Aunque el gobernador Ricardo Gallardo usó de tapete a Morena para consolidar su atroz cacicazgo en San Luis, no impidió que se colaran varios diputados locales, que le podrían entorpecer, ya no pisotear tres años más al poder legislativo.

El único que le habrá de obedecer de manera lacayuna es Cuauhtli Badillo, que logró reelegirse al pegarse como lapa a la ex contendiente por la alcaldía de la capital, con las siglas del Verde Ecologista, Sonia Mendoza, que lo sacó a flote.

Las humilladas bases confían en que los habrán de reivindicar Gabriela López Torres, esposa del delegado de la secretaría del bienestar, Guillermo Morales. Hará equipo con otro cuadro salido de la dependencia federal, Carlos Arreola Mallol, que se identifica con sus impulsores, Gabino Morales y Leonel Serrato, a los que Gallardo traicionó después de que lo ayudaron a conseguir el triunfo.

Se coló por el distrito 12 de Cárdenas, Roberto García. Y por el distrito 13 de Valles, Nancy García. Pueden ampliar su influencia si hacen mancuerna con el dirigente de Movimiento Ciudadano, Marco Gama Basarte, que buscará la gubernatura en tres años. Está urgido de ganar currícula.

Otras que se pueden sumar a las labores de contrapesos, son las dirigentes del PRI, Sara Rocha y Frinné Azuara Yarzábal, que aspiran a continuar su carrera política al lado del edil de la capital, Enrique Galindo.

Aunque en el primer periodo se extravió, puede resucitar Rubén Guajardo, que busca con denuedo la alcaldía de la capital.

Con 7 legisladores decididos, se puede reivindicar la autonomía que la ley les otorga. Inspirarse en el desempeño que antes tuvieron los perredistas, Eduardo Martínez Benavente y Juan Ramiro Robledo Ruiz, que se opusieron a la conducta atrabiliaria del panista Marcelo de los Santos, al que obligaron a comparecer ante un poder autónomo.

No todo está perdido ante el voraz sátrapa, que con el garrote en la mano o un costal de billetes, también los puede anular antes de que entren a ejercer el mandato que el pueblo les confirió

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