Otra enseñanza que dejó la visita de López Obrador a San Luis fue la nula presencia de los diputados locales de Morena en el presidio. Algunos cronistas locales, certeros, dijeron, por negarse a bajar el salario y ganar hasta tres veces más que el ícono de la Cuarta Transformación. Se han convertido en un lastre a los cambio de fondo que busca el tabasqueño. Tampoco apareció el conflictivo y protagonista super delegado, Gabino Morales, al que mantuvo lejano, indiferente. Apenas le dio órdenes secas, frías, de atender a una señora que se acercó afligida.

En poco tiempo, se sabrán los detalles de otra acusación penal en contra del funcionario, acusado de violación en la fiscalía del estado. En el sector de los litigantes, revelan pormenores de la querella que interpuso el quejoso. Los datos son desastrosos para el encargado de cuidar los intereses del gobierno federal. El único que se coló fue el senador de Morena, Primo Dothé, que aprendió a mantener una conducta de bajo perfil. Se alejó de los reflectores. No responde a los viscerales y oscuros ataques de Morales y otras corrientes intestinas. La militancia de Morena deberá preocuparse de la creciente empatía que empieza a generarse entre López Obrador y el gobernador Juan Manuel Carreras. En síntesis, el viaje del mandatario a San Luis fue un revés para sus seguidores, enfrascados en grillas mortales, politiquería barata.