El PRI de Carreras, desprestigiado y en la lona (Parte 2)

17 abril, 20186:51 pmAutor: Juan Pablo MorenoCapital Destacada

En la zona metropolitana, que abarca la capital, Soledad, Mexquitic y Villa de Reyes, donde se concentra más del 50% de los electores, el PRI está en la lona. No hay partido. En muchos años no hubo trabajo político, no se formaron cuadros, no se renovó la clase política. Su suma el gran desprestigio que dejaron en la alcaldía de la capital, Victoria Labastida y Mario García, con lo que hirieron de muerte al PRI, que está en una gran desventaja. En el proceso para elegir candidatos a alcaldes, diputados locales y federales, el dirigente estatal Martín Juárez Córdoba se ha visto acotado por la excesiva injerencia del secretario de gobierno, Alejandro Leal Tovías y el oficial mayor, Elías Pecina Rodríguez, los operadores políticos del gobernador Juan Manuel Carreras, que ha dado muestras de debilidad. En algunos casos han intervenido sin cuidar las formas. En las oficinas de las dependencias que encabezan, se miró la romería de aspirantes que los buscaron para exponer sus inquietudes. Impidieron que a partir de diagnósticos, serios, fríos, hechos en el campo, se tomaran las mejores decisiones.

-Conoces los intríngulis de la política. Distintas corrientes hablan de un pacto transexenal entre Carreras y Gallardo.

-Es una vertiente que se ubica en la teoría del complot. No está confirmada, la han sostenido diversos analistas y columnistas. Estuve en la campaña y al menos no participé en las mesas de negociaciones si las hubo. Pero como estudioso de la política, te diré que el pacto con el diablo es lo más común.

-Incluso, se podría mantener el acuerdo para la siguiente contienda, donde Gallardo le habrá de juntar 600 mil votos a Meade.

-Caería en un ejercicio especulativo de la política. No tengo elementos para afirmar que de manera subterránea o en lo oscurito se hayan dado los arreglos. Como hipótesis hay quien la puede creer, ya que hay evidencias a lo largo de la historia, donde el pacto con el diablo es lo más recurrente. Hay que volver a Maquiavelo, saber si el fin justifica los medios. Toca una línea que aborda la ética, los valores y principios que se mueven entre quienes hacen política.

-¿Qué escenario le espera a los potosinos ante un grupo que se consolida en términos políticos y económicos, que tiende a acrecentar su influencia?

-Mientras sea por un procedimiento limpio y los votos lo permitan, aunque no nos guste, es como funciona la democracia. Es un tema de ciudadanía. Hay que preguntarnos si hay súbditos o ciudadanos. Cuestionar a los partidos qué tanto han impactado a la gente, sobre todo el PAN, que lo tuvo como una prioridad. El tema es si se consolidan en el poder y crecen por la vía de las urnas, ¿qué se puede hacer?, es lo tirano de las mayorías.

-¿Aunque tenga sesgo de cacicazgo?

-México siempre ha sido un país de caciques, de figuras sólidas. Lo hemos visto a lo largo de la historias, es parte de la cultura política. Aparece el Tlatoani, hacendado, jefe revolucionario, el hombre fuerte y el presidente de la república. Como lo han dicho algunos autores, en México los ciudadanos y las masas siguen a los hombres y no los principios.

-Tú como demócrata e ideólogo del PRI, lo das por asentado, ¿no llamas a la rebeldía?.

-No me considero un ideólogo de mi partido. Lo conozco, lo he estudiado, como al sistema político mexicano. El que haya poco trabajo político e ideológico y que me haya preocupado en hacer algo, es por lo que me han colgado el adjetivo, pero no me lo creo. Hay temas que no alcanzo a entender todavía. Hay que seguir con los análisis y las prácticas. Al combinarse la teoría y la práctica arrojan la praxis política. Es como debemos ser en todos los partidos. No hay que ser político de salón ni tampoco político talachero. Ni pura operación política ni puro marco teórico. Hay muchos cambios en el país. Las democracias también tienen involuciones, reversas. Es lo que ocurre. Ya no cuentan las ideologías, la carrera de partido ni la militancia. Se junta el agua con el aceite. Hay patrimonialismo en las elites, llenas de simuladores y corruptelas. Existe un desprestigio enorme de la clase política mexicana. Se ha debilitado la figura de los partidos políticos. Es la realidad que tenemos. En el contexto se da nuestra democracia de baja calidad, con ciudadanos de bajo perfil. Nos dicen que en tales escenarios pueden ocurrir sucesos como los que se registran en San Luis Potosí.

-¿Sería preocupante para Carreras, que el PRI termine en tercer lugar con un congreso adverso en el cierre de su mandato?

-Se le complicaría de manera terrible la gobernabilidad, empujar una agenda legislativa, definir presupuestos, lo que es fundamental. Al desaparecer el fuero, el ejecutivo y sus colaboradores son más vulnerables. Tendría problemas al rendir cuentas. Si Carreras no logra mayoría en el poder legislativo, se le dificultará su desempeño. Si además pierde bastiones importantes como las cabeceras distritales federales, tiene que ser un habilidoso político para entender que desde la minoría y sólo con el aparato de estado, puede llamar a una agenda común. Sería muy problemático si la apuesta política es derrotada, deberá cambiar una gran parte del gabinete. Modificar su estrategia.

-¿Se puede hacer en la etapa final del sexenio?

-Tendría que resucitar gente, hacer operaciones de cicatriz. Incorporar nuevos cuadros, que los hay en los partidos y la ciudadanía. Y tal vez, se mire obligado a construir un gobierno ciudadano, de coalición, para poder transitar los próximos tres años. Claro que se le complicaría dejar un sucesor afín.

-Pareciera un gobernador muy acotado.

-Ahora los gobernadores están muy acotados. Hay poderes reales afuera, fácticos y de contrapeso como los medios informativos, empresarios. Se acabó la época del presidencialismo, de los hombres fuertes. Hay incluso acotaciones institucionales que entorpecen en términos de competencia. Hay que ir a los principios básicos de la democracia, la inclusión, el respeto a lo diferente, a la división de poderes, fortalecer el federalismo, la transparencia y rendición de cuentas. En México se ha fortalecido el pluralismo político que inició a partir de 1997 cuando el PRI perdió la mayoría de la cámara de diputados. Empieza a quedar claro que el pluralismo político se asentó y expresó a través de otras siglas partidistas como el PRD que venía de un grupo de izquierdas que dejaron el PRI, como Cuauhtémoc Cárdenas y formaron el Frente Democrático Nacional. El fortalecimiento del PAN en regiones norte, centro y occidente del país. Era el corredor azul. El pluralismo implicó un debilitamiento del PRI. Las votaciones increíbles como las del ex presidente José López Portillo en 1976, donde ganó con el 99% de los votos no se volvieron a repetir jamás. La alternancia se instaló en el país en 1989 donde el PAN ganó por primera vez en Baja California con Ernesto Ruffo. La más emblemática fue en el 2000 con la llegada de Vicente Fox que por vez primera sacó al PRI de los Pinos y del poder presidencial. A lo largo de los últimos 20 años se ha consolidado.

“El PRI se hizo uno entre varios partidos. Luego llegó el panista Felipe Calderón. El PRI tuvo una crisis y quedó en la orfandad. El partido que siempre se unió en torno al gran Tlatoani, entonces se escondió en figuras cuasi feudales como los gobernadores y empezó a fraguar su retorno. El gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto los aglutinó a todos. Los errores de Fox y Calderón son de una etapa fallida. Uno dejó ir la oportunidad del cambio político. Prefirió pactar y cohabitar con los actores del viejo régimen. Otro emprendió la guerra contra el crimen organizado, que ha devastado al país por la cantidad de muertos. Fue lo que propició el retorno del PRI con Peña, un candidato carismático, atractivo para las mujeres, con un PRI organizado en torno a los gobernadores. El gran mérito de Peña fue lograr las reformas estructurales por México. Luego el PRI cometió errores que lo dañaron de manera terrible, como los escándalos de corruptelas de los gobernadores que el presidente ubicó como los mandatarios del nuevo régimen que oscilaron entre los 38 y 45 años, donde figuró Xavier Duarte, Eugenio Hernández, Tomás Yarrington y más. La mayoría está en la cárcel y otros son perseguidos. El mismo tema de la Casa Blanca de la actriz Angélica Rivera, fue un golpe terrible para la figura presidencial. La residencia de descanso del ex secretario de hacienda, Luis Videgaray, que construyó la misma empresa que hizo la Casa Blanca dañó la imagen del PRI. El argumento de que el partido sabía gobernar y aprendió la lección, se cayó”.

“La ciudadanía está en el desencanto por las corruptelas de mandatarios y sus colaboradores. Se suma el tema de inseguridad y nulos castigos. Actos que lesionaron a la gente, como el gasolinazo, tuvieron repercusiones en el ámbito político y electoral. El PRI empezó a perder gubernaturas, de 20, ahora son 12 ó 14. Habla de otras opciones que han crecido. En los últimos tres años despegó López Obrador que se desprendió del PRD y creó su propio partido. Emprendió un prematuro proselitismo. Al paso de los años y los resultados de dos meses de precampaña, es el candidato puntero. Despierta una gran polémica, se le odia o quiere. Lo han estigmatizado. También logró la empatía con la gente, molesta con el PAN y PRI. Si agregamos que arribó al país un pragmatismo salvaje donde las doctrinas y referentes ideológicos de los partidos no cuentan. Lo que propició las alianzas electoreras que conocemos. La contienda del 2028 se hizo incierta, se ignora quién puede ganar. Las encuestas de manera consistente señalan que López Obrador es el puntero. Ricardo Anaya resultó una revelación, pudo someter al panismo tradicional, pactar con el diablo y hacer posible una realidad que ni los alquimistas pudieron juntar, el agua y el aceite. Es pragmático, un destacado ejecutor de las enseñanzas de Nicolás Maquiavelo. Un joven maravilla que aprendió a traicionar, mentir, mandar al bote de la basura el cuerpo doctrinario del PAN. El partido histórico que siempre fue de ciudadanos, casi el mártir de la democracia, los místicos del voto, los de la brega de eternidad. Los padres fundadores se revuelcan en la tumba al ver que el demonio se apoderó de las almas de los panistas”.

“También parece que la profecía de otro ideólogo, Carlos Castillo Peraza, se cumplió cuando sentenció que podían ganar el poder y perder el partido. El PRI tiene una crisis de identidad. Ya no cuenta la carrera de partido ni la historia, vinculada sus ideas y programa de acciones. Llegó una nueva camada de políticos sin militancia, como el líder nacional Enrique Ochoa. Y como San Pedro, negó tres veces al señor. En una entrevista, para ser consejero, sostuvo que no era priista. Lo montaron en un proceso antidemocrático para hacerlo dirigente. La generación de políticos sin raíces populares, no son producto de las escuelas públicas. No tienen raigambre en el pueblo, en un partido de masas como lo fue el PRI en sus orígenes. Lo llevan ahora a la debacle. Corre un gran riesgo en los próximos comicios. El candidato José Antonio Meade, después de dos meses de precampaña, no crece. Se estancó en el tercer lugar. A pesar de que se vendió como una figura ciudadana, que podía garantizar, no se iban a repetir los mismos vicios en el PRI. La gente lo percibe como alguien que usa la estructura de los partidos coaligados, como el Verde Ecologista y Nueva Alianza. Lo han estigmatizado como el personaje de la continuidad. Contradice los estudios e investigaciones donde se establece que la gente busca un cambio. No va a romper con Peña Nieto ni con el PRI. No se ha deslindado de manera radical, de los peores vicios del partido”.

“Es por lo que se prendieron los focos rojos. En la campaña van a contrarrestar lo que tiene a favor y le falta a López Obrador y Anaya. En los espacios muertos, ya se asoman los golpes negros, para quitar de la lucha a Anaya y sólo queden Meade y López Obrador, al que ya atacan. Tampoco se puede adelantar al ganador. En el 2000, el candidato del PRI, Francisco Labastida, traía 50 puntos en las intenciones del voto. Llegó a tener más de 30 puntos de diferencia con Fox, que terminó por derrotarlo. En el 2006, López Obrador iba a la cabeza. Cometió infinidad de errores. Es verdad que su peor enemigo es su propia persona. Se tropieza con su lengua cada rato. Si entendiera que callado se ve más simpático y deja de pelearse con todos, se le quitaría la leyenda de candidato vuela trenes y belicoso. Es donde lo atacan sus adversarios. A Anaya lo investigan en su patrimonio y vida personal. La guerra sucia está en las redes sociales al máximo”.

-Hablaste que el PRI está en la lona. ¿En tu etapa de dirigente hacia donde enfocaste los esfuerzos?

-En enseñanzas y aprendizajes que tuve. El PRI tiene fortalezas probadas en términos históricos. Una es su estructura territorial. Está en las zonas indígenas y cabeceras municipales. En el PRI se traduce en seccionales, comités de base o consejos políticos municipales. Es en lo que trabajé. Otro punto es que el PRI no debe estar ausente en el debate público. Fijar la agenda y debatir con sus adversarios. Dar la lucha ideológica y cultural. Convertirse en vigilante de lo que hacen sus representantes en los gobiernos municipales y el congreso. O sucede lo que ya vimos, el PRI no ha tenido la capacidad de meter en orden a sus legisladores que han cometido errores, excesos o presuntos actos de corrupción. Hay que darle espacio a los sectores, organizaciones y movimientos internos. Procurar la cercanía con el líder natural que es el gobernador. Formar cuadros y abrir la oportunidad a otros. Tomar banderas que son emergentes, la lucha de género, personas con otras capacidades, de la tercera edad, grupos indígenas, intelectuales, académicos y jóvenes. Es el esfuerzo que ya no se hace. En muchos sentidos, no existe el partido, que tiene déficits.

-Como interlocutor der dos poderes, ¿el grupo de los llamados Broncos, se convirtió en contrapeso del gobernador?

-Cuando entré ya estaba muy armado. Fue una especie de órgano parlamentario al margen de los partidos que aglutinó a diputados del PRD, PAN y PRI. Fue un grupo de presión que metió en problemas al secretario de gobierno, al ejecutivo y tu servidor. Entorpecieron la agenda legislativa y chantajearon a las dirigencias de sus partidos. Degradaron la vida institucional. Desprestigiaron más la figura del diputado. Algunos se vieron involucrados en corruptelas. Fue difícil operar. No lo asumo como un fracaso, me dejó un aprendizaje. Me hizo comprender otros aspectos de la política. Como el estado en que se han degradado instituciones, el parlamento mexicano, el congreso local en particular y el federal. Lo difícil que es para el gobernador, no tener cuadros o simpatizantes leales que trabajen una alianza de corte institucional, sin que implique sometimiento. Al contrario, respeto, ayuda, una agenda común donde el ciudadano sea el centro de todo. No se dio en el grupo. Ya no está Enrique Flores. A José Guadalupe Torres, tal vez no lo postule a otro cargo el PRD. Óscar Bautista tiene serios problemas en sus aspiraciones para ser diputado federal.

-¿Se pueden saber las causas de tu salida como enlace de dos poderes?

-Hubo un deterioro en las relaciones con diputados de varias fracciones. Incluso del PRI. Mi salida la exigió Manuel Barrera y José Luis Romero Calzada. La avaló el actual presidente del congreso, Fernando Chávez. El pretexto fue ridículo. Dicho por el secretario de gobierno, Alejandro Leal Tovías, que no tuve la capacidad de ponerle bozal al legislador Alejandro Segovia, en la memorable intervención en tribuna donde señaló de forma grosera, que el gobernador no tiene tamaños. Se me estigmatizó. Fue el pretexto perfecto para Leal que buscó cambiar de baraja y jugar de otra manera en una de sus funciones que implica su trato con el congreso. Le planteó a su antojo el tema al gobernador, que decretó mi salida. Lo entiendo. Es muy natural en quienes somos funcionarios públicos. Pero no significa que uno muera en lo político. Siempre hay la oportunidad de actuar. Si fue justo o no, ya no vale la pena personalizar o agraviarme. Entiendo la circunstancia en que se decidió mi suerte. Hay vida política más allá del cargo de subsecretario. Tengo 33 años de militancia en el PRI. He desempeñado cargos en el gobierno municipal, estatal y congreso. No todas las gana uno. Hay que aprender de los reveses, errores. Hay mil formas de hacer política, desde los medios informativos, el activismo, un cargo de partido, electivo. Pero también en el ejercicio de la libertad personal, uno decide con quien juega. Mi historia personal y formativa, me hacen valorar el pensamiento crítico. Uno es lo que decide a lo largo de su vida a partir de las decisiones que se toman. Algunos no entienden que el poder es temporal y prestado. En consecuencia, siempre hay la oportunidad de hacer política, que como dicen los teóricos, es el único espacio donde los muertos reviven. Nadie está muerto para siempre.

-La misma fórmula le pudo aplicar Leal Tovías al secretario de finanzas, José Luis Ugalde, que denostó a Carreras.

-Sí, pero la posición de Ugalde es otra. Fue más permisivo a pesar que se refirió al gobernador en términos ofensivos. No se le castigó. Pero se le aplicó un castigo que duele más. No lo dejaron subir al cuaco de la senaduría, lo bajaron de fea manera. Le mataron sus locos desvaríos.

-¿Por qué sacrificar con saña en público a Ugalde y Galindo?

-Son estilos políticos. Hay quienes son finos para tomar decisiones y degüellan en silencio, sin aspavientos. Otros aplican la guillotina de manera abierta. Hay que cuidar la sensibilidad de quienes han servido al sistema y al partido. No olvidar las enseñanzas del pensador Jesús Reyes Heroles de que la forma es fondo. Recordar al ex secretario de gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, que tenía un estilo contundente, efectivo y refinado. La política la hacen personas con valores, familia y aspiraciones legítimas. No debe haber espacio para la rudeza innecesaria.

 

 

 

 

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