La arrogancia de los políticos

11 septiembre, 201810:28 pmAutor: Arturo Pérez AlonsoColaboradores Opinion

El gran fracaso en los políticos es la arrogancia, soberbia, prepotencia y falta de ética. Dice un refrán, dale poder a un inteligente y lo marea, pero dale poder a un neófito y loco se vuelve. El poder solo se sube a la cabeza cuando se encuentra un cerebro vacío. El ser humano pierde el piso cuando se encuentra en un estado de eminencia. Ahora los políticos o servidores públicos no tienen vocación, menos ética. Aclaro que no pretendo en unas líneas dar clases de moral, pero sí resaltar la gran necesidad de tener un mínimo de valores en la tarea de servir o hacer política. Han salido declaraciones de un líder mundial sobre el tema de regir la vida pública con principios, Vladimir Putin, del gobierno ruso. En muchas de sus arengas se ha pronunciado a favor de la moral del ser humano. No anda tan equivocado, ya que a muchos políticos mexicanos les falta.

El fracaso en los políticos se da por la carencia de principios. Hace tiempo salió una frase en México, el que no transa no avanza. Sin pretender descubrir el hilo negro, están los resultados, una corrupción que permea todos los ámbitos, las instituciones, todo por no tener el mínimo de ética, disciplina filosófica que estudia el bien y mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano. Conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran el comportamiento en una comunidad, término que proviene de la palabra griega «ethos”, que originalmente significó morada, lugar donde se vive. Pero vamos a dejar el concepto y continuar con el comentario de las otras actitudes que han llevado al fracaso a muchos políticos, como son la soberbia, la arrogancia y prepotencia. Como ciudadanos nos enfrentamos a tales conductas de los servidores públicos. Más cuando tenemos la necesidad de gestionar soluciones a problemas que nos aquejan en el ámbito social. Se les olvida a los políticos que cuando están en la tarea pública, son servidores y al pueblo se deben.

Muchas veces tenemos que sufrir su indolencia, falta de atención y su rechazo. Demuestran soberbia, prepotencia, más cuando no dan resultados o se les cuestiona con críticas. Se les puede aplicar la frase conocida, si no pueden con el cargo y no les gusta, que renuncien, así de sencillo. Pero sucede todo lo contrario, más se llenan de arrogancia, soberbia, pierden la vergüenza. Lo que les interesa es estar pegados a la ubre del pueblo el mayor tiempo que se pueda. Muchos tienen el descaro, sin dar resultados, de brincar de un puesto a otro, reelegirse, como los diputados locales que van a regresar, los alkaserses van a repetir.

En su mayoría, el ser humano se pierde o fracasa por actitudes negativas. No se diga en los políticos, con el síndrome del yo, yo. Nada de sencillez y humildad, se llenan de altivez, soberbia, arrogancia. Sólo se han encargado de construir para su propio «reino». Olvidan sus promesas, le dan la espalda a los ciudadanos. Ejemplos hay muchos, no nos alcanzaría enumerarlos. Sin ir tan lejos, el ejemplo más reciente está con el presidente que va de salida, Ricardo Gallardo Juárez. Ya se han escrito varios comentarios y artículos sobre la subida y caída del personaje, el vendedor de pollos que quiso ser gobernador. No era indebida su pretensión, pero se le olvidó lo más elemental, respetar a los potosinos, independiente de su voracidad, lo afectó la falta de promesas incumplidas, la no rendición de cuentas, que no es muy amante del tema. Lo que lo llevó al fracaso rotundo fue su ego, la soberbia y arrogancia en toda su manifestación.

Si con una sola actitud a la larga la persona se pierde, ahora todas juntas, es el acabose. En los políticos pudiéramos extendernos sobre el tema, pero lo dejamos para la reflexión. Como servidores públicos actúan con el mínimo de valores, olvidan que el poder emana del pueblo. Ignoran que a través de la historia existió un hombre, un rey en la edad de oro del reino de Israel que empezó a gobernar muy joven. Le pidió a dios sabiduría para guiar al pueblo y lo logró. Es exacto  un principio universal, el principio de la sabiduría es el temor, reverencia, respeto a dios. Es lo que libra al ser humano de actitudes negativas. Lo ubica, lo centra. Ojalá todo político comprendiera el mensaje para no fracasar y sirviera con vocación, pasión a los ciudadanos. Hasta la próxima.

 

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