El virus nos pone a prueba:¿somos egoístas o solidarios?

25 mayo, 20209:24 pmAutor: María Elena Yrízar AriasColaboradores Noticias Opinion

El Covid-19 pone a prueba a la humanidad y sus valores. Y ¿en qué quedamos? ¿Somos egoístas o solidarios? Y más importante aún, ¿se pueden cambiar los comportamientos contraproducentes en la actual crisis? Los humanos, por naturaleza, somos solidarios, cooperativos. Hay personas que por definición son altruistas y otras más egoístas, dependerá de la escala de valores con que se ha educado a cada uno, pero debemos preguntarnos, ¿cuáles son los valores dominantes en la sociedad?. Debatir si somos egoístas o solidarios es casi filosófico. Los humanos somos cooperativos, sociales. Es por lo que hemos desarrollado la inteligencia y la comunicación. La capacidad de colaborar a gran escala, incluso, con desconocidos, de otras culturas, es lo que nos ha permitido sobrevivir a las dificultades.

Desde una perspectiva financiera, el paradigma social es que el ser humano es egoísta e irracional y busca solo satisfacer sus deseos y necesidades. Sobre tal premisa, gira el consumo y el sistema económico contemporáneo. Equivale a decir, hay empresarios que prefieren sus beneficios al interés comunitario. Sin embargo, cuando hay un contratiempo, como ahora, o al plantearse la crisis climática, se pone de manifiesto que la economía debe quedar en un segundo plano. Es cuando se prioriza la salud de la comunidad ante el interés económico. En situaciones de emergencia, como lo plantea la pandemia del coronavirus, lo más habitual, en contra de lo que se pueda imaginar, están las reacciones de ayuda, a no ser que intervengan otros factores que restan credibilidad al mensaje de emergencia.

Si alguien necesita ayuda, hay darla, pero si hay la percepción de que existe gato encerrado, intereses ocultos, es probable decir, yo paso. O sea, se actúa en función de la lectura que se hace, de la construcción social de las situaciones, de lo que se ha puesto de moda en los últimos tiempos en política: el relato. Si uno percibe que es falso o débil, lo cuestiona. Si las autoridades exigen reducir el contacto humano, para no contagiarse, podemos imaginar ir al campo, donde hay menos contacto. No se razona en la gente que vive en la zona rural. Es lo que ocurrió el fin de semana previo al confinamiento, pero más que una posición egoísta, existe una postura incompleta donde caemos los seres humanos al jugar con la muerte. Igual que el joven que va de fiesta con su pandilla o busca la casa de los amigos porque cree que su grupo no tiene riesgo de contagio.

Hay quien se salta el confinamiento para hacer deporte, reuniones en el barrio o en casa. Tienen una percepción equivocada cuando dicen que no van a contraer el virus, ya que se cuidan. Manejan informes inexactos o prefieren creer que no se pueden contagiar para no alterar su vida. Justifican las decisiones que toman, más que razonarlas. Ciertos comportamientos egoístas los atribuyo al miedo, la incertidumbre, la inseguridad. Quien acapara alimentos a lo mejor no es egoísta, lo hizo por sus hijos, la familia. Es difícil gestionar lo individual y colectivo a la vez. Las mismas autoridades parecen no tener claro qué hacer y cambian las medidas.

Los comportamientos egoístas deben atribuirse al miedo e inseguridad. Las autoridades no han sido muy claras con sus mensajes, lo que favorece construir relatos que no se ajustan a la realidad. Los mensajes iniciales fueron laxos y ha habido contradicciones. Además, la epidemia evoluciona muy rápido. Una vez dijeron que la gente podía salir a la calle, pero evitar las agrupaciones. Luego, que siempre ya no. Los mensajes y medidas que ahora parecen rotundos, luego cambian. Lo que hacen es minar su credibilidad, favorecen la desconfianza de la gente que adopta patrones de conducta contraproducentes.

La mayoría de mensajes se generalizan, como cuando el ministro francés de salud desaconseja tomar Ibuprofeno, porque agrava el virus, después otras autoridades sanitarias lo corrigen. Cuando no se matiza el mensaje, siempre habrá alguien que no se sienta aludido o lo banalice. Por ejemplo, quizás no se midió la idea de autorizar en un principio la apertura de peluquerías junto a servicios esenciales o pasear el perro, porque hay quien puede decir, si puedo sacarlo, ¿por qué no al niño?. Otro principio básico sería no lanzar normas que no se podrán cumplir. Como cuando se ordenó el confinamiento desde el primer día, hubo camiones llenos de gente que debían ir a trabajar. La actividad laboral no se prohibió. Hasta cuando se vio más afectado el país, los mensajes y medidas que un día son categóricos y luego cambian, minan su credibilidad.

¿El altruismo tiene edad? Los jóvenes y adolescentes han sido criticados en el transcurso de la epidemia por un comportamiento inconsciente, de tomar el cierre de clases como unas vacaciones, salir con los amigos. El altruismo se da en todas las edades, pero observa una diferencia en el proceso de socialización de las nuevas generaciones y las anteriores, en la manera cómo se transmiten los valores. Antes ocurrían por la familia, escuela o iglesia. Ahora se enfatizan por las redes sociales, memes, mensajes e imágenes virales. Los contenidos, a menudo se consumen sin meditar el significado. Pero en las redes, no se sabe quién construye y transmite los valores, si hay intereses detrás. En los días actuales, se multiplican las iniciativas de ayuda.

La solidaridad se impone en momentos de crisis, con el sacrificio de muchos profesionales de la salud. Se crean redes para ayudar a personas mayores en las mismas comunidades de vecinos, asociaciones, apps. Los cocineros que se ofrecen ayudar a los hospitales, o los médicos especialistas en áreas no relacionadas con el coronavirus, que en su tiempo libre, ayudan con consultas on line a personas con algún problema de salud ante la saturación de los centros sanitarios. O los artistas que dan conciertos gratis on line. ¿Entonces, por qué existen comportamientos erróneos durante la pandemia? En la actualidad vivimos trastornos depresivos, por las circunstancias de la errónea información que leemos o escuchamos.

Se reta a la muerte porque perdemos el sentido de vivir, los niveles de trastornos depresivos han crecido debido a la falta de conocimiento. A raíz de las medidas sanitarias, como toser en el pliegue del codo, mantener una distancia prudente con el otro, tener higienizadas las manos y evitar tocarse la cara, el 51,1% de las personas evita saludar mientras que el 82.8% prefiere evitar lugares públicos en las últimas semanas. En cuanto a la percepción que tiene la gente, el 61,9% considera que el país no está en lo absoluto preparado para enfrentar la pandemia, mientras que solo el 7.9% estima lo contrario. El 52% estima que el estado no realiza las acciones necesarias para combatir el virus. Los más preocupados por la nueva emergencia sanitaria son los ciudadanos de 60 años o más (80.1%), mientras que los jóvenes de 18 a 20 años son los menos preocupados (70.2%).

Siempre imaginamos la probabilidad de desarrollar ciertas conductas o adquirir enfermedades. “¿Es probable que nos contagiemos?”, es la gran pregunta que tenemos todos. Es probable. Ahora, ¿es posible, cuánta es la posibilidad?, depende del ritmo de vida, conductas, hábitos. Hay personas que están auto aisladas hace bastante tiempo. Otros viven mucha angustia, que a veces lleva a tensiones familiares y enojos. Como es una circunstancia tan novedosa, no sabemos cuánto tiempo va a durar. Es por lo que debemos regular los recursos psicológicos, para no desgastarnos y que el estrés no supere nuestra capacidad de respuesta y quedar anulados. ¿Influye el coronavirus en los ataques de pánico? Es el motivo de buscar datos en sitios que no son seguros. En segundo lugar, en casa debemos tener un objetivo diario, hacer algo, como terminar de leer un libro, ejercitarse, llamarle a grupos de la infancia o de Facebook.

Hay que reducir los tiempos para preocuparse. Tener certeza que todo va a cambiar. Aparece un instinto básico que dispara el miedo, un mecanismo de defensa que genera emociones, que nos lleva a estrategias para detectar si el peligro es real. Con los entretenimientos, distracciones, cuidados, vamos a sentirnos incómodos, aburrirnos, muchos se sentirán desolados, con desesperanza. Las personas deben regular los esfuerzos en la etapa de contención. Hacer una agenda diaria par actividad física, hablar con amigos, estudiar un tema nuevo, desarrollar una habilidad inconclusa. Integrar las mascotas, muchas veces olvidadas.

 

Comments

comments

Comments

comments