A través de un eufemismo, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona alardea que a los potosinos les esperan los tres mejores años de toda la historia. Lo cierto es que se avecina una época semejante a las plagas bíblicas. Empecinado en que lo releve su cónyuge, la presidenta vitalicia del DIF estatal, Ruth González, si ya se gastó más de 3 mil millones de pesos en promoverla en un trienio, como ha denunciado su antes consejera y biógrafa, Ana Lidia Dévora Herrera, ahora debe terminar la suicida tarea, aunque implique sacrificar la última gota de sangre de los burócratas. Elevará los sobornos en los contratos de obra pública que exige a sus socios y prestanombres, sin importarle que la calidad sea nula. Gastarse todos los ingresos de los conciertos masivos que realiza en la Arena Potosí. Dejar de hacer más rodeos en los municipios, lesionar al doble las pensiones estatales, quitarles a los alcaldes el 100% de sus escuálidos ingresos. Incrementar los costosos créditos quirografarios. Para lograr su objetivo transexenal, desesperado busca dinero fácil a través de lavadoras públicas.

Acusado de despojos y compra de terrenos con fondos públicos, de repente se convierte en redentor de las masas, para entregarles 30 mil lotes y casas gratuitas a sus ahijados. Irracional, pretende superar las cifras de la misma presidenta Claudia Sheinbaum. No informa de qué rubro sacará los fondos. Al proyectarse como el principal contratista del estado, se intuye quién será el ejecutor de las millonarias obras. Con amplios sectores sociales en contra, que ya no lo quieren en el mando, enemigo número uno de Morena y de la llamada Cuarta Transformación, enemistado con la ambientalista, entró en una fase de conducta peligrosa: se fusila los programas federales para acrecentar su fama sospechosa. Presume que por sus gestiones, se hizo la carretera Valles-Tamazunchale, la única que hizo en el sexenio el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador. Ya se adjudicó la presa Las Escobas, que en agosto inicia el gobierno central.

Enemigo a ultranza del alcalde de la capital Enrique Galindo, también le robó el festival internacional de la salsa. Le quitó el mérito de las remodelaciones del parque de Morales, donde se empalmó arbitrario. Lo frenó un amparo del jurisconsulto Luis González Lozano. Temeroso de su aciago futuro, que lo puede remitir otra vez a las mazmorras, Gallardo hará lo imposible para entregarle la estafeta del control a su esposa, su único salvoconducto. Pero Sheinbaum ya dijo que el pueblo no apoyará más a los abusivos simpatizantes del nepotismo.

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