El festejo de un tirano ambicioso y rencoroso

4 agosto, 20224:01 pmAutor: Juan Pablo MorenoCapital Municipios Noticias

Si le preguntaran a los últimos ex gobernadores su sentir sobre la inauguración del llamado Circuito Potosí, donde se rehabilitaron 43 kilómetros de pavimento y se instalaron 5 mil lámparas led, en teoría, lo más seguro es que podrán responder que ignoran el contenido del malicioso cuestionamiento. Podrían sustentar que sólo conocen el periférico Antonio Rocha Cordero, el creador de una larga herencia de cachorros que se heredaron el poder en las últimas tres décadas al menos. Pueden añadir que desconocen los trámites administrativos ante el congreso, ayuntamiento y la misma ciudadanía, para cambiar el nombre del egregio personaje por una fría, hueca, absurda y ridícula nomenclatura, que sólo los remite a la prepotencia, soberbia y una conducta que de manera sistemática, violenta las normas mínima de la obra pública, al no licitar los elevados costos de los trabajos realizados, entregarlos a una gavilla de fuereños, con signos de prestanombres o hambrientos socios.

Los aludidos dirán que el sepultado nombre de Rocha Cordero, surgió después de una larga confronta entre los ciudadanos que optaron seguir al líder histórico Salvador Nava que a un oponente identificado con el PRI, con el que jamás se sentarían a negociar la paz. Pero luego de una prolongada y sinuosa cumbre, casi ecuménica, se acordó integrar patronatos ciudadanos, donde convergieran todas las corrientes políticas e ideológicas para empezar a recorrer un camino de concordia.

Entonces, la gente simple y ordinaria, iba a decidir qué obra, momento y lugar se iba a ejecutar. Se empezó a tejer el acuerdo concertado. Los grupos hostiles, guardaron el hacha de la guerra y se caminó un largo tramo en armonía, sin sorpresas pueriles de ningún lado. Hasta que llegó el cavernícola cacique, Carlos Jonguitud, que impuso como estilo de mando, hacer todas las obras de la entidad. No se le escapó ningún alcalde. Les puso un pie en el cuello y no los dejó respirar, so pena de un castigo mayor. Parece que en San Luis hubo por ósmosis, un simple y llano retroceso de al menos 40 años. Los ex gobernadores que le deben su trayectoria a Rocha, podrán argumentar que el llamado Circuito Potosí, que les molesta escuchar por ambiguo e intolerante, en el peor de los escenarios, le tocaría hacer al alcalde de la capital, Enrique Galindo.

O empezar a delimitar las acciones que a cada uno le competen, para evitar, no se empalmen las atribuciones y luego vengan las reyertas insalvables, que sólo provocan cismas ciudadanos. Ya no quieren recordar la conducta abusiva de Jonguitud, que generó incontables escándalos sociales. Ni que se repita la escena cuando el gobernador panista, Marcelo de los Santos, regañó en público e hizo llorar a su subalterno, el edil Octavio Pedroza, por no invitarlo a la entrega de unas patrullas de la policía municipal. Alejandro Zapata y Fernando Silva Nieto, pactaron en privado, no invadir territorio ajeno. No echarse a perder sus respectivas fiestas. Los herederos de las mieles de Rocha, dirán molestos que se festejó una obra inexistente, concebida por el capricho y el rencor, para beneficio íntimo de un tirano ambicioso, que sólo viene a adueñarse de la hacienda pública, a cometer asaltos en despoblado, sin imaginar siquiera que el pueblo se puede rebelar y destronarlo.

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