Tortura y “justicia†en el San Luis del siglo XVII

18 enero, 20249:41 pmAutor: Edmundo DantésCultura

… ¡Eche un mecate al pescuezo y de vuelta!… [Instrucción del alcalde mayor Pedro Sáenz Izquierdo, en el juicio de tortura contra Felipe Gaitán].

Es octubre de 1665, la noche del día 14, para ser exactos, en la prisión del ayuntamiento, se llevó a cabo la siguiente lúgubre y escalofriante escena de tortura, con la cual se buscó obtener la declaración respecto a una serie de extorsiones y asaltos ejecutados en las cercanías de la ciudad a manos de un “capitán de salteadoresâ€, cuyo nombre se sabe era el de Nicolás de Alcalá y se hacía acompañar de una cuadrilla de bandidos.

                La ejecución de la sentencia de tortura fue llevada a cabo por el alcalde mayor y capitán general de San Luis Potosí, Pedro Sáenz Izquierdo, el inculpado que llevó por nombre, Felipe Gaitán, apodado “Aspliquetaâ€, fue aprehendido a raíz de las declaraciones que en su contra manifestaron dos individuos, Francisco de Morquecho y Lázaro Mendiola, tomados presos previamente a causa del mismo delito que se le imputaba a Felipe Gaitán y que tras ser sometidos igualmente a tortura, lo habían señalado como partícipe de los delitos de extorsión y asalto.

                El proceso de tortura se inició a las nueve de la noche según consta en el expediente  de la causa, mediante la presentación del reo ante las autoridades y la respectiva lectura de las declaraciones que contra Gaitán habían hecho los mencionados Morquecho y Mendiola.

                El alcalde mayor inició: “que si en el tormento muriera o se le quebrase alguna pierna o brazo o algún ojo se le saltase, corra por su cuenta [la de Gaitán] y no por la de su merced [del Alcalde Mayor]â€. [Entonces], “se le mostró el potro de dar tormento [a Gaitán] y se le requirió dijese la verdad sin que se lo diesen, y dijo que no sabe nada, porque está inocente de lo que se le preguntaâ€.

                Tras solicitar tres veces que declarara la verdad y decir las tres veces no saber nada al respecto de lo que se le culpaba, el alcalde mayor procedió a dar inicio con la tortura, mandó le quitaran la ropa, lo dejaran en “paños menores†y lo pusieran tendido en “el burro y potro de dar tormentoâ€. La orden fue acatada por el verdugo, Antón Sebastián, del cual se menciona, era de origen indígena, quién lo amarró de la siguiente manera: “[…] le echó ocho ligaduras, las dos en la pierna, una en el muslo, otra en la caña de la pierna (espinilla) y otros dos garrotes en cada brazo, uno en el morcillo y otro del lado abajo […]â€.

                La solicitud de que declarara la verdad, o mejor dicho, que se declarara culpable, fue acompañada, a partir de haber sido amarrado en el “burroâ€, por ocho rondas de ajuste de amarres, y en las ocho Gaitán se declaró inocente.

                Las tres primeras aplicaciones del castigo imprimieron un dolor tolerable para el reo, quien aún sin llegar a niveles críticos de malestar y dolor, declaraba no saber del asunto que le cuestionaban. Sin embargo, de la cuarta a la octava aplicación, el dolor se volvió insoportable. La declaración transcrita por el escribano real, Alonso de Pastrana, da cuenta de los gritos de dolor y las frases que Gaitán gritaba cada vez que el castigo era infringido en su persona, desde suplicios a la Virgen de San Juan hasta el clamor de que el alma de quienes lo habían acusado, ardiera en el infierno, por haberle propiciado tal dolor.

“¡Ay, Jesús! ¡ay, Jesús! ¡Válgame la Virgen de San Juan!!¡ay Jesús! ¡Válgame la Virgen Santísima de San Juan! ¡Ay, Jesús! ¡Ay! ¡Jesús sea conmigo! No se nada. ¿Qué tengo que decir, señor, si no se nada? ¡Ay, Jesús! ¡Ay! ¡Jesús sea conmigo! ¡Válgame la Virgen de San Juan! ¡Válgame la Virgen de San Juan!â€.

                La octava aplicación fue la más cruenta, “¡Ya tengo quebrados los huesos!â€, exclamó Gaitán, quien insistió en declararse inocente. La respuesta del alcalde mayor fue menos que misericordiosa, “¡eche un mecate al pescuezo y de vuelta!â€, ordenó al indio verdugo, quien al obedecer, infringió el último castigo de la noche al reo. “No se cómo pasó. Ni se qué causa me haya hecho Morquecho. Nunca le acompañé, siempre he estado trabajando. Ni he hecho robos, porque ando en el ganado. Señor no se lo perdono a quien testimonio me levanta, para aquí y para delante de Dios, ¡ay, Jesús sea conmigo!â€.

                Al no haber obtenido declaratoria de culpable, tras 64 vueltas de las ligaduras que ataban a Gaitán y debido a las condiciones físicas en que ya se encontraba, el alcalde mayor ordenó que se le curaran las heridas, le acomodaran los huesos dislocados o rotos y se le lavara la sangre.

                El episodio de tortura relatado fue sólo el comienzo, los días subsecuentes trajeron consigo una nueva serie de castigos para Gaitán, de quien se ignora la culminación del juicio o si quizá, con el cuerpo cansado y mutilado, habrá fallecido. Para conocer más: Velázquez, Primo Feliciano. (2004). Historia de San Luis Potosí, Universidad Autónoma de San Luis Potosí y El Colegio de San Luis. Tomo II, páginas 9 a 13.

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