A mis 72 años cumplidos, amigas y amigos todos, les agradezco su cariño y cercanía, que mucho me honra y significa, en la azarosa pero extraordinaria aventura que es la existencia, que conlleva, el milagro sublime de la vida. Ha llegado para mí el momento de empezar a recapitular mi travesía, y les confieso que, si bien lo pienso: no aspiré a ser en la vida, poeta de versos egregios, ávido de privilegios, que el poder da o convalida. No a irme cuando me despida, de loas y premios cubierto, aspiro a seguir despierto, como una palpitación, en el vivo corazón del pueblo, después de muerto. Pude ser quizá en la vida, un cantautor de canciones, con algunas ilusiones, pero el alma malherida. O candidato a suicida, que optó por no sucumbir, aun cuando en el porvenir, nada hiciera vislumbrar, cómo habría de resetear, mi decisión de vivir. Y en ese mar de entre extremos, se me reveló el destino, como designio supino, odisea y batir de remos. Y así, expuesto a Polifemos, al canto de las sirenas y extraordinarias faenas, arribo al puerto que es la �taca de mi vejez, con versos a manos llenas: versos dichos de memoria, versos hechos al momento, de chispa y de fundamento, versos de ciencia y de historia. Versos que atizan la euforia, versos que hablan del paisaje, versos de pelea y dar baje, versos para velación, versos de propiciación y versos contra el ultraje. Versos para celebrar, versos de amor y duelo, versos de risa y consuelo, versos para imaginar, versos para relatar, epopeyas aguerridas…y en esta o en otras vidas, a ojos cerrados prefiero, vivir más cerca de Homero, que de plumas engreídas. Del año que sigue a éste, no sé si llegue a la orilla, pero apartaré semilla y ojalá el tiempo se preste. En la intemperie y lo agreste, musiqué y canté poesías y hasta el final de mis días, hasta mi último momento, soy y seré un irredento, proclamador de utopías. ¡Un gran abrazo a todos y todas! (Julio 13 del 2022).

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