La encrucijada de Gallardo Cardona en San Miguelito

22 agosto, 20234:36 pmAutor: Juan Pablo MorenoCapital Municipios Noticias

Acostumbrado a imponerse con prepotencia, sin el mínimo respeto a los ciudadanos, menos a informarlos de las obras que se le ocurren para sacar pingues ganancias en el menor tiempo posible, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona nunca imaginó que varias decenas de aguerridos parroquianos del tradicional barrio de San Miguelito, le pusieran un alto a su conducta altanera. Lo que se puede convertir en su caída como pseudo alcalde de la capital y mega edil de la entidad, donde arbitrario, le quitó el manejo del presupuesto a los munícipes, para hacerles bulevares, parques y falsos puentes colgantes que nadie le solicitó. Los ejecuta sin el mínimo sustento técnico, jurídico y con sobreprecios de espanto.

En la capital, ya se sabe que lo empuja la envidia, el coraje de no poder doblegar al rebelde Enrique Galindo, quien se ha negado a cambiar al Partido Verde Ecologista y entregarle el manejo de la hacienda pública, que oscila en los 3 mil millones de pesos. Tampoco ha sometido a los renuentes ediles de Matehuala, Iván Estrada, al de Mexquitic, José Hilario Leal Quistián, al que ha amenazado en público, en las reuniones de seguridad. No ha podido vencer al microscópico presidente de Villa de Zaragoza, Emanuel Díaz Loredo, que ganó con las siglas del extinto Redes Sociales Progresistas, aunque puede dar el bandazo al Movimiento Ciudadano, después de varias pláticas con el dirigente estatal, Marco Antonio Gama.

Sin aspavientos, pancartas agresivas o multitudes agraviadas, los habitantes del histórico vecindario pararon las gigantescas retroexcavadoras que envió el tiránico mandatario para cobrar lo antes posible, 75 millones de pesos, sin licitar ni mostrar una hoja de papel con el mínimo trazo instructivo. Lograron lo inimaginable a partir de una premisa elemental: que Gallardo no destruya las calles ancestrales, cuyo sustrato son vetustos adoquines, que debe pulir y volver a usar, para no alterar el entorno geográfico. Subyace la imagen colectiva del padre, Ricardo Gallardo Juárez, que en su etapa de alcalde de la capital, se robó los adoquines de algunas avenidas históricas, que usó después para adornar la amplia entrada a su rancho “El Sieteâ€, contiguo a la facultad de agronomía de la universidad autónoma.

Embozado, oportunista, atrás de Galindo, Gallardo Cardona recibió el primer gran revés cuando quiso convertir a la avenida Himno Nacional en una arteria semejante a cualquiera de Nueva York. Pero, ecocida, necesitaba talar casi mil árboles para concretar la abusiva encomienda. Provocó que vecinos y organizaciones ecológicas, se manifestaran con gran enojo para vetarlo. Además de promover un amparo, que rápido les concedió la justicia federal. Para vengar la humillante afrenta, injerencista, se tardó más de un año en terminar apenas 5 kilómetros de concreto, lo que provocó el cierre de varias decenas de negocios. Creó incesantes y molestos conflictos viales para desacreditar a Galindo, que entonces guardó temeroso silencio.

Atrapado en la encrucijada de informar contra su voluntad lo que pretende hacer en San Miguelito, Gallardo tiene tres opciones. Sujetarse a lo que le ordenan los quejosos, no hacer nada y perder su negocio de 75 millones de pesos o atrabancado, ejecutar las obras sin escuchar a nadie, como está acostumbrado. Lo que provocó, le detuvieran por segunda vez las maquinarias. Y si insiste en colarse por la fuerza, provocará su caída anunciada, antes de tiempo.

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