El gobernador Ricardo Gallardo anunció otra obra costosa, va a arreglar el camino al aeropuerto Ponciano Arriaga, donde gastará 150 millones de pesos, sin licitar ni decir a cuál de sus contratistas predilectos le habrá de asignar los trabajos. Por el rumbo, tiene el salón de fiestas, La Candelaria, que habrá de ganar en plusvalía. Fiel a su estilo de colgarse del trabajo ajeno, anunciará la iniciativa del Grupo Aeroportuario Centro-Norte Oma, que busca ampliar la pista de carga y descarga del inmueble. Acostumbrado a ocultar el manejo del erario, se ha convertido en un auténtico acertijo, ¿de dónde saca fondos para ejecutar acciones inmediatas, no programadas, sin saber costos, beneficios, ni tener el respaldo mínimo de la ciudadanía? Ya se puede adelantar una preocupante conclusión: Gallardo no tiene un mínimo ni primitivo plan de trabajo.

Se mueve por ocurrencias sistemáticas. Preocupado más por impedir que el alcalde de la capital, Enrique Galindo, lo desplace del escenario del protagonismo a ultranza. Además, ya se notan los efectos negativos colaterales. Movido por la envidia de no quedarse atrás en las inauguraciones enfermizas, empieza a dejar tiradas las obras que cacaraquea para la foto. Todavía no termina la primera etapa de Fray Diego de la Magdalena, cuando ya inició la segunda. Montones de tierra y escombros, impiden el acceso a cientos de negocios, que ya resienten el impacto en sus finanzas. Aunque se trata de una zona que capta grandes flujos de lluvias, en lugar de poner drenaje de dos metros, usó de 50 centímetros. Los parroquianos se quejan de que la avenida quedará más honda que antes, lo que puede provocar, grandes encharcamientos. El desmedido empuje de Gallardo se puede sintetizar, en términos eufemísticos, con la popular frase, mucho ruido y pocas nueces. O el que mucho abarca, poco aprieta.

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