Al arrancar las campañas rumbo a la presidencia de la república, los principales contendientes abordaron el principal problema en México: la inseguridad y la intolerable violencia que se padece en el país, por lo que presentaron alternativas al respecto.

Una vertiente positiva a destacar, consiste en que las etapas de proselitismo, abren la puerta para propiciar el debate social y las reflexiones colectivas. También encauzan el dialogo, mecanismo fundamental para escuchar razonamientos, puntos de vista diversos y recibir propuestas.

El ejercicio contrasta de manera diametral, con los últimos cinco años del actual gabinete federal, que optó por cancelar cualquier intercambio de diálogo. La sordera se impuso como regla infranqueable. Las decisiones, estrategias y acciones, no se compartieron, como tampoco estuvieron sujetas a cambios. Se implementaban y obedecían, para lo positivo o negativo.

En la misma línea, es pertinente enfatizar que los procesos electorales, también son útiles para rendir cuentas. En especial, las personas que tuvieron la tarea de gobernar y por lo mismo, la encomienda de evitar los graves daños que ahora nos heredan, por complacencia, negligencia o conveniencia.

La triste realidad es que tenemos un país inseguro, violento, el fracaso en la estrategia del gobierno federal es patente, no solo por los más de 180 mil homicidios dolosos ocurridos en lo que va del sexenio, sin contar los desaparecidos, cifras por demás escandalosas. Además, por la estela de terror que priva en la república.

Han sido tantas las tragedias donde han perdido la vida víctimas inocentes, que después de los lamentables acontecimientos donde fueron asesinados dos sacerdotes jesuitas en la sierra de Chihuahua, la iglesia católica decidió llevar a cabo lo que denominó “Los Diálogos Sociales por la Paz�.

Es curioso, en el actual sexenio, meten a los militares de constructores y administradores de empresas. Mientras, por otra parte, la iglesia se siente comprometida a pugnar por la paz ante el incremento de la violencia y la ausencia de una estrategia eficaz.

El ejercicio viene a llenar un espacio que estaba vacío, congrega a instituciones políticas, sociales y culturales, con el propósito de construir una agenda por la paz y superar la violencia, al convocar en su primera fase a los conversatorios, lo que permite realizar un diagnóstico del problema.

Han afirmado que la segunda fase consiste en plantear propuestas a las candidatas para que sean tomadas en cuenta. Adelantan que se deben trazar nuevas sendas para enfrentar el fenómeno, sensibilizar a los ciudadanos y generar cambios. Construir condiciones sociales corresponsables y crear políticas públicas.

En gran medida, los planteamientos expuestos, coinciden con lo expresado por la candidata presidencial del PRI,PAN y PRD, Xóchitl Gálvez, que maneja reconstruir el tejido social, fortalecer las familias, la juventud, la reconciliación y unidad nacional, sumar a los tres órdenes de gobierno, el congreso y la gente, a partir del respeto a los derechos humanos. Son puntos en común.

Sin embargo, la abanderada de Morena, PT y Verde, Claudia Sheinbaum, se limita a hacer un refrito que ya se lo hemos escuchado infinidad de veces al de Macuspana. Aunque coincide que se trata del principal problema de México, lo aborda con estrechez.

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