Murió el ex gobernador Florencio Salazar Martínez, al que el sistema benefició por sus amplios y eficaces servicios de alquimista electoral en múltiples estados de la república. En San Luis, se jugó su futuro político al sostener contra viento y marea, el fraudulento ascenso a la alcaldía de la capital, del ex rector de la universidad autónoma, Guillermo Medina de los Santos, que compitió contra el abanderado del PAN y Frente Cívico Potosino, Guillermo Pizzuto Zamanillo. Los quejosos mantuvieron las protestas frente al palacio municipal, que resultó incendiado el primero de enero de 1986.

En el escenario apareció bárbaro, inclemente, el ex comandante de la policía federal, Julio Alfredo Ceballos Alonso, que con un grupo de atacantes, dispersó a la multitud a garrotazos y gas pimienta. Una de sus víctimas fue el aguerrido poeta del Saucito, Pedro Pablo Ibarra Flores, que inmortalizó la afrenta en su libro “Los perros tienen hambre. Imagen del sistema�. Diversas voces culparon de la masacre al ex mandatario huasteco, Carlos Jonguitud Barrios, por las diferencias abismales que tenía con Salazar, quien cuestionó su corrupto sexenio y haber formado el anticonstitucional convoy de seguridad, que usó para reprimir al pueblo.

Las protestas contra Medina provocaron el regreso a las calles del líder de masas, el matador de dragones, Salvador Nava, que marcó el destino fatal de Salazar con una frase lapidaria y mortífera: “que se vaya�. La corearon más de 40 mil seguidores en la Plaza de los Fundadores. A la coyuntura fatídica contra Salazar, se sumó el experto en golpes de manos, Alfonso Lastras, quién capitalizó el asesinato del estudiante de derecho, Jorge Mena, para destronar de la rectoría al debilucho José de Jesús Rodríguez, alias “El Popo�, identificado con la ala ultraderecha del Opus Dei, que tuvo hasta entonces el control férreo de la universidad pública.

La traición a Salazar por la cúpula del sector empresarial se sintetizó en el apotegma periodístico “¿Tú también Brutus?�. Con Nava, Jonguitud y Lastras en contra, la caída Salazar estaba decidida. Meses después confesó, con la calma y la prudencia encima, que atrás de la emboscada, siempre estuvo el diplomático Fausto Zapata Loredo, quién le “tendió la cama�. El extinto reportero del Heraldo, duró en el cargo 14 días, acusado de fraude electoral por Nava. El presidente Carlos Salinas lo tuvo que sacrificar. En el corto lapso, Zapata saqueó la hacienda pública.

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