“Vas a ver pinche huasteco”

18 diciembre, 20188:28 pmAutor: Agustín de la Rosa CharcasColaboradores Opinion

La violencia en nuestro país es profunda y poderosa. Tiene sus raíces en las cañerías del poder público corrupto. Es como se explica la casi absoluta impunidad que se registra en los ataques donde son víctimas los ciudadanos inocentes, que son “señalados” por los malandros con placa y uniforme. Es infinito el número de personas que tuvo la mala fortuna de caer en las manos de tales hampones que se mueven por los caños pestilentes, llenos de terror y corrupción, en contubernio con los mandos superiores que los toleran. O los envían a delinquir con total impunidad para completar las cuotas que les exigen. Un estimado amigo de muchos años, originario de Tamasopo, es Guadalupe Zamudio Zavala. Lo conocí por mediación de una compañera regidora del PRD en el municipio huasteco, Claudia Tello. Lupe fungía entonces, si la memoria no me falla, como secretario del ayuntamiento. Sí lo anterior no es del todo preciso, lo es que era funcionario público municipal. Tiempo después, la amistad se reforzó al militar juntos en el PRD, cuando no obstante los problemas de democracia interna, no era el reducto de criminales como los que ahora lo tienen bajo su yugo.

En los caminos de lucha consolidamos una sincera amistad, sin dobleces. En más de una ocasión lo acompañé en sus campañas políticas exitosas, por el apoyo popular que siempre tuvo, por la presidencia municipal de Tamasopo, en las que le han robado el triunfo. Hemos platicado en varias ocasiones de temas políticos. La charla más reciente fue el pasado 9 de noviembre, en la que por la premura del tiempo y los compromisos que tenía agendados, acordamos continuarla al día siguiente a las 12 de la mañana. Al salir de una reunión que tenía acordada, me comuniqué previamente con Lupe, para decirle que me dirigía a la cita. Me contestó con la mala noticia de que había sufrido un asalto y que estaba en la procuraduría levantando la denuncia correspondiente. Sorprendido, pospusimos la reunión para más tarde, donde pude conocer por su propia voz, la negra noche de terror que enfrentó, no con criminales comunes civiles. Los tuvo con vándalos que cargan placa y uniforme, con permiso para robar, asesinar y lo que se ofrezca. En la total impunidad.

El relato que me hiciera mi amigo, partió de la contrariedad de no encontrar cuarto en un hotel localizado a la altura de la vieja central de autobuses, que, me dice, es donde con frecuencia se hospeda, cada que viene a la ciudad a tramitar asuntos de su interés particular. Un conocido de Lupe lo llevó al hotel donde lo dejó, confiado en que encontraría un lugar. Pero al no tener éxito, se dirigió hacia el centro histórico, por la avenida Universidad, caminado. Para entonces era la una de la mañana. “Al transitar por Eje Vial y la calle de los Bravo, ingeniero, me interceptó una patrulla de la policía estatal, se bajan dos oficiales, quienes me preguntaron, qué hago y hacia donde me dirijo”. Preocupado por la forma en que fue abordado, sin dar motivo, me sigue relatando Lupe. “Les señalé que venía de Tambaca, Tamasopo y andaba buscando un hotel, pero los dos agentes me dijeron que no era verdad, que yo andaba haciendo otras tareas y que me subiera a la patrulla. Me negué, no había motivos ni había infringido la ley”.

“Contestaron que no importaba, que me subiera a la patrulla. Uno me puso las esposas entre las dos manos y con empujones me treparon a la unidad”. El conductor, que Zamudio identificó como David Aquino, le pidió se identificara. Al mostrar su credencial de elector, le fue arrebatada. Ya no se la regresaron. Al avanzar, reclamó, por qué lo maltrataban, cuando no había infringido la ley. Aquino le contestó con estilo mafioso, con el tufo de la podredumbre de los caños que el poder utiliza para asaltar, asesinar y desaparecer a ciudadanos inocentes: “vas a ver pinche huasteco”. A Lupe lo llevaron al edificio de “Seguridad Pública del Estado” donde “lo ingresaron por un túnel. Me dijeron que subiera unas escaleras, llegué a unas celdas donde no había más personas”. No le permitieron hacer una llamada a la que tiene derecho, solo se burlaron cuando lo solicitó en dos ocasiones. Los delincuentes uniformados tenían a su merced a la presa y se aprestaban a terminar su acto deplorable. Con el más arbitrario abuso del poder con que actúan los rufianes, pagados por la sociedad potosina, para que la asalten y lastimen.

Sigue el relato de Guadalupe Zamudio. “Me quitaron las esposas y me llevaron a un cuarto que estaba solo, donde el oficial David Aquino me pidió, pusiera mis pertenencias en una repisa de madera que estaba sujeta a la pared. Saqué lo que cargaba, como mi cartera, donde era notorio un dinero que me habían pagado, lo que corroboró Aquino, quien la abrió para ver lo que tenía en su interior. Observé entonces que le hizo señas al otro agente, su acompañante de la patrulla, que de inmediato me condujo a otro lugar contiguo. Me ordenó que pusiera las manos hacia arriba y el cuerpo pegado contra el muro. La acción no duró más que dos minutos. Me señaló regresar al otro local. Observé por el grosor de la cartera, que me habían sustraído billetes. Le dije a Aquino que me faltaba dinero, ya que no era el que había dejado. Me contestó que si le estaba diciendo ratero, ¿dices que soy ratero?, gritó”. Después de cometer su bajeza, los “guardianes del orden” trasladaron a Zamudio a las celdas que tienen en Abastos.

“Me llevaron por la carretera a Rioverde, ingeniero, en verdad, iba temeroso de mi vida. Imaginé abrir la puerta de la camioneta y arrojarme”. Zamudio fue ingresado por los delincuentes con uniforme y puesto a disposición para que se le terminara el protocolo que encubriera el secuestro, robo y el temor fundado de perder la vida, que padeció durante la negra noche de la madrugada del 10 de noviembre en manos de los corruptos agentes estatales. Al negarse a firmar el documento donde se le culpaba de delitos que nunca cometió y no cubrir la “multa”, fue sacado a empujones de los tenebrosos recintos de “seguridad”, que los han convertido en caterva de delincuentes que se ostentan como policías. Antes de salir, una uniformada le puso en la bolsa de la camisa un papel que decía: “faltas al bando de policía”.

Era un recibo de la infracción, con la que los delincuentes pretenden encubrir su papel de hampones que cada noche salen en busca de víctimas indefensas. En el palacio de gobierno ya tienen conocimiento del abusivo y criminal acto de tales delincuentes en contra de Zamudio, que lucha por tener en el estado y país una vida democrática, para que se termine de una vez y para siempre, la corrupción e impunidad que corroe las entrañas de las instituciones públicas y privadas. El gobernador Juan Manuel Carreras debe dejar de proteger a los pillos que tiene en las filas de los cuerpos de seguridad pública.

La denuncia está puesta en la procuraduría del estado con el número de expediente CDI/PGJE/ZC/SLP/28663/18. La lucha es por recuperar la tranquilidad de nuestras vidas, para que nuestras familias puedan caminar con absoluta tranquilidad por las plazas y calles a cualquier hora del día y de la noche. Es una de las principales demandas que recorre todos los rincones de la patria. El poder corrupto y corruptor no moverá un solo dedo para que cambie el actual status quo. Será producto de la reacción organizada de la sociedad. Como ya ocurre en el país entero. Pero es fundamental entender que la sociedad no debe dejar de movilizarse hasta que alcancemos la libertad y paz a las que aspiramos.

Comments

comments

Comments

comments