Dedicado a mi amiga Ceci Martínez Barba que en paz descanse

El otro día que regresaba a Aguascalientes, pedí un taxi. En cuanto subí, el chofer me dijo: ¿de dónde viene? Le contesté, de San Luis. -¿De la ciudad con más índice de covid? Omití la respuesta alzando los hombros. Un rato después, me dijo: hoy leí un pasaje de la biblia dónde decía que Dios quiere para nosotros un mundo perfecto. ¿Si sabes?, me dijo viéndome por el retrovisor. Un mundo lleno de amor, sin violencia, sin enfermedad, sin tiempo, sin lágrimas, sin traición, remarcó. -¿Existe?, le pregunté con indiferencia. -¡Claro que existe!, me dijo sonriendo. El planeta ya se le salió de control porque el hombre ha perdido el miedo. Pero poco a poco, Dios está viniendo por nosotros para llevarnos a su mundo perfecto. No nos puede llevar a todos juntos porque somos muchos, pero diario elige a un pequeño «montoncito» de personas a las que les va echando el ojo, para transportarlas. Algo así como los privilegiados. Es como el pequeño camioncito que levanta gente para llevarla a Walt Disney. -¿Sabes?, le dije, es una hermosa teoría, que no vi desde tu punto de vista. -Es que cuando alguien muere, emprende el viaje extraordinario a la tierra fantástica en dónde ya no hay penas, ni aflicciones. -¿Cuántos caben?, le pregunté. -Todos los que creen en Dios, los que lo aman y ponen la vida en sus manos. Llegamos a casa. Aunque me bajé del carro, me quedé todo el día reflexionando en el viaje a Disney, sucursal del cielo. No debemos estar tristes por los que mueren, porque son los predilectos, ya que les tocó mudarse de mundo, sin pagar pasaje, casetas, impuestos y sin llevar en la maleta cargas morales, pasados dolosos y remordimientos. ¡Qué maravilloso es Dios! Nos está dando una segunda oportunidad, poniendo a nuestros pies el mundo deseado por todos. Ceci Martínez Barba,
¡te deseo un lindo viaje a Disney Cielo! Mándame postales en forma de nubes y de algodones de azúcar, para saber cómo te la pasas.

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