Los súbditos del rey o lo que es lo mismo, los hijos de la chingada

20 mayo, 20198:33 pmAutor: Francisco Parra BarbosaCapital Colaboradores Opinion

La Chingada es la Malinche Traidora, que violada por Hernán Cortés y esclavizada como su traductora-interprete, tuvo hijos mestizos, mitad indígena, mitad españoles, a los que luego ahoga en venganza contra el invasor que la ultrajó y por las noches comenzó a buscar por las calles llorando amargamente ¡ay, mis hijoooos! Fue donde surgió la Leyenda de la Llorona.

Son los Hijos de la Chingada que detestan a su madre, por infanticida, indígena y apátridas, por no tener un verdadero Padre que los aceptara y cuidara. O siquiera, los hubiera deseado tener de verdad, violador y asesino, español al fin de cuentas, “conquistador”, autoritario, depredador, invasor, esclavista, avorazado, mustio e hipócrita, cristiano “católico”. No es sólo Hernán Cortés, son todos los presidiarios malvivientes que desde Cristóbal Colón hasta la fecha siguen llegando a México a enriquecerse, muertos de hambre como son. Tales hijitos son los que hoy se sienten ofendidos porque un descendiente de los Pueblos Originarios, como habemos millones en el país y así lo acreditamos cada mañana cuando nos vemos al espejo, les ha puesto cara a la nación de saqueadores que se dedicaron a malparir a diestra y siniestra hijos por toda América, a regar hijas e hijos de los que no se hicieron responsables y que ahora, cuando intentan ir a la metrópoli, son echados, detestados, bloqueados con negativas de visas o discriminados una y otra vez.

Mario Vargas Llosa, Vicente Fox, la supuesta indígena zapatista Marichuy, Pérez Reverte, el borracho de Calderón, la vividora metida a investigadora, Julieta Fierro, la política de quinta, Cecilia Soto, el autollamado periodista Pascal Beltrán del Río, la prima de la quema niños Mariana Gómez del Campo y cientos de priistas, panistas y políticos tanto de México como de España, han salido a protestar contra la exigencia de Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos al rey de España, Felipe VI, para que pida perdón a México y los mexicanos por todas las atrocidades que desde el siglo XVI nos han ocasionado. Resulta que los súbditos del rey de España o lo que es lo mismo, hijos de la chingada en el sentido descriptivo, se sienten ofendidos. Acusan a 500 años de la conquista española que no tiene sentido solicitar disculpas. Pero me detengo un momento, recupero la experiencia que he tenido sobre el tema y reflexiono sobre los hechos que involucran a España y México.

Tres momentos que recuerdo. Tuve la oportunidad de vivir en España en 2003 y 2004, por lo que pude conocer de primera mano, lo que se piensa de México y los mexicanos, cómo nos ven y qué opinión tienen al respecto. Una vez, luego de una comida de fin de curso del doctorado, tomé un taxi del campus universitario al centro de Sevilla. Durante el trayecto, el taxista me preguntó que de dónde venía, de México, le contesté. «Ah, de Méjico, qué bueno que fuimos a conquistarlos, porque todavía andarían en taparrabos. No conocían la rueda. Ustedes eran salvajes indios, nosotros les dimos cultura, los enseñamos a hablar. Es por lo que pueden pensar. Nos visitan porque nosotros somos el centro y ustedes la periferia». Un taxista sevillano expresó en su esplendor lo que desde su contexto popular ha escuchado desde el vientre de su muy española madre. Sin el menor rubor ni recato, le espetaba a un muchacho mexicano, lo ilustraba a su manera, sobre su origen.

Estábamos a mitad de curso, le pregunte al compañero español del curso, un historiador, si los españoles tenían algo qué resolver sobre la conquista. Soltó una sonora carcajada, burlándose. «Ustedes son los que tienen que resolver sus traumas». Me quedé helado. Es decir, no tienen el menor remordimiento, no les cabe la idea de la destrucción que causaron, no tienen conciencia de sus actos. Descubrí es que son medios estúpidos, no captan rápido lo que se les dice, son más bien lentos, aunque hablen rápido y hasta por los codos. La ingenuidad les ronda. Tal vez no en la totalidad de la población, si en casi cualquier caso. El resto son malvados a morir, fríos y calculadores al grado del psicópata. No sienten dolor cuando se lo causan al otro. No son empáticos con el sufrimiento ajeno.

Iba a cruzar el Puente del Alamillo sobre el Río Guadalquivir, en Sevilla y vi a un anciano. Lo alcancé para preguntarle sobre si iba en la dirección correcta. Se me quedó viendo, me preguntó «¿de dónde eres?», de México, le respondo. Miré su semblante, que aún recuerdo, respiró hondo y sin decir mucho, reflexionó: «hasta dónde hemos regado hijos». Mueve su cabeza blanca. Se detiene, alza el brazo y arranca unas aceitunas de un robusto olivo que estaba a la vera del camino. Juan Marchena, historiador español, nos contó una mañana, durante el programa del doctorado, lo primero que hicieron los gobernantes indígenas, casar a sus hijas con los conquistadores españoles. Entonces, el rey español ordenó anular los matrimonios y obliga a que se junten solo con españolas, los que vayan a la Nueva España o cualquier rincón de América.

El profesor de política, invitado como emergente al doctorado, se mofó, dijo que ha habido tanta migración de americanos que una chica española llega con su padre y le presenta a su novio, un paraguayo. «Señor soy paraguayo y vengo para casarme con su hija -¿Para qué? -Paraguayo». La negativa del rey Felipe sexto a pedir disculpas, se produce bajo el contexto de requerir una extensa explicación histórica, política, económica, geográfica, jurídica, religiosa y antropológica. Feisbuc no es ni queriendo el espacio, pero acotando, en España, sigue privando una realidad franquista, facciosa, donde los partidos políticos mayoritarios, el Partido Socialista Obrero Español y el oficialista Partido Popular Español, se siguen repartiendo y alternando el poder. Mantienen los privilegios para una elite fascista que no está dispuesta a soltar el mando. La monarquía constitucional es una simulación que le conviene a los que se ilusionan con tener un monarca, se imaginan parte de la realeza, mientras que son monopolios económicos y la iglesia, los que manejan a su antojo los destinos del país. Telefónica, La Caixa, El Corte Inglés, Repsol, Banco Santander, Antena Tres, sólo por citar algunos, son grupos corporativos como en México son Telmex, Banorte, Maseca, Televisa, Chedraui, Soriana. Monopolizan los productos y servicios e impiden la competencia en el mercado. Controlan e imponen altos costos y precios en detrimento de los bolsillos de los consumidores. Aunado hay una Guardia Civil abyecta y represora ante cualquier disturbio que atente contra los intereses de la clase gobernante. En Cataluña saben de lo que hablo. Intentaron independizarse de España hace muy poco para reivindicarse como una república y así les fue.

Y es que cuando revisamos la historia de España, debemos repasar que en la península ibérica, los habitantes originarios fueron conquistados por los celtas, suavos y romanos que la hacen provincia, sometida luego por los musulmanes durante casi ocho siglos. Uno puede descubrir cómo toda Andalucía, el sur de España, aún guarda en las mezquitas convertidas luego en catedrales católicas, en sus barrios y casas, los estilos mudejar, con sus azulejos, zaguanes, jardines y plazas con fuentes. Se descubre la huella mulsumana, es el medio oriente herrado en los tuétanos de España. Baste ver sus caras, barbados los hombres y las mujeres con su ataviada vestimenta árabe. Los platillos y en general su gastronomía. La misma lengua, el castellano que se apoya en las muletas del andaluz: Guadalquivir, Guadalupe, almohada, mozarabe, aljibe, mairena, aljarafe, albañil, guitarra, miles de palabras árabes.

España durante cientos de años no existió. Lo que había eran cuatro grandes reinos en disputa permanente, el reino de Castilla, el reino de Aragón, el reino de León, el importante reino del sur, califatos en Córdova y el reino de Granada. Es apenas durante el siglo XV y XVI que a partir de matrimonios y alianzas políticas, los reinos en conflicto, los de Taifas, comienzan a unirse. Isabel y Fernando, los reyes católicos, le hacen la guerra a los musulmanes y logran vencerlos. Aixa le dirá a su hijo Boadbil, el gobernate de Granada, cuando entrega las llaves de la ciudad, «llora como mujer lo que no supiste defender como hombre». Es el 2 de enero de 1492. El 12 de octubre ya sabemos lo que ocurrió, Colón llegó a América. Es un sevillano del Barrio de Triana, Pinzón, que avisa: tierra a la vista. El resto, una masacre, indígenas contagiados por la gripa, la viruela, la peste. Más muertos por las epidemias de los invasores que por lo demás. Los naturales son esclavizados, llevados a Europa, vendidos, ni siquiera se les considera seres humanos. Bartolomé de las Casas, en sus cartas, hace alegatos al respecto, sobre su probable humanidad, con la certeza de que en cambio los negros son animales.

Hoy día, en España, a los gitanos, marroquíes y en general, descendientes de árabes, musulmanes y africanos, se les discrimina de manera terrible. Los gitanos a su vez llaman payos a los otros españoles, de piel blanca y rizos amarillos, no como ellos, morenos, cabelleras negras y costumbres que solo son orgullo frente al turista, el tablado flamenco. La iglesia, los agustinos, franciscanos, jesuitas, apenas llegan en parvadas, inmediatamente se apropian de las mejores tierras, edifican inmensos templos obligando a los indígenas a desmontar los suyos y con las piedras y pirámides deshechas, se erigen catedrales. Los locales entierran a sus dioses bajo los púlpitos o dentro de los cristos de maíz y de caña. La carta de López Obrador no solo se dirige al rey de España, también al Papa, a Francisco, el primer papa italiano nacido en Argentina. La iglesia católica también debe pedir perdón. ¡O no es acaso su caballito de batalla, el perdón? ¿No sacrificó dios padre a su hijo Jesucristo para que los pecados de Adán y la humanidad fueran redimidos? ¿No vinieron con tal meta los misioneros españoles? ¿O fueron cómplices de los militares y violentos conquistadores españoles? ¿No fue la iglesia católica la que bautizó a la fuerza a los indígenas, imponiéndoles los apellidos españoles a cientos? El esperpento y guiñapo de Pérez Reverte llama imbécil a López Obrador «por llevar apellidos españoles y vivir en Mexico». Como si los más de 200 pueblos originarios mexicanos hubieran pedido la llegada de los españoles.

Hoy en México solo subsisten 58 pueblos autóctonos, 62 lenguas indígenas, algunas con un solo hablante ya. En San Luis Potosí hay tres, los Pame o Xi’oui en la zona media. Los Tének o Huastecos y Náuatl en la huasteca potosina. Y aunque no son originarios locales, los Huicholes, que desde costas nayaritas y jaliscienses, vienen en peregrinación al cerro de Wirikuta, al Cerro del Quemado, en Real de Catorce, donde según su cosmovisión, está el fin del mundo. La Organización Internacional del Trabajo, en su Convenio 169 habla de los pueblos y sus tierras. España, su rey y súbditos, los hijos de la chingada, desconocen casi todo. Tratándose de leyes, tratados y mareos jurídicos, tanto el papa como el rey de España, los anteriores y el actual, aún vive Juan Carlos, luego de la conquista, se dividieron el planeta. Da cuenta el Tratado de Tordesillas como las Líneas Alejandrinas del Papa Alejandro VI, que delimitaban y favorecían a los españoles frente a los portugueses, para después posicionarse y adueñarse de todo el orbe. Decía, presumiendo un emperador español, cuando le preguntaban hasta dónde abarcaba su reino: «comienza donde sale el sol y termina donde se pone».

Hoy el rey de España desconoce la historia, se quiere hacer el desentendido, como si su corona no se la debiera a la transmisión por generaciones, del poder. El mismo que el pueblo español ha intentado quitarle con la república española, la cual fue masacrada por la dictadura franquista durante el siglo XX y la cual tuvo prisionero a un Alfonso XIII, pusilánime, igual que el abdicador Fernando VII, que entregó el poder, el franquismo, a un borbón, Juan Carlos, el multi asesino de elefantes, playboy ridículo y frívolo personaje, padre del actual Felipe VI, casado con la muy vivida Letizia, amiga de la banda Maná y popular entre la raza de Guadalajara. Los hijos de la chingada que siguen defendiendo al rey Felipe Sexto, españoles como engendrados en México, están colonizados en lo mental. Lo que exige hasta internamiento para superarlo. Existen muchos intereses de españoles en México, como los depredadores hoteleros y sus cadenas que se han adueñado del caribe mexicano, Cancún y el resto de Quintana Roo. Los banqueros de BBV Bancomer, Santander, las empresas OHL, Iberdrola, Repsol entre cientos más de rapaces negocios que se han vuelto más ricos en México que en la misma España, por las altas y desmedidas comisiones y negocios turbios al amparo del poder y bajo la férula del soborno. Porque existe la réplica, los españoles son corruptos hasta la médula o pregunten a la infanta hermana de Felipe Sexto y su cuñadito ladrón.

Descendientes de españoles de manera directa que se enseñorean en Mexico, Joaquín López Dóriga, nacido en Madrid. Vicente Fox Quezada, su madre, española. El mismo José López Portillo se jactaba de descender de españoles. El adicto y en decadencia ninfómano Luis Miguel, hijo del tratante de personas Luisito Rey. Vergüenza de gentuza. Pero distingamos, el pueblo mexicano es digno, el pueblo español lo es, son sus gobernantes y sus clases y elites políticas y militares las responsables. Felipe Sexto y el papa Francisco deben pedir perdón a México, porque la historia los juzga y son responsables de genocidio, etnocidio, invasión, ultrajes y delitos de lesa humanidad contra los pueblos originarios y sus descendientes. López Obrador se quedó corto, también deben indemnizarnos. Decía el uruguayo Eduardo Galeano como preámbulo en una de sus obras, al aludir a las juntas independentistas del siglo XIX: «hemos guardado durante mucho tiempo un silencio muy parecido a la estupidez».

 

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