Los derechos humanos a la carta…

5 septiembre, 201910:38 pmAutor: Francisco Parra BarbosaColaboradores Opinion

La Comisión Nacional de Derechos Humanos carece de legitimidad desde su creación el 6 de junio de 1990. Salinas de Gortari se la sacó, literalmente, de la manga, para limpiarle la cara al mal gobierno a efecto de firmar el Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos, quienes exhibían las violaciones a los derechos humanos que se cometían en México, tortura, desapariciones forzadas, abusos de autoridad, un sistema de procuración y administración de justicia corrupto e ineficaz que resultaba insostenible. Lo cierto es que la CNDH vino a ser el trapo que limpiaba la suciedad. Pronto quedó claro cuál era el propósito, la CNDH sería una oficina más de colocaciones de la dictadura priista, con jugosos sueldos para las divas bonitas del sistema político. El primer presidente fue Jorge Carpizo Mcgregor que después de fungir como rector de la UNAM fue ensalzado en el cargo como presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Luego brincó a procurador general de justicia y después secretario de gobernación del siniestro Carlos Salinas de Gortari, lo que evidenciaba el sometimiento de la comisión conectada por su ombligo umbilical a las decisiones del gobierno, todo el tiempo, lo que la anulaba de inmediato, pues ¿cómo quejarse del gobierno con el mismo gobierno? ¡Absurdo!

La CNDH por tanto venía ser el pozo sin fondo al que se invitaba a los quejosos a quienes se les habían violado sus derechos humanos a pasar a gritar con todas sus fuerzas para desahogarse, sabiendo que no pasaría nada, que todo quedaría igual, servidores públicos impunes y un sistema político dictatorial, curado en salus. La simulación de la defensa de los derechos humanos. Pero no sólo fue oportunista y espuria la creación de la CNDH, alguien señaló que en la Constitución Federal ni siquiera se contemplaba tal organismo. A los dos años de su creación, en 1992, se reformó el artículo 102 y se le agregó el apartado B para darle fundamento legal, es decir, el ignorante economista Salinas de Gortari, en su prepotencia, creó una comisión sin sustento en la ley y dos años después por fin agregaron el aspecto, porque se les había «olvidado». Es decir, en México primero se creaban los órganos de estado y luego se colocaba en la norma jurídica, todo al revés,. Es como actuaban bajo la férula de la dictadura.

La Carpa del Circo de los Derechos Humanos se develaba para beneplácito de un régimen persecutor de activistas y defensores de los mismos derechos humanos, de cuando acá al gobierno le preocupaba promover y proteger las garantías, si lo que sucedía era lo contrario. Más bien el objetivo fue quitar, robarle banderas a los activistas, colectivos y organizaciones civiles para luego chotear el tema, para desactivar las exigencias, montarse en el discurso y apoderarse de la agenda de los derechos humanos, una operación a la Matrix, donde el sistema corrupto corrompe todo lo que toca. Es como ha sucedido en el asunto con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. En 1989 estaba reciente el asesinato de Norma Corona, defensora sinaloense de los derechos humanos, una larguísima lista de otros defensores le precedía, desde los lejanos Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, hasta el mítico Salvador Nava Martínez, que exigía democracia. En todo el país, los derechos humanos eran papel mojado.

A pesar de que el estado mexicano fue fundador de la ONU y había suscrito tanto la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y los dos Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos y el de los Económicos, Sociales y Culturales de 1966, fue hasta principios de los ochentas del siglo XX que por fin los ratificó. Es decir, no había prisa por saldar los compromisos internacionales sobre Derechos Humanos en México, porque se argumentaba que con el capítulo en la Constitución Federal de las Garantías Individuales, era suficiente, 29 artículos contenían lo que el régimen necesitaba para justificar que había libertad, igualdad y seguridad y que lo demás, pues era ajeno a nuestra tradición revolucionaria…nada más alejado de la realidad.

El intento de encapsular los derechos humanos a la medida y al antojo de las decisiones del gobierno, pronto se extendió a las entidades del país, ya que en la reforma constitucional al artículo 102 apartado B se le agregó que también habría organismos protectores de derechos humanos en todo el país, nunca se mencionó que debían ser Comisiones Estatales de Derechos Humanos, ni defensorías, pero fue el modelo que se adoptó, bien pudieron haber sido tribunales u otras instancias, pero la intención era poblar al estado de oficinitas que hacen como que hacen pero que al final acaban sometiéndose al padroteo gubernamental. Hay comisiones meretrices sometidas que hacen segunda a lo que titulares de los ejecutivos locales y nacionales, ordenen, comparsas de la simulación y el vaivén político.

El compadre, el amigo, la amante y el funcionario a punto de la jubilación, han resultado electos para los cargos de presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y de las comisiones locales. La Cndh muestra la galería del terror de la que hablamos. a Jorge Carpizo lo siguió otro Jorge Madrazo Cuéllar, quien emuló los pasos de su mentor. En la procuraduría general de justicia estuvo Mirelle Rocatti, que brincó a la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Méxicoy luego a la CNDH, como parte del grupito del Estado de México que controla el país desde hace años. Rocatti se caracterizó por hacer extensiva a la institución su pueril entendimiento de la realidad, que la habría anulado para ocupar tal cargo pero que, al ser parte de un sistema podrido, pasó de largo y sentó sus reales en la presidencia. Después vendría José Luis Soberanes Fernández, un terrible y nefasto personaje que gozó bajo la palmera y la hamaca de los 80 millones de dólares que se le entregaban como presupuesto a la CNDH.

Se daba el gusto de controlar desde el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM a un séquito de chicos que deleitaban sus caprichos eróticos y cruzaban de una oficina a otra, es decir, la CNDH y el instituto hacían homeóstasis para regular los criterios sobre lo que por derechos humanos debía entenderse, no solo para efectos de la misma CNDH y sus recomendaciones, también para imposición al resto de las comisiones locales y el país en general. Se sabe que Soberanes Fernández contaba con un chef personal que le preparaba los platillos gourmet que se le antojaran a su exquisito paladar, solo que el cocinero estaba ubicado a un costado de su propia oficina en la CNDH, en un país como el nuestro, con millones de personas en extrema pobreza y otros más en pobreza a secas, resultaba insultante enterarse que el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos se daba gustos al estilo de un cortesano de Versalles como María Antonieta. Era lo que sucedía.

Y fue tal el entusiasmo que se le reeligió por otro periodo más, desde noviembre de 1999 hasta noviembre de 2009 que duró en el cargo, tiempo durante el cual la CNDH se caracterizó por ser omisa, sorda, muda, farsante, intolerante, dogmática, cerrada, obtusa, inútil, estorbosa, alcahueta de las violaciones de derechos humanos, cómplice con los violadores del sistema político, económico y social. El colmo fue cuando se atrevió a promover acciones de inconstitucionalidad contra los derechos humanos de las mujeres,. En especial, se opuso a despenalizar el aborto en la Ciudad de México. Soberanes Fernández, proveniente de organizaciones oscuras y bajo el influjo del Opus Dei, por citar un ejemplo, asociado con los panistas de la época de Vicente Fox y Felipe Calderón, hizo de las suyas desde la CDNH. Imparable en despotricar desde los dogmas como los criterios fundamentalistas contra mujeres, grupos de la diversidad sexual. Desdeñó la situación de las muertas de Juárez, por citar contadísimas situaciones de las miles que quedaron en el camino.

Su periodo se caracterizó por perseguir a defensores de derechos humanos. No se limitó a activistas sociales, también a otras comisiones de derechos humanos. Se recuerda el caso de cuando la Unión Europea junto con el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, ofertaron apoyar, que se capacitara a los funcionarios de las comisiones de derechos humanos de México. Soberanes Fernández fue el primero en oponerse, al final Emilio Álvarez Icaza que presidía la comisión de derechos humanos del distrito federal, junto con otras cinco comisiones, Querétaro, Sinaloa, San Luis Potosí, Guerrero, Guanajuato, así como el apoyo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, aceptaron el ofrecimiento y llevaron a cabo trabajos durante más de un año para fortalecer los organismos en seminarios interinstitucionales y cursos de alta formación.

Bastó para que se echaran de enemigo a Soberanes y la CNDH, que vetó las comisiones. Se negó apoyarlas y las bloqueó cuanto pudo, ya no envió materiales de promoción, folletos, libros ni nada, lo que demostró la incapacidad para dialogar, un bebote berrinchudo y estúpido que lloriqueó a las primeras que no se seguían sus caprichos. Sergio Aguayo Quezada, que había sido presidente de la Academia Mexicana de Derechos Humanos, fue un férreo crítico de Soberanes, lo que le valió que no lo eligieran para la CNDH al concluir los periodos de Soberanes. Ya durante el sexenio de Calderón se colocó a Raúl Plascencia Villanueva en la CNDH, ligado al crimen organizado, proveniente de Tijuana, donde los cárteles se enseñorearon por tales fechas, 2009 y años siguientes, a sus anchas, por todo el país. La CNDH acabó en una tumba pronto, desaparecida como los cientos de miles, que desaparecieron en el resto del sexenio calderonista como peñista. ¿Dónde estaba la CNDH? No existía, no protestaba, era comparsa de los desmanes gubernamentales.

La puntilla vino cuando designaron a Luis Raúl González Pérez, el sepulturero del caso Colosio. Otra vez el Instituto de Investigaciones Jurídicas retomó el control, apadrinado por Soberanes y sus secuaces, se volvieron a apropiar del lugar. ¿Qué ha sucedido? Nada, de nuevo había una institución obtusa, sin rumbo, disciplinada al poder priista, que ahora, a partir del cambio en la presidencia, con López Obrador, ya presidente de la república, de pronto la CNDH se volvió contestona, se hizo rebelde, le salió lo adolescente. Se activó como por arte de magia y enfrenta al gobierno federal con sendas recomendaciones, el elefante blanco comenzó a mover sus patitas y ahora puja, con temas tan pueriles como lo de las instancias infantiles por citar algún caso, de pronto a la CNDH le importan las mujeres, cuando durante décadas no movió un dedo. Es oportunista su intervención en el tema de los refugios, de las madres trabajadoras, los migrantes, desplazados, pueblos indígenas cercanos al aeropuerto de Santa Lucía.

La CNDH actúa como el Poder Judicial Federal, chillan como ratas porque les quitan sus jugosos sueldos, inflados hasta el cielo, exhiben el cobre como lo que verdaderamente son, niñas bonitas apapachadas por un sistema podrido que no está más. La CNDH y los ministros de la corte son el reducto de corruptelas antiguas, rancias y malolientes que se niegav a perder privilegios y largarse por el caño. Ya se presentó en abril de 2019 la propuesta de la Defensoría del Pueblo como organismo nacional de protección de los derechos humanos para suplir, eliminar a la CNDH y hacer cambio de estafeta. Lo que tiene muy indignados a los vividores, que han colocado a hijos, recomendados y acompañantes scort. Además de no hacer nada, aplauden como focas los desvaríos, los abusos de autoridad y las violaciones a los derechos humanos. La CNDH no deja legado cultural alguno, ni programas que hayan incidido en ningún tema o aspecto sobre los derechos humanos tan pregonados. Con el presupuesto más elevado en el mundo y el sistema no jurisdiccional de derechos humanos más grande en el planeta, la CNDH y sus compinches, las comisiones estatales, sólo colonizaron el país de pusilanimidad y vergüenza. Todo lo contrario para lo que la noble institución, el ombudsman, debió servir. En fin.

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