La única forma en que el ahora gobernador Ricardo Gallardo Cardona salió libre, después de estar preso un año, por malversar más de 200 millones de pesos del ayuntamiento de Soledad, acusado de delincuencia organizada, fue sobornar a jueces y magistrados, que alegaron fallas procesales en el expediente criminal. No equivale a decir que fue ajeno a su conducta delictiva, por lo que tuvo prohibido viajar a Estados Unidos, so pena ser atrapado por la DEA o FBI. Muchos de sus críticos están asombrados de cómo pudo sortear tan complicada aduana, lo que le permite dilapidar el erario en viajes de asueto. Ya se fue antes al mismo país del norte a realizar presuntas acciones de apoyo a los migrantes potosinos.

Luego, para tirar estrés, brincó al medio oriente. Se trajo varios caballos pura sangre. Uno blanco lo estrenó al cabalgar afuera de palacio de gobierno, donde funge como velador. El 15 de septiembre, vestido de charro, galopó 30 metros y levantó a la bestia en dos patas, ante la mirada atónita de los asistentes al desfile. Sin una agenda definida, sin planes concretos para ayudar al desarrollo del estado que se ufana en saquear, ahora se fue de picnic a Japón, cuatro días, con el vago objetivo de afianzar las relaciones económicas y culturales. Como el lejano país invierte cantidades millonarias en la zona industrial, también requiere miles de viviendas para sus ejecutivos, compatriotas y trabajadores. Es dónde podría encajar el voraz contratista, dueño de miles de hectáreas urbanas en Pozos, que buscó hacerlo el municipio número 59, para, con costo al pueblo, realizar obras de infraestructura en sus negocios inmobiliarios.

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