¡Fanatismo en la política!

10 abril, 201810:28 pmAutor: Arturo Pérez AlonsoColaboradores Opinion

A través de la historia, el ser humano ha buscado y anhelado un líder, un personaje que lo saque de sus problemas, que solucione sus diversas necesidades. Pero lamentablemente, los políticos, los partidos, se han valido de las necesidades de la ciudadanía para lograr sus propios beneficios e intereses de una manera descarada, pasando por encima del bienestar del pueblo. Muchas veces el fanatismo se relaciona a lo religioso, pero una actitud fanática va más allá. Es peligrosa porque puede conducir a la intolerancia.

En su concepto amplio, el fanatismo es el apasionamiento exagerado. Alude a una actitud o actividad que se manifiesta con pasión excesiva, desmedida, irracional y tenaz, en defensa de una idea, teoría, cultura o estilo de vida. Hay muchos ejemplos en todos los tiempos. Mencionaremos al genocida Adolfo Hitler, que llevó a desatar la segunda guerra mundial con el movimiento nazi.

Lo rescatamos y guardando las comparaciones, se dio al observar las dos últimas manifestaciones locales, con un sello bien marcado de intereses particulares. Hubo una concentración de gente afuera de palacio de gobierno del estado, identificada con el fenómeno llamado «gallardismo». Pueden ser legítimas sus peticiones, con el estandarte de mayor seguridad, entre otras demandas. Pero no es un tema exclusivo de un grupo o de intereses políticos. Es un clamor y exigencia generalizada de todos los potosinos que no ha garantizado el estado fallido.

Pero la realidad de la manifestación «pacífica» tuvo otro objetivo, defender a un servidor público, al presidente municipal, Ricardo Gallardo Juárez, que ha dejado mucho que desear en su desempeño, en el servicio para todos los potosinos, como el negarse a rendir cuentas claras. Se pudo percatar que algunas personas, en el discurso, rayaron en la locura. Sus exclamaciones se dieron de una manera frenética para defender lo indefendible.

En tales casos, el líder político de un grupo o sector, debe tener absoluto cuidado al conducir sus huestes o simpatizantes. Actuar con responsabilidad, sin engañar, menos manipular. Pero se ha perdido el nivel de diálogo y de debate. Sólo se concentran en ofensas, gritos, denostaciones, difamaciones. Los políticos y partidos buscan el poder por el poder para seguirse enriqueciéndose y servirse a sí mismos. No les importa el bienestar común, ciudadano. ¡Aguas con las actitudes fanáticas!.

Al tercer día hubo otra marcha hacia la unidad administrativa municipal, convocada por un personaje controversial. Un representante popular, el diputado José Luis Romero, El Tekmol, quizá con una bandera positiva, protestó contra un pésimo servidor público, Gallardo, por la falta de transparencia y cuentas claras. Pero ya no hay confiabilidad en los llamados legisladores, convertidos en protagonistas. Más en tiempos electorales, ya que solo jalan agua para su molino. Usan a la gente para sus negros propósitos. Recordemos tiempo atrás, cuando se daba el dedazo, perdón, el destape antidemocrático del candidato presidencial del PRI, un personaje sin ningún verdadero liderazgo ni presencia, al que se le tenía que rendir pleitesías, halagos exagerados, sin haber hecho algo todavía por la nación.

En síntesis, el fanatismo es una conducta negativa que se adquiere. No es beneficioso para el individuo, menos para la sociedad. Es una pasión exacerbada, desmedida, brutal, dañina. Ojalá todos los políticos y servidores públicos reflexionen la frase de una manera humilde: siervo inútil soy, porque no hice lo que debo hacer. Muchos ni lo mínimo hacen, solo transar y que el pueblo se friegue.

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