Perfil criminológico de la personalidad narcisista. El caso de Ricardo Gallardo Cardona

1 septiembre, 20237:20 pmAutor: Julio Alfredo Ceballos AlonsoCapital Municipios Noticias Opinion

Son persuasivos, egocéntricos, seductores y con una imagen de sí mismos. Hábiles a la hora de captar lo que sienten los demás, aunque no les importe y manipularlos para conseguir sus fines. Ricardo Gallardo Cardona presenta un perfil criminológico psicópata/narcisista, que se caracteriza por ser persuasivo, egocéntrico, con una imagen elevada de sí mismo y una aparente auto-confianza. No es raro encontrar tales perfiles, con cargos de poder, tanto en empresas como en el ámbito de la política, pues el hecho de no sentir empatía ni remordimientos a la hora de tomar decisiones que pueden causar sufrimiento a los demás (despedir a alguien, deshauciarlo, utilizarlo, manipularlo), los convierte en personas aptas para determinados puestos de responsabilidad.

Su forma de relacionarse con el mundo, tanto a nivel emocional como profesional, es inestable. Sus relaciones amorosas suelen ser superficiales, promiscuas y con poca intimidad. Vive sus deseos como algo irresistible y actúa impulsivo, guiado por la búsqueda de la gratificación constante. Puede llegar incluso a usar la violencia, pues es incapaz de sentir lo que el otro recibe, sea dolor o afecto. Lo que más les preocupa. Aunque no le importe cómo repercuten sus actos en el entorno, suele tener miedo a ver dañada su imagen o reputación, pues a menudo intenta sentirse por encima de los demás.

En los momentos en los que su imagen se pone a prueba, experimenta angustia, por si recibe una crítica o un tipo de humillación. Hace lo posible por mantener la imagen de grandiosidad, aunque implique dañar o perjudicar a alguien. Es algo que se conoce como “angustia narcisista”. Lo puede llevar a sentir envidia o deseos de devaluar a otras personas. En especial, si los consideran competidores. Su entorno se suele ver afectado e incluso puede causar algún daño en la autoestima de sus allegados, porque no hay una reparación del daño que causa, ya que no asumen su responsabilidad. ¿Por qué actúa así? No existe una evidencia clara sobre cuáles pueden ser las causas de semejante naturaleza. Aunque en ocasiones se hace referencia a traumas vividos en la infancia, no es algo que se cumpla en todos los casos.

La cuestión es que la mayoría de las personas experimentan la culpa y desarrollan la empatía durante la infancia. En caso contrario, es probable que no sienta nada negativo ante muchos de sus propios comportamientos. En forma rara, acudirá por voluntad propia al psicólogo. Si lo hace, será por orden judicial. O por ejemplo, ha perdido a su pareja y quiere recuperarla. Entonces buscará ayuda, porque es consciente de que su manipulación ya no surte efecto. Pero su objetivo no es cambiar, ya que no hay un tratamiento verificado que permita ver los avances. Lo que si puede aprender son ciertas herramientas en terapia, que permiten mayor bienestar y adaptación social. Aunque no empatice en lo emocional, ni tenga la necesidad de relaciones afectivas, podría asimilar que al ayudar a los demás, es una fuente de gratificaciones.

Es decir, puede saber que comportarse de manera positiva, es útil. Pero hay focos de conflicto, dos de los ámbitos en los que puede encontrar más problemas con el entorno una persona narcisista, son el laboral y el afectivo. En uno, la persona con trastornos narcisistas, puede tener dificultades para obedecer las pautas o indicaciones de sus superiores. Asumir comportamientos inadecuados con sus compañeros. Además, puede mostrarse irritable, si interpretan que no lo valoran como deben en su empresa. Exige en muchos casos, un trato diferente al de sus compañeros. En las relaciones afectivas, también es complejo relacionarse con una persona que padece trastornos narcisistas.

En sus tratos familiares, sociales o de pareja, tenderá a priorizar sus necesidades por encima de las del resto. Es una actitud poco flexible, con respecto a las necesidades u opiniones de los demás. Es intolerante a las críticas y la superioridad con la que se mira, puede ser una fuente de conflictos con “difíciles” soluciones.

Diferencia con el egocentrismo. El narcisismo es la complacencia excesiva en la consideración de las facultades propias. El término alude al personaje mitológico Narciso, enamorado de sí mismo. Se ahogó al intentar besar su imagen reflejada en el agua. Aunque se puede hacer referencia a algunos rasgos de una figura normal, el narcisismo se manifiesta de forma patológica, como es el caso del Trastorno de la Personalidad Narcisista. Se caracteriza por un patrón de largo alcance de grandiosidad, exagera sus logros y talentos. Hay una constante necesidad de admiración y por lo general, una falta total de empatía hacia los demás. Se da la circunstancia que la mayoría no busca un tratamiento.

Lo harán hasta que la enfermedad comienza a interferir de manera significativa en su vida personal. Mientras los egocéntricos no son capaces de ver el punto de vista de la otra persona, los narcisistas saben asumir otro punto de vista. No les importa ni lo más mínimo. Aunque algunas formas de narcisismo pueden tener su origen en la personalidad interna del individuo, el trastorno es de naturaleza externa debido a la educación y al refuerzo reiterado del comportamiento. El neurólogo austriaco y padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, manejó el concepto en un ensayo de 1914, “Introducción al Narcisismo”. Se entiende por narcisismo, una forma de estructuración de la personalidad y una etapa del desarrollo del ser humano, proceso donde la libido se dirige hacia uno mismo.

Cuando no se emplean en el ámbito psicológico, los términos “narcisismo” y “narcisista”, son utilizados en forma peyorativa, denotan vanidad, presunción o egocentrismo. Aplicado a un grupo social, alude al “elitismo” o indiferencia a la difícil situación de los demás. Rasgos del perfil narcisista. Las personas que sufren el trastorno, más frecuente en adultos, hombres y personas con baja autoestima, poseen unas características peculiares que pueden ayudarnos a reconocerlos. Tienen una visión de sí mismos muy elevada. Se consideran por encima de los demás. Poseen baja capacidad de introspección y valoración de su mundo emocional. Falta de empatía y se mantienen centrados en sí mismos. Asumen un estilo de comunicación en el que el entendimiento o acuerdo con el interlocutor no existe. En las relaciones con los demás, tienden a controlar y manipular al otro con el fin de conseguir sus objetivos. Una actitud frecuente es la de establecer tratos desiguales en las que se posicionan por encima del otro, con el fin de mostrarse superiores.

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