Ricardo Gallardo Juárez o Ruth González Silva, la duda que carcome al indómito “Padrino”

7 mayo, 202511:58 pmAutor: Juan Pablo MorenoCapital Destacada Municipios Noticias

Después de sortear la aduana del nepotismo y anunciar que dejará la chequera estatal a mitad del presente siglo, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona, alias “El Padrino o el Sapo de Oro”, se metió en berenjenales.

Ya sin trabas legales ni políticas, le puede heredar la estafeta a dos figuras entrañables. Pero no al mismo tiempo. Ya le pudo invertir a su cónyuge, a la senadora de mayoría y minoría, Ruth González Silva, más de 3 mil millones de pesos, durante tres años complicados y llenos de tropiezos.

Se confrontĂł con la presidenta Claudia Sheinbaum, tuvo que enterrar a su candidata predilecta al senado, Rita Ozalia RodrĂ­guez, usar de tapete, dos veces consecutivas a Morena, para sacar a flote a la presidenta vitalicia del DIF estatal.

No puede ir en contra de sus propias “estrategias”. Sabe que no necesita el aval de la ambientalista para continuar con sus ambiciones transexenales. Le basta el halo del tabasqueño, Andrés Manuel López Obrador y de la dupla senatorial, Manuel Velasco y Adán Augusto López, para enraizarse en la entidad.

En una etapa de duda, desvió a su esposa a una campaña intensiva por la alcaldía de la capital, en aras de romper las barreras jurídicas que lo maniataban.

Pero gozó al máximo el momento, ya que ambos se convirtieron en una pesadilla terrorífica del doctor en gobernanza, Enrique Galindo, al desacreditarlo sin reposo. Gallardo alardea que su carisma, hechiza a las masas o “ahijados”, al grado que puede darse el lujo de candidatear al burro “Cleofas” y lograr un triunfo aplastante. Pero tiene el tiempo en contra.

En un trienio, su padre, el diputado federal del Verde Ecologista, Ricardo Gallardo Juárez, tendrá 73 años. Si lo relega por la esposa y trata de rescatarlo después, pisaría casi los 80, lo que le complicaría el ejercicio y goce pleno del poder. Sabe que está en deuda con su creador y maestro, que le enseñó el abc de las transas. Usar la violencia y el terror como métodos efectivos para conseguir lo que les plazca. Se “sacrificó” al cometerle un mega fraude electoral a la panista Sonia Mendoza, para que se colara a la gubernatura el inefable Juan Manuel Carreras y lograr que el hijo saliera de las mazmorras.

Pero también fue premiado con la alcaldía de la capital y su heredero jamás regresó los más de 200 millones de pesos hurtados del ayuntamiento de Soledad. Acostumbrado al agandalle en todas sus modalidades, Gallardo Cardona, si quiere sacar la acostumbrada ventaja ilícita electoral, ya debería traer en campaña a su papá. Salvo que, confiado en el férreo control que ejerce en San Luis, se arriesgue a destaparlo en el último instante.

Dueño de la estructura electoral, los otros poderes y más de 30 alcaldías, se puede limitar al mes de campaña para ubicar en el ánimo de los votantes a su progenitor. Y ganar doble, al hacer alcalde de la capital a Ruth González. Podría cerrar de manera espectacular el sexenio. Lo que nadie ha logrado en toda la historia. Un elixir que ya saborea su elevado ego.

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