Los excesos de López Obrador en San Luis

28 febrero, 20246:22 pmAutor: Juan Pablo MorenoCapital Municipios Noticias Opinion

Aunque prometió encerrarlo por mafioso, ahora, pragmático, oportunista, el presidente Andrés Manuel López Obrador, con fines electorales, visita frecuente a San Luis, para enaltecer a su alfil, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona, al que exalta sin límites a cambio de 500 mil votos que le prometió a su corcholata predilecta, Claudia Sheibaum. Lo cierto es que el mandatario se equivoca. No considera el creciente desprestigio de su testaferro, que se ha peleado frontal con miles de burócratas, activos, jubilados y profesores de las sección 26, 52 y de los demás segmentos, a los que corre sin piedad, les quita el salario, prestaciones médicas y no les paga las jubilaciones que se ganaron con el sudor de la frente durante tres décadas. Aunque López tiene como epicentro de su accionar el combate a las corruptelas, en la entidad tiene a un ícono de los despilfarros y manejos deshonestos del presupuesto. Las obras más jugosas las entrega a su red de socios y prestanombres. Además, las ejecuta cerca de sus propiedades, para darle mayor plusvalía a las inversiones. Es el principal proveedor de artículos escolares.

El promotor número uno de grupos musicales que promueven la anticultura narca en sus letras. López Obrador no se da cuenta que las lealtades políticas y electorales de Gallardo están con su verdadero jefe, el dueño de la franquicia del Verde Ecologista, Manuel Velasco. Hará todo lo posible por enterrar a Morena a la que le compite frontal para sacar como senadores a sus incondicionales, Ruth González, Gilberto Hernández e Ignacio Segura. El tabasqueño se equivoca como sus antecesores, al subestimar a los potosinos, que poco aportan al Producto Interno Bruto y en el ámbito electoral, no superan los 500 mil votos, los que consiguió sólo, incluso sin Morena, en su impactante victoria. No sopesa que le echó encima a la ciudadanía, a un aspirante a cacique de horca y cuchillo, que buscará quedarse en el cargo, a través de patiños, los próximos 30 años. Y que usará la hacienda pública, para convertirse en el hombre más rico de San Luis.

Si es verdad que a López Obrador le preocupa, le cuelguen milagros que no merece, como tener vínculos con delincuentes peligrosos, debería exigirle a Gallardo, entregue los 2 mil 500 millones de pesos que descontó de pensiones a los trabajadores estatales. Y clarifique el destino de 2 mil millones de pesos, producto de la venta de los terrenos que iban a destinarse a la trasnacional Ford. Al exaltar cada rato en público a Gallardo, el presidente López Obrador condena a casi 3 millones de habitantes a un verdadero fatalismo histórico. Lo que jamás le habrán de perdonar.

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