Aunque el gobernador Ricardo Gallardo siempre le apostó en la contienda de Morena al ex secretario de gobernación, Adán Augusto López, que está al tanto de sus expedientes criminales y del dueño de la franquicia del Partido Verde, Manuel Velasco, su verdadero jefe, al que le debe el cargo, oportunista, antes que ninguno, se apresuró a tomarse la foto con la doctora en ingeniería ambiental, Claudia Sheinbaum, a la que tratará de enajenar con su estilo derrochador. Le pondrá a sus pies la chequera del estado, para que le permitan saquear el erario sin consecuencias legales. Pero el engaño no será tan fácil. En su última visita a San Luis, en las instalaciones de la Feria Nacional Potosina, aunque Gallardo le armó una parafernalia, para lucirse como experto en acarrear gente, la ex jefa de gobierno se deslindó rápido. Estableció que las cuestiones partidistas estaban al margen de las injerencias de su oscuro patrocinador.

Acostumbrado a imponer sus chuecas reglas, Gallardo se confrontó rápido con el equipo de avanzada de Sheinbaum, sus cuadros de batalla, capitaneados por el grupo Suma, a los que les puso trabas en las pintas de bardas. Los obligó a que pusieran primero los logotipos del Verde y abajo los de Morena. Los defeños, que no son nada dejados, no permitieron los mancillaran. Lo obligaron a que hiciera sus maniobras por separado. Luego, en una conferencia de prensa, para vengarse, Gallardo les echó encima a su ejército de mercenarios, dueños de diversos portales electrónicos, para desacreditar su desempeño en San Luis. Los operadores de la científica se quejaron con el actual jefe de gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, quien le llamó al rijoso mandatario, para pedirle, los ayudara en lo que fuera posible.

La misma conducta pendenciera asumió Gallardo cuando el experto en temas de izquierda y del agua, Agustín de la Rosa, junto con el ex regidor, Manuel Nava, se pronunciaron a favor de Sheinbaum. Envió a sus incondicionales para cuestionar frontal a los simpatizantes de la ganadora de las encuestas de Morena. Lo cierto es que en San Luis, el equipo base de Sheinbaum, repudia a Gallardo. Suma se ha nutrido de cuadros que se identifican con el diputado federal, Juan Ramiro Robledo y el otrora maximato, Horacio Sánchez Unzueta, lo que podría dificultarle al gobernador, mangonear a los encargados de la campaña presidencial en San Luis.

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