoverá un juicio para anular las votaciones.
José Guadalupe Martínez Rivera, también conocido como “El Pineda”, en su niñez y juventud, sufrió una serie de reveses que le causaron trastornos psicológicos y complejos muy severos. Lo atropelló un vehículo. Sufrió fractura de cadera, lo que lo obligó a usar bastón. Luego andadera y hoy silla de ruedas. Por su aspecto, sufrió discriminaciones y violencia física. Cuando empezó a tener poder y dinero, se cobró las afrentas de manera atroz.
En 1985 ingresó como ejidatario. En 1998 fue electo presidente del comisariado ejidal. No tuvo contrincante, se impuso con una planilla única. Fue propuesto por el líder histórico del poblado, Vicente Ávalos. Llegó como una alternativa precipitada. El propósito de Ávalos fue evitar que se perpetuara el liderazgo de la familia, integrada por los hermanos Juan y Miguel Ángel Arvizu López, que fue comisariado de 1995 a1998. El otro figuró como delegado de La Pila, impulsado por el PRI dos veces. Pero resultó asesinado en 1997. Entonces Juan no quiso dejar el cargo ejidal, buscó mantenerse.
Durante las gestiones de su hermano como funcionario, construyó caminos en Bocas y Salinas. Era cercano al secretario particular del entonces gobernador, Fernando Silva Nieto, el litigante Eduardo García Castillo, “El Caco”. El interés de Silva era mantener La Pila como reducto del PRI. Había un grupo de opositores conformado por ejidatarios y panistas, como Jesús Galarza Almaguer, que buscó entrar a la zona rural. Otro era Vicente Ávalos, que jugaba doble. Cuando supo que Miguel Arvizu no quería dejar el comisariado, impulsó para relevarlo a José Guadalupe Martínez Rivera, antes responsable de las juntas de mejoras, cargo que se le creó para equilibrar las fuerzas políticas. Fue nombrado por el entonces alcalde, Alejandro Zapata.
Martínez Rivera terminó su período en el 2001. Impuso como sucesor a Eugenio Alvarado Ávalos, pariente de su mecenas. Después, en el 2003, a Leoncio Zárate. Ambos del mismo equipo. Se dijo que Alvarado trabajó para Tobías López Delgado, coyote de los empresarios y restauranteros, Juan López Lara y Jacabo Payán. Zárate ganó con una difrencia de 160 votos. Lo impulsó el litigante y ejidatario, Jesús Galarza, otro de los promotores de Martínez Rivera en 1998, pero ya habían distanciado. No obstante, logró formar su propio grupo con gente de Martínez y Tobías López Delgado, que en el 2007, con el respaldo de su hermano, Eulogio López Delgado, impulsados por el grupo de su cuñado, Jesús Rivera Jasso, líder del PRI en la delegación y representante de la CNC, ganó el comisariado.
Zárate empezó a crecer cuando se le ubicó de manera abierta, como un reclutador del PAN, a la sombra ex líder del comité municipal en la capital, Joaquín Romero y del entonces diputado local, Pedro Pablo Cepeda Sierra. Le salió cara su alianza con Tobías López, al que acusan de vender durante su desempeño, más de 400 hectáreas a Jacobo Payan, su yerno, Nicolás Mina, a Juan López Lara, José Canales Bazán, que solo obtuvo 150 hectáreas. Le ofertó al parque Logistik toda la franja del eje carretero, para su acceso. Cobró el acceso de luz y gas a los industriales, pero los recursos no se registraron en los libros del ejido.
En el 2010, reaparece Martínez Rivera, junto con Jesús Galarza, que asume el cargo de secretario. Suma al mando a su hijo, Pedro Adrián Martínez López. Logró juntar a sus adversarios más reacios, los hermanos Tobías y Eulogio López Delgado, Armando Cuauthémoc Zárate Arvizu, sobrino de Miguel Ángel y Juan Arvizú López, a los que nunca dejó retomar el mando del ejido. “El Chueco” llegó para quedarse, se convirtió en el dueño del ejido desde hace 25 años. Usa el cargo para hacer negocios y tener el control político. Impuso sus propias reglas, al que se opone, lo amenaza y margina. Es el único que gana carretillas de dinero, a sus representados, solo les da migajas. Siempre supo que el ejido era una mina de oro, por lo que no iba a perder el control. En el 2000, un año antes de terminar su primer periodo y hasta el 2006, La Pila empezó con un gran despliegue fabril. Se instaló la planta General Motors, que detonó la
zona. Los precios de la tierra empezaron a subir. Los especuladores vieron la oportunidad de obtener grandes sumas de dinero.
Se desataron las ventas ejidales, con las cesiones de derechos. Fue el esquema que se impuso. Hacen transacciones Martínez y Tobías como cabezas del comisariado y coyotaje. La ganancia es doble. La estrategia radica en comprarle barato al ejidatario y vender caro al industrial. Un documento mostró los movimientos del Banco Activer, en manos del Tribunal Federal de Circuito. Reveló que José Guadalupe Martínez Rivera, no entregó a cada uno de los 528 ejidatarios, los 60 mil pesos que les tocaban por las expropiaciones de 30-26-86-57 hectáreas. Les pagaron en total 39 millones 349 mil 254 pesos. Se destinaron para construir parte del periférico oriente y vía de cuota. Se la concesionaron a la empresa Meta, cuyo inversionista mayoritario es Vicente Rangel Gómez.
Según el documento, existen cheques expedidos por 20, 25, 30, 35, 40 y 50 mil pesos. Otros de 500 mil y 750 mil pesos. Hay un grupo que supera los 50 beneficiarios que no recibieron nada. Fueron opositores al extinto ex presidente del comisariado, Tobías López Delgado, al que Martínez le entregó un millón de pesos para que los convenciera. La litigante Lindsay Saldaña Candelaria y representante legal del ejido, dijo que la asamblea determinó, se repartiera en partes iguales. Dejaran algo en caja para gastos administrativos.
También se cubrieron las asesorías del ex funcionario de la Procuraduría Agraria, Iván Sandoval, al abogado Raúl Serna y la misma Saldaña. Se les entregó el 4 y 5%, que se repartió a los tres. Rechazó les hayan cubierto 8 millones. Fueron arriba de 3. Saldaña negó que algunos líderes del grupo, como Eulogio López Delgado o su hermano, Tobías López Delgado, les hayan pagado 500 mil o un millón de pesos.
Meta les entregó 60 mil pesos. “Tengo los cheques y recibos”. Hace dos semanas se registró la planilla que encabezó Pedro Martínez López, hijo del actual presidente del comisariado, José Guadalupe Martínez Rivera. Pero en el transcurso de la semana, se formó una segunda alternativa, temporal, con el slogan Únete y hagamos un cambio. La comandó María del Carmen Gómez Silva. Como secretario apareció Alejandrino Rivera López. El tesorero es Antonio Hernández Ávila. En el consejo de vigilancia, aparece Tomás Gutiérrez Arriaga. Gómez destacó que aspira a ser una dirigente que busca cambios, terminar con el cacicazgo y apoyar a los ejidatarios, para que se les entregue lo que por derecho les corresponde.
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