En su imparable ofensiva de pisotear la autonomía de los alcaldes, sin licitar ni aclarar los rubros de donde provienen los recursos, con su grupo selecto de contratistas privilegiados, el gobernador Ricardo Gallardo anunció invertir en Rioverde, 2 mil millones de pesos, para crear infraestructura urbana. Tan sólo en el bulevar Rioverde-Ciudad Fernández, canalizará 300 millones de pesos. Destinará 10 millones de pesos para rehabilitar el Mercado Colón. Habrá de pavimentar los accesos del camino que conduce a la media luna. Ojalá que más adelante, no se apropie de los ingresos de los ejidatarios del Jabalí, so pretexto de los arreglos que hizo.

Al adjudicarse las obras más boyantes, Gallardo deja sin banderas al cismático edil, Arnulfo Urbiola, quien estoico, pregonó que no iba a permitir, le quitaran los trabajos más costosos, que había reservado para sus financiadores de campaña. En el caso del munícipe de Ciudad Fernández, Marco Antonio González Jasso, no hubo la mínima protesta, ya que, además de haber ganado por la franquicia del Verde, que regentea el mandatario, tiene la fama de que lo manejan con la mano en la cintura, el secretario de agricultura, José Alfredo Pérez Ortiz y la ex diputada local, Lucila Nava. Otra víctima de Gallardo fue el edil de Valles, David Medina, donde arbitrario, tumbó el arco de entrada al municipio, que tendrá un costo superior a los 25 millones de pesos. No consultó a los ciudadanos del atropello cometido, atentó con un ícono cultural e histórico de los huastecos. Es una obra innecesaria, que no licitó, la hará a través de sus socios o prestanombres a precios mega inflados.

El edil no le pudo hacer el mínimo reclamo, ya que su hermano, el ex titular de la Comisión Estatal del Agua, Jesús Medina, está involucrado un fraude al erario que podría superar los 5 mil millones de pesos, cometidos en el sexenio de Juan Manuel Carreras, que Gallardo identifica como la “herencia maldita�. El chantaje es evidente. Los ediles ninguneados, en lugar de hacer un frente para contener al tirano, acríticos y sumisos, se doblegan, con la promesa de que recibirán migajas, que tampoco habrán de disfrutar, ya que el gobernador-alcalde y contratista, acapara todo lo que suene a ganancia

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