
San Miguelito, la plutocracia y el presidente
15 julio, 20197:28 pmAutor: AgustÃn de la Rosa CharcasCapital Municipios Opinion
Es probable que el entorno en que vivimos, el hábitat en el que nos ha tocado vivir y en el que vivirán nuestros descendientes hasta el fin de los tiempos, haya sido testigo de un ejercicio de libertad, en el despliegue que un grupo numeroso de ciudadanos en visita presidencial el 24 de mayo de 2019, en la plaza de los fundadores, de forma inédita. Detenerse por un momento en la consigna que encierra un argumento de fondo como lo es ¡San Miguelito sÃ, fraccionamientos no! Es de vital importancia para la vida que se expresa de manera cotidiana en el valle, desde que existe, hace miles de años antes de la invasión de los gachupines. Cuando pululaban por nuestras llanuras y cerros los originarios de la gran Chichimeca. En la corteza terrestre existÃa un equilibrio en la biodiversidad que se ha erosionado de forma peligrosa. Me enfoco en una caracterÃstica que, para desgracia del futuro de la especie viva, casi desaparecen, las áreas verdes.
Se desarrollan de manera natural o son creadas a partir de la iniciativa del ser humano. Y también se destruyen con total premeditación, alevosÃa y ventaja en beneficio de un grupúsculo rapaz minoritario que busca la utilidad al costo que sea, de la vida misma. La realidad del planeta es que nos quedamos sin importantes zonas verdes. El desierto anuncia desolación y muerte. Los bosques se extinguen. Los ciclos hidrológicos se interrumpen. Mirar lo que ahora es nuestro valle e imaginar lo que era antes de la invasión gachupina resulta desolador. Los poco más de cuatro siglos que tenemos como ciudad fundada, son una pisca en el tiempo y el espacio de lo que tiene de vida desde el inicio de los tiempos. La llanura repleta de vegetación y de ojos de agua que soltaban los acuÃferos de manera perenne en la cuenca endorreica (por no tener salida el agua subterránea al mar) que tenemos, ya no están más tales caracterÃsticas.
Existen desequilibrios graves por la falta de agua. Crecen cada año los enormes vacÃos en el subsuelo, al generarse hundimientos por el reacomodo en los huecos provocados por extraer sin medida el lÃquido. En las últimas tres décadas se han sacado decenas de millones de metros cúbicos del acuÃfero inferior. Solo se ha logrado recargar la mitad del enorme volumen. En el 2019 se usarán 128 millones de metros cúbicos de agua y sólo recargaremos 64. Hay que dibujar el gran hoyanco que se genera.
La acción depredadora del ser humano ha sido criminal contra su propia existencia. En muy poco tiempo, lo que a la madre naturaleza le llevó millones de años formar, la marabunta llamada humanidad, en muy pocos años lo ha destruido. En el valle lo podemos observar con total nitidez, donde antes habÃa aire puro, ya no existe. Donde existÃa agua en abundancia y pura, se ha terminado. En donde tenÃamos bosques, se han terminado. Ahora tenemos enormes cantidades de dióxido de carbono que arrojan las decenas de miles de vehÃculos que circulan diario por las congestionadas y destruidas calles. Junto con la industria contaminadora instalada, el agua se termina. La poca que queda como reserva en los debilitados depósitos hÃdricos, está contaminada. La vegetación se acabó, dio paso a un enjambre de cables de conducción de energÃa eléctrica. Las llanuras han sucumbido ante las pesadas placas de concreto asfáltico e hidráulico. Los cerros se han erosionado ante la deforestación que han sufrido durante los años que tenemos como ciudad.
Eliminar los bosques trae como consecuencia directa la desaparición de la humedad. Se expulsa a la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono. Se envenena el aire que respiramos. Tenemos ahora menos capacidad de oxigenar el aire que respiramos por la falta de áreas verdes. La oligarquÃa no repara en los ecocidios que han provocado al amasar fortunas a costa del bienestar de cientos de miles de seres humanos.
La sierra de San Miguelito ha sido sometida a una erosión criminal a través de los siglos. Un sector importante ya no tiene bosques. En las últimas tres décadas los especuladores urbanos se han lanzado como criminales de nuestros equilibrios ecológicos. La parte poniente y una franja del lado sur poniente se han convertido en zona habitacional de alta plusvalÃa. Ya nunca más podremos tener los pulmones que daban vida y fortaleza. Tenemos por otro lado a ambiciosos criminales urbanos y de la plutocracia que nos ha gobernado. Crearon una zona de peligro letal para los que habitamos en la llanura.
Nos han expuesto de manera irresponsable a los peligros que representan la furia de las avenidas pluviales. Los asesinos del ecosistema no tienen llenadera, van por lo que resta de la sierra de San Miguelito. Pero han enfrentado una resistencia de los habitantes. Desde la plaza de los fundadores, el pueblo congregado, ante la presencia del presidente de la república, se impuso con su clamor contundente ¡San Miguelito sÃ, fraccionadores no! López Obrador, sensible al reclamo multitudinario, sometió a votación las dos opciones. La mayorÃa decidió por la vida, humedad, áreas verdes, preservar el cerro. Pero la plutocracia y las decenas de parásitos que la fortifican, insistirán hasta el final por adueñarse de las miles de hectáreas para sacar adelante su negocio urbanÃstico. Los sectores organizados deberán fortalecer el triunfo obtenido y profundizar la demanda para que la sierra sea reforestada. Existen las condiciones polÃticas en el orden federal para que se concrete un ambicioso programa de rescate del entorno. Es tiempo de apretar para consolidar el triunfo obtenido
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