Para lograr la mayoría de diputados federales, el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, jugó sus cartas: por un lado, con los priistas de la mano del ex gobernador Juan Manuel Carreras y por el otro, con los verdes, guiados por el senador Manuel Velasco.
La ex candidata a la gubernatura por Morena, Mónica Liliana Rangel, fue propuesta de Carreras. Al comerciante pollero, Ricardo Gallardo Cardona, lo empujó Velasco. La definición final de Mario Delgado fue con el Partido Verde, al que le entregó casi todo, salvo la curul del distrito de Valles, escriturada a la poderosa secretaria de seguridad, Rosa Icela Rodríguez, misma que pudo colocar otro plurinominal, Saúl Hernández, en sustitución de Pedro Carrizales, «El Mijis».
El cisma provocado por la candidatura de Rangel, causó la renuncia del hoy senador de la república con licencia, Primo Dothé Mata y el rechazo público del senador en funciones, Elí César Cervantes, así como de la aspirante a la gubernatura, Francisca Reséndiz.
Los senadores Dothé y Cervantes, conocían los trafiques en el sector salud, por ser un tema sensible que les ocupa, por lo que su rechazo a la ex funcionaria fue tajante. En el mar de enjuagues, se aseguró que Carreras sería incorporado al gobierno federal.
La prueba que la alianza era con el Verde, está en la incorporación de los camaleónicos, el secretario de transportes, Leonel Serrato y el diputado federal, Kevin �ngelo Aguilar, a la campaña de Gallardo. Mario Delgado pudo hacerlo gracias a un acuerdo político con el grupo de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, en el que ambos retrocedieron: en el congreso redujo Morena 50 curules y en el Distrito Federal perdieron en 9 de las 16 delegaciones.
Es difícil que cualquier bando, el de Gallardo o Carreras, paguen sus actos de corrupción, ambos están bajo el manto protector de la 4T.

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