La reforma al poder judicial. El debate es político, no jurídico

20 septiembre, 20241:07 amAutor: Oralia Guzmán MendozaCapital Destacada Municipios Noticias

En las escalinatas del edificio del Poder Judicial de la Federación de la Ciudad de México, están en paro los trabajadores de la instancia. En el mismo lugar, pero en el 2007, estuvimos miles de empleados del sector educativo, con cientos de cajas de expedientes, que contenían la solicitud para que la Suprema Corte, amparara a más de 2 millones de almas al servicio del estado, encuadrados en 237 mil amparos en contra de la nueva Ley del ISSSTE, promulgada por Felipe Calderón y votada por el PRI y el PAN, secundados por los legisladores del Verde Ecologista y Nueva Alianza.

El desenlace es conocido, la Suprema Corte rechazó proteger nuestros derechos vulnerados. La misma historia se repitió en el 2013, con la mal llamada reforma educativa promulgada por Peña Nieto. Los jueces sobreseyeron y negaron el amparo del Poder Judicial a los quejosos. ¿Cómo votaron los legisladores la reforma a la Ley del ISSSTE? En la cámara de diputados 313 a favor, 146 en contra y dos abstenciones. En la cámara de senadores 73 a favor y 28 en contra. ¿Cómo votaron los legisladores la mal llamada reforma educativa?

En la cámara, 424 diputados votaron a favor, 39 en contra y 9 abstenciones. En la de senadores 113 a favor, 11 en contra y 4 abstenciones. ¿Eran 424 diputados de la derecha en 2013 y se escandalizan porque Morena y aliados sumarían 364?¿Tuvieron 113 senadores en 2013 y se espantan porque Morena y aliados tendrían 83 apenas? Las mayorías calificadas de diputados y senadores y las resoluciones de la Suprema Corte sí gustaban a los oligarcas nacionales (que no nacionalistas). Las usaron en las cámaras para atropellarnos y los ministros para dejarnos desprotegidos. Las protestas fueron combatidas con violencia, despedidos, golpeados, encarcelados y hasta muertos.

Eran los tiempos de Calderón y Peña, llegamos a los de López Obrador y Sheinbaum, donde rige la ley del péndulo que, al oscilar entre extremos opuestos, hoy apunta en favor de las causas populares. En los días aciagos para la clase trabajadora, los medios informativos no hablaban de dictaduras ni de atropellos. Millones en 2018 y en el 2024 se las cobramos, los aplastamos. Arrancamos el Poder Ejecutivo de los gerentes del PRI y PAN, de los presidentes gerenciales. Le quitamos el Poder Legislativo de la partidocracia, de los levanta dedos, de los diputadetes y senadorsetes tricolores, blanquiazules y amarillentos en extinción.

Decidimos quitarnos de encima a una clase política símil de garrapatas y otras sanguijuelas hematófagas. Toca turno al Poder Judicial que no está exento del artículo 39 constitucional, que señala, todo poder dimana del pueblo y se instituye para su beneficio. Pero nos dicen que “un dictador†busca terminar con el equilibrio y quienes integran el Poder Judicial, desde ministros, magistrados y jueces, hasta los trabajadores, juran que defienden su independencia. A su entender, del presidente López Obrador. Ocultan que sólo quieren mantenerse ajenos de la soberanía popular, para seguir con sus vicios de corruptelas, influyentismo, nepotismo, sin dar cuenta de nada a nadie. Creen que si el pueblo vota por los ministros, quienes sean elegidos, estarían a las órdenes del presidente en turno, por lo pronto, de la presidenta electa.

Al día de hoy son 11 ministros, 4 fueron propuestos por Calderón, 2 por Enrique Peña Nieto y los 5 últimos por López Obrador. Cada uno ejerce el cargo durante 15 años. Para el 1 de diciembre del 2024, termina Luis María Aguilar, ligada al calderonato y Claudia Sheinbaum propondrá a quien la sustituya. Sumados a los 5 de AMLO, harían una mayoría de 6, empujados por Cuarta Transformación.

Para el 10 de febrero de 2026, saldrá el ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo, identificado a Calderón. Entrará uno nuevo, identificado por la doctora Sheinbaum, para sumar una mayoría de 7 de los 11. Para el 3 de diciembre del 2027, quedan fuera otros dos simpatizantes de Calderón, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Alberto Gelasio Pérez Dayán. Sumarían para entonces 9 ministros de los 11 que habrían sido propuestos por la dupla AMLO-Sheinbaum, los dos únicos sobrevivientes del prianato serán Norma Piña y Javier Laynez Potisek, leales a por Peña Nieto. Y de continuar la lógica que marcan las leyes vigentes, la Suprema Corte de Justicia de la Nación tendría una inmensa mayoría de ministras y ministros avalados por el morenismo y sus aliados.

No se quita nada a los opositores, que ya fue ganado para los partidarios de López Obrador. Al contrario, se entrega una potestad al pueblo. “No es asunto de popularidadâ€, afirman los inconformes de un ayer donde se le cargaban las pulgas al perro más flaco. ¿Cómo se les ocurre que el pueblo vote? Y entonces ¿quién ha sufragado las propuestas de los presidentes tanto tiempo? Pues el presidente manda una terna a los senadores que votan por mayoría calificada. Ah, pero si hay desacuerdos, entonces se aguantan y el mandatario en turno decide al nuevo ministro.

Ahora se trata de democratizar el procedimiento. En lugar que el presidente proponga tres para que el senado decida por uno, se busca que el Poder Ejecutivo (el presidente en turno) haga 10 propuestas, el Poder Judicial (los ministros de la Suprema Corte) a 10 aspirantes y el Poder Legislativo (diputados y senadores) a 5 aspirantes por cámara.

Y no a cualquiera podrían lanzar cada una de las tres fuerzas, pues se han considerado requisitos como evaluaciones previas y una posterior para todos los cargos realizadas por tres órganos, (uno en cada segmento) que van a revisar los expedientes de cada aspirante. Los que tienen cargos ahora, podrán presentarse también para repetir sin restricciones o aspirar a otro cargo, sin ser examinados como el resto.

En un medio tan corrompido y penetrado por prácticas de influyentismo y nepotismo, resulta hasta normal que los de mero abajo del Poder Judicial teman al futuro, acostumbrados a padrinazgos y agarraderas que los impulsen más allá de sus propios derechos. Si los senadores son representantes del pueblo y son los que presentan sus propuestas a los presidentes en turno, mejor que diputados, senadores, ministros y mandatarios, le muestren a los ciudadanos las alternativas para que decida la ciudadanía y tal poder también dimane del pueblo y se instituya para su beneficio. En el pasado nos batearon las instancias de justicia, y hoy, la gente empoderada, está en proceso de regresar el favor. Ni modo, no puede haber ningún mando divorciado del pueblo.

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