Guardianes de la Sierra: La Epopeya de los Combatientes del Fuego

17 abril, 20249:59 pmAutor: Juan Pablo Moreno GuzmánCapital Cultura Municipios Noticias

En la búsqueda por definir las grandes hazañas humanas, alguien dijo que “el heroísmo es el instinto de luchar por una causa valiosa, sin importar las probabilidades ni las consecuencias”. Los conceptos del autor anónimo podrían describir la heroica cruzada de más de 100 brigadistas, hombres y mujeres valientes que combatieron durante 6 días, el feroz fuego que azotó la sierra de San Miguelito, sofocado gracias a las férreas labores de los arrojados ciudadanos. Tan solo con una pala, rastrillo y azadón, lograron una vez más, preservar el valle de San Miguelito. Es por lo que su audacia debe ser contada.

En el ocaso del quinto día del combate al incendio forestal, que se inició el 7 de abril del 2024, descendía el helicóptero blanco con matrícula XC-VCT, en el helipuerto del parque Tangamanga uno. Al abrir sus puertas, llegaba el primer equipo de brigadistas voluntarios, que por más de 10 horas, habían combatido las llamaradas. Descendieron 8 integrantes de la brigada “La Tapona”, oriundos de Mexquitic de Carmona. Eran 7 hombres y una mujer, que exhibían los estragos de las arduas labores en la sierra. A pesar de mostrarse cansados, se proyectaban satisfechos por lo realizado en la montaña y por el hecho de regresar sanos y salvos a casa, con sus familias. A su llegada, equipos de protección civil, bomberos y otras agrupaciones, ya esperaban a los valerosos individuos. Los invitaron a pasar a la sombra que daba un pequeño toldo, donde los hidrataron con bebidas y comida para recobrar energías. Los víveres fueron donados por gente que se unió a la causa por San Miguelito.

Luego, el grupo de La Tapona, se reunió con el jefe de brigada, al que ponen al tanto de los hechos que existen en la cima del monte. En la plática, bromean y las anécdotas de la jornada, hacen olvidar, por momentos, la batalla que horas antes afrontaron contra las inclemencias del clima y el ardiente fuego.

Entre los valientes brigadistas de La Tapona, se encuentra José Hernández, quien menciona, se unió como voluntario por el simple hecho de querer defender la sierra, ante semejantes catástrofes. Comenta que en sus tres años de experiencia, ahora enfrentan un incendio de mayor magnitud. Platica que no improvisa. Lo han capacitado para afrontar los incendios, por lo que se prepara en lo físico y psicológico, antes de subir a apagar las inclementes llamas.

“Cuando se activa la brigada, nos dicen que debemos llevar todo nuestro equipo personal, que consiste en una mochila, lentes, casco, camisa y zapatos contra fuego, zapatos contra fuego. Y obvio, el hacha, rastrillo o machete. Antes de subir al cerro, uno se prepara. Hay que estar consciente que vamos a algo riesgoso. No es nada fácil, debemos cuidarnos, ya que tenemos familia que nos espera en casa. Arriba es peligroso porque atacamos un incendio de alto rango. Es un fuego pesado, hay que tener cuidado, podemos sufrir quemaduras de tercer grado”.

Hernández, a sabiendas de los peligros que corre, dice no tener miedo. Al contrario, muestra entusiasmo por lo que hace. Le satisface ayudar, es lo más gratificante. “No tengo miedo, estoy consciente de lo que hago. Cuando nos reunimos y vemos que el fuego cede, nos motiva la labor realizada. Valió la pena haber participado. Cuando regresamos, le damos gracias a dios porque volvimos sanos. Es el primer objetivo al realizar la salida. Volver completos, provoca una de las satisfacciones más grandes, porque muchas veces, el clima y el tiempo, juegan en contra. Los vientos no favorecen y es peligroso”.

José Hernández . Guardián de la Sierra

Tras el descanso de una hora, beber agua y comido, charlar con los demás, la brigada de La Tapona opta por subirse a una camioneta, que los llevará por fin a sus hogares para reunirse con lo seres queridos. Antes de partir, el jefe les pregunta si volverán al día siguiente a combatir la lumbre que no cesa. Los ocho integrantes, sin titubear, refrendaron el compromiso. Dicen estar listos para regresar. Acordados los puntos, parten rumbo a sus hogares, con el gozo de haber cumplido la tarea.

Brigada «La Tapona»

                                      

Batallón de héroes

En el segundo, tercero y cuarto viaje del helicóptero, llegan hombres valientes, guiados por el honor y la lealtad de servir al país. Son 29 soldados pertenecientes al 40 batallón de infantería del ejército mexicano. Son los valerosos individuos que combatieron de manera ardua, el infernal fuego que destrozó miles de árboles en la sierra de San Miguelito. Armados solo con pala, azadón y rastrillo, cumplieron cabales el Plan DN-III-E. Es el operativo donde realizan tareas de auxilio a las comunidades afectadas por desastres de origen natural o humano. El 40 batallón fue uno de los primeros que acudieron a combatir el fuego que se propagó en la sierra, desde el domingo 7 de abril. Cada día lucharon por más de 10 horas para agotar las llamaradas.

El continuo adiestramiento y experiencia, les permitió adentrarse en los peligrosos terrenos y combatir de cerca el agresivo y despiadado fuego, con un simple equipo, que incluye el uniforme, una mochila con provisiones básicas de agua, comida, artículos personales y un botiquín de primeros auxilios. El grupo de soldados, semeja al prototipo de súper hombre, al cuidar los bosques que juraron  proteger. Al llegar a un reducto seguro, el parque Tangamanga uno, optaron reunirse bajo la sombra que brindaba un camión del ejército, para el transporte. Se hidratan y comen algo de los víveres que se les entregan.

La mayoría aprovecha el descanso para llamar a los familiares. Les dicen que están sanos y salvos. Vienen de distintas partes del país. Tan pronto terminan de comer, el jefe del pelotón da la orden de subir el equipo al vehículo. Aún les falta cumplir otra labor, antes de regresar al cuartel. Con gran disciplina, acatan las órdenes. Ya están listos para el próximo compromiso. Advierten que al otro día, a primera hora, regresarán a culminar los trabajos de la serranía.

En batalla

                        

Las mujeres también combaten al feroz incendio

En el penúltimo viaje del helicóptero, donde la noche se empieza comer al día, descendió una de las pocas mujeres que fueron a apagar las llamas. Carga mochila y pala. El rostro denota cansancio. Opta por algo sencillo para recuperar energías: un elote y una bebida, suficientes para que la valerosa mujer se reanime. Se llama Endy Itzayana, de 27 años, estudia veterinaria. Pertenece al grupo de brigadistas de San Juan de Guadalupe, al que se sumó en el 2019.

Su resistencia física le permite combatir el fuego que consume la sierra. Expone que los peligros en la cima son latentes, ya que se encuentran en terreno hostil. Valora que en la cruzada, la acompañan ejidatarios, quienes conocen a fondo la sierra y guían a los combatientes. “Valoro mucho sus consejos. No menosprecian la ayuda de una mujer. Escuchan cuando se les propone algo o nos corrigen. Es un trabajo en equipo sin importar ser hombre o mujer, nos ayudamos”.

Para subir al cerro, dice, se alista la noche anterior. Se prepara en lo físico y psicológico. Las arduas jornadas llegan a durar hasta 10 horas. Acomoda en la mochila agua, frutas y en ocasiones navajas. Suma lámparas, por si la oscuridad los sorprende. Viste un pantalón de mezclilla grueso, botas, lentes, un sombrero que apacigüe los agresivos rayos de sol. Un buff o pañuelo para cubrirse del humo denso. La joven brigadista no es una improvisada. Desde el 2019 se capacitó para ayudar en las catástrofes.

Aunque estudia y trabaja, solicitó permiso para ir a apagar el fuego. Platica que en la cima, el calor del sol y las llamaradas, hacen sentir el infierno en vida. “Siempre trato de estar concentrada, ver qué hace falta, no estorbar. Si un compañero necesita ayuda para sofocar alguna llama o algún punto que se incendia. Sin pretensiones, me gusta ser eficaz, certera. No se puede flaquear. No esperar a que otro haga, lo que uno puede ejecutar. Ayuda a poner el ejemplo a los nuevos brigadistas”.

Enérgica, señala que no tiene miedo de incursionar en la peligrosa tarea. Sus convicciones por salvaguardar el bosque son mayores. “La verdad no temo cuando andamos entre las llamas, ya que protegemos las tierras de nuestros ancestros, habitada por guachichiles. Defendemos el monte, que es proveedor de agua. Es donde residen muchos animales de nuestra vida cotidiana. No me espanto, menos cuando veo a mis compañeros o los campesinos, que son personas grandes, super resistentes. Solo aspiro a ser efectiva o no sirve caminar tanto y cansarnos”.

Guardiana del bosque

Las tres historias narradas, son el reflejo de un grupo que supera los 100 héroes que combatieron el fuego en San Miguelito por 6 días. Gracias a su arrojo, la sierra pudo ser salvada, recuperó su esencia, acechada por depredadores inmobiliarios que buscan extinguirla por sus ambiciones sin límite. Mientras existan los valerosos superhombres y supermujeres dispuestos a dar su vida, el monte estará a salvo. Al extinguir el fuego, salvaron más de 100 hectáreas, aunque el daño pudo ser más catastrófico.

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