Los enfermizos y convenencieros tratos de López Obrador con Gallardo Cardona

22 enero, 20247:31 pmAutor: Juan Pablo MorenoCapital Municipios Noticias

Muy pronto olvidó el presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando el peligroso binomio integrado por los ex ediles de Soledad, Ricardo Gallardo Juárez y Ricardo Gallardo Cardona, lo persiguieron, como en las películas, por varios minutos, por el complicado rio Santiago, lleno de baches y peligrosos retornos. No se pudo escapar. Cuando lo interceptan, lo obligan acudir a una de sus incontables mansiones, dónde le imponen la agenda política a seguir. Urgido de votos fáciles, como ahora, que le prometen 500 mil votos para su posible relevo, Claudia Sheinbaum, el tabasqueño se doblegó. Tampoco les reclamó un desfalco que superó los 15 millones de pesos, al manejar de manera arbitraria, la franquicia del PRD.

En su última cruzada por la silla presidencial, López olvidó los tratos amables con sus infames patrocinadores. En una cita con empresarios locales, el socarrón industrial, productor de aceites y lubricantes, José Luis Romero Calzada, alias “El Tecmol”, le preguntó qué haría con los Gallardo, que tenían azorada a la clase económica, a la que extorsionaban de mil formas. Orondo, frontal, el mandatario respondió: “qué me duran el par de mafiosillos”. En otra etapa de sus campañas sin éxito, López Obrador le dijo a su brazo derecho en San Luis, Gabino Morales, ahora doblegado por el binomio salvaje, que jamás se le ocurriera pedirle el mínimo favor a los Gallardo, “ni un vaso de agua, porque lo van a cobrar toda la vida”. En la etapa que el feroz tribuno, Leonel Serrato, hizo equipo con López Obrador, al buscar la alcaldía de la capital, en su arranque de campaña, denunció que los Gallardo “secuestran y asesinan a los potosinos, pero ya se van”.

Sin escuchar a las bases de Morena, pisoteadas por Gallardo, sin atender los altos índices de simpatías con las masas que lo siguen sin condiciones, el presidente se olvida de Morales y Serrato y cae de nuevo en los brazos de sus otrora enemigos, que lo hechizan con el canto de las sirenas. Le garantizan a ultranza el triunfo de Sheinbaum en San Luis, con las siglas del Verde Ecologista, cuando sus índices de desprestigio son exponenciales. Su mala fama no les permitió convertir a Pozos en el municipio número 59, ya que apenas consiguieron 25 mil sufragios, lo que constata su decadencia. Con la mirada y la razón nubladas, en su reciente visita a San Luis, López Obrador pinta al enterrador de su partido, como un hombre de izquierda, enemigo rabioso de los fifís, conservadores y retrógradas. Les molesta e irrita que el pueblo ame desbordado a su mesías, que le roba el salario a los burócratas y despilfarra las pensiones de miles de jubilados, al punto del colapso. O como el empresario huasteco, Gerardo Sánchez, presunto socio de los hijos del presidente, que acusó a Gallardo, ser el “delincuente mayor de la entidad”. A López no le importa que Gallardo no aporte 300 millones de pesos de un total de 600, para auxiliar a miles de discapacitados que están en la orfandad. Molesto, le dijo que sólo tiene 100, cuando dilapida el erario en obras caras y pésimas que nadie le solicita. Al despotricar contra sus enemigos de clase, López Obrador describe magistral a su perverso aliado. Es el único que tozudo, maneja otros datos, contradictorios, a contra corriente.

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