Gallardo: el Porfirio Díaz potosino

9 noviembre, 202111:11 pmAutor: Consuelo Araiza DávilaCapital Opinion

Si al Gral. Porfirio Díaz le valían las cartas que le escribían los textileros de la fábrica La Hormiga en 1909 y el trato de esclavos a los trabajadores de Metepec que denunciaron en 1905 debido a que en ese entonces México carecía de instituciones de base que defendieran a los mismos. Permitía el dictador las pésimas condiciones laborales que desencadenó las huelgas de Cananea y Río Blanco en 1906. Gallardo se le parece en la forma vil y malsana en que está acrecentando el hambre y la pobreza de cientos de familias por correr a las personas, despojarlas de su empleo de manera humillante como si fuesen unos delincuentes.

No conforme con eso en la actualidad se vive en ambiente de terror en las dependencias de gobierno. Impera el llamado “Keeper Test†que se traduce como el “test de mantenimientoâ€. Como los nuevos que llegan quieren correr a los trabajadores pero no tienen motivos, preguntan cuál es el más flojo, exigen “marcar†a los compañeros y subordinados que deberían ser despedidos, se señalan unos a otros para salvarse así mismos. Bajo la espada de Damocles sienten los trabajadores el miedo a perder su empleo, el elemento que les da vida digna, les permite llevar comida a su casa y sostener la educación de sus hijos. “Vivir con miedo†a perder el trabajo es ahora el slogan del Palacio de Gobierno.

Se sabe por ejemplo que en la Fiscalía General del Estado, ya se salieron algunos nuevos contratados: eran personas de colonias populares, dedicados al comercio informal que no les gusta checar puntual a las ocho de la mañana, aparte de perder oficios y de no saber hacer nada. También al nuevo Comisario que ocupa el lugar de Castillo Celestino, le dio la gana de contratar a sus amigos ex militares, setenteros y compañeros de generación, también, tal vez por la edad, pero ya se los despidieron. Existe un desorden administrativo violatorio a la hora de castigar al potosino trabajador que trabaja para mantener a su familia. La Ley Federal del Trabajo señala en el art. 123Ap. A. Frac. XXII art 47 que para despedir a una persona debe de justificarse su desempeño y además indicarle por escrito y a través de la Junta, pero aquí simplemente una persona ajena y sin nombramiento alguno la despide de manera vergonzosa, con frases vacías, humillaciones y un darwinismo completo.

Al gobernador hay que recordarle sus clases de derecho que alguna vez tomó: el Despido injustificado es la terminación por la voluntad UNILATERAL del patrón. Pero el señor no puede hacer lo que él quiera, al menos que sí quiera ser comparado como un dictador que se siga comportando así. Debe entender que la defensa de los derechos conquistados no puede reducirse a una recitación demagógica que saca su lengua altiva a la hora que lo entrevistan. No sabemos quién lo asesore en medios pero no está haciendo su trabaja. (Mucha razón tiene su señor padre en decirnos que no le agrada ese Vocero.)

Lo que es la realidad al despedir a la gente degrada la vida de cientos de familias que componen esta sociedad potosina. El hedor de su prepotencia al pasar por el Centro histórico en fugaces camionetas blindadas y muy lujosas apesta y contamina. No hay nada más tóxico que imponer el individualismo, la moral bélica y la voracidad bancaria de sus palabrerías autocomplacientes.

Con sus mandaderos negacionistas y conspiradores no hay diálogo, esa virtud de comunicarse para lograr acuerdos. Vemos cómo día a día se intoxica a medios con intenciones malsanas de

atacar disfrazados de “opinión†para decir que estas clases subordinadas deben de irse, como si se tratase de heredades del destino, como si su miseria fuese genética. Señor deje de acumular estiércol del diablo, su triunfo no fue movimiento de masas y los potosinos lo saben. Urge un trabajo político de unidad y consensos mínimos y básicos para dirigir acuerdos y desacuerdos. Dialogar es civilidad.

Dialogar no es un monólogo que usted hace en entrevistas callejeras, no imponga su ideología tramposamente porque no es intransigente exigir condiciones dignas olvídese de su poder clasista y autoritario, deje de ser petulante y busque una metodología justa para los que piden una oportunidad.

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