Mientras el gobernador Ricardo Gallardo prefiere malversar 600 millones de pesos en el elefante blanco conocido como Arena Potosí y sus preocupaciones de estado son hacerle una feria regional al reciente municipio de Pozos, donde no tienen ni sillas para sentarse, el líder de los médicos residentes del hospital central, Óscar Aguillón Pérez, lanza un sos agónico: no tienen lo básico para atender a miles de enfermos que acuden al nosocomio de diversos municipios de San Luis. Le reclama que están preocupados e inconformes, por la falta de respaldo financiero y nulos insumos para garantizar a los pacientes, un servicio de calidad, como lo exigen las normas establecidas. En los últimos meses, no han tenido los suministros indispensables para realizar operaciones. En patología falta todo. Tampoco hay reactivos para el laboratorio. Lo que demora el diagnóstico y tratamiento de múltiples afecciones. Aumentan los riegos en los tratamientos por la falta de suministros. Lo que repercute en problemas económicos para los familiares de los pacientes, que no pueden cubrir los gastos de estancia. La carencia de los elementos críticos, daña la eficacia operativa, pone en riesgo la seguridad y bienestar de los afectados, que acuden para ser atendidos de manera “gratuita�. También se lastima la formación de residentes, por el sobrecupo de visitantes, al no tener recursos para el diagnóstico, tratamiento y seguir su estado de salud. Tienen que aportar de sus bolsillos, para aprender de sus dolientes, lo que les puede generar problemas legales. Aunque es un nosocomio que forma profesionales, por la falta de respaldo financiero, ya no cumple con la norma de la teoría y práctica que garantice las habilidades indispensables. Aguillón reclama con urgencia, resolver de tajo la difícil problemática que enfrentan. Avisó que se encuentran en asamblea permanente en el auditorio Ramírez Aznar del hospital, a partir del 17 de septiembre a las 8 horas. Esperan un diálogo urgente y una respuesta definitiva que los salven del dilema que sufren. Lo cierto es que los médicos le piden peras al olmo. Solicitan auxilio a un enemigo del sindicalismo, quien desmanteló el esquema de salud pública y privada de miles de trabajadores estatales, mientras afina sus propios negocios privados para atenderlos. Malversa más de 50 millones de pesos al año a través de las clínicas rosas, donde sólo atiende a mujeres, algunas horas a la semana y condicionadas a que se afilien al tramposo Partido Verde Ecologista. Lo metieron a la cárcel un año, en la etapa que fue alcalde de Soledad, por usar de fachada a la Clínica Wong, que simulaba atender a los empleados del ayuntamiento con costos estratosféricos. Gallardo traicionó la confianza de su principal impulsor, Andrés Manuel López Obrador, quien le confió aterrizar uno de sus programas paradigmáticos, el IMSS-Bienestar, en el hospital central, que se hunde en la miseria. El pomposo edificio que costó varias decenas de millones de pesos, es un vulgar cascarón, vacío. Es más factible que el mismo Gallardo se una al clamor de los médicos, para exigirle a la presidenta Claudia Sheinbaum, los rescate de las abultadas deudas. En el reciente informe de actividades, anunció que puso a la vanguardia el hospital regional de Rioverde, donde incontables ciudadanos, reclaman estar en el abandono, ante el creciente número de enfermos y muertos por el dengue. No tienen las provisiones necesarias para enfrentar el percance. Lamentan que un solo doctor atienda a todos los infectados. El magnate huasteco, Gerardo Sánchez Zumaya, enterado de las omisiones criminales de Gallardo, en su incontenible campaña por la gubernatura, establece que una de sus metas, será garantizar un sistema de salud eficiente, al alcance de los desposeídos. No gastará el erario en estupideces de bailes y ferias.

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