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El regreso del vicegobernador

La tormenta perfecta se avecina. Muchos presagios funestos están por cumplirse. Regresa Cándido Ochoa a pelear espacios de poder en el estado. El primer paso es convertirlo en diputado local. Para ello Manuel Barrera ha impuesto al PRI una alianza para que el astuto ex secretario de gobierno sea candidato a diputado por el onceavo distrito con cabecera en Cárdenas. Ochoa encabezará a partir de ahora un proyecto político cuyo objetivo es consolidar un nuevo centro de poder en tierras potosinas.

El retorno del otrora vicegobernador nos anuncia que desde ahora y hasta el 2021, año en que se renovará la gubernatura, el diputado federal encabezará un proyecto alternativo al del gobernador Carreras. Ochoa no ha dejado de influir en el estado a pesar de que su actuación ha sido de bajo perfil. Sigiloso y calculador ha metido mano en casi todas las jugadas de ajedrez que se han vivido en nuestro estado en los dos últimos años.

A la sombra y manipulando resortes que dejó activados luego de su partida, ha maniobrado en el congreso del estado, el poder judicial, la procuraduría de justicia, el tribunal administrativo, el Tribunal de Justicia Electoral a través de un pequeño ejército de burócratas que sembró en muchas dependencias del gobierno estatal.

En no pocas ocasiones el gobernador y su secretario de gobierno Alejandro Leal han padecido la  interferencia de Ochoa en decisiones importantes. Al igual que el ex gobernador Toranzo fueron un factor determinante para que Juan Manuel Carreras resultara candidato del PRI al gobierno del estado. Aniquilaron las aspiraciones de Fernando Pérez Espinosa y de Enrique Galindo Ceballos cuando ingenuamente creyeron que serían los elegidos. Fue el exgobernador Toranzo y su maquiavélico secretario quienes doblegaron a Osorio Chong al momento de elegir candidato a la gubernatura. Una hazaña que les permitió manejar a su antojo la sucesión e imponer a Carreras la agenda, el equipo y los candidatos en la campaña de 2015.

Toranzo pudo dejar un sucesor que le cubriera las espaldas y que en teoría garantizaba una especie de gobierno compartido. Carreras cumplió en parte lo pactado pero gradualmente fue rompiendo con su mecenas. Esto se interpretó como una traición por parte de Toranzo y Ochoa. Se sumaron a la ingratitud dos legisladores que como herencia dejó Toranzo en el congreso local, Martha Orta y Fernando Chávez. Ambos cometieron parricidio político y entregaron una lealtad convenenciera al nuevo mandatario. Habiendo conseguido lo que querían la traición era necesaria: “El rey ha muerto, viva el rey”, gritaron sin ningún pudor los perjuros.

Es algo que no lo olvidan Cándido Ochoa, Toranzo y sus seguidores. Así que tras un periodo de vivir en las tinieblas han vuelto para vengar la afrenta. En la ofensiva justiciera Manuel Barrera y Cándido Ochoa son dos piezas de artillería que ya desde hace tiempo disparan contra el gobernador. Los agravios vienen de muy lejos y mucho contribuyó al resentimiento de Manuel Barrera que Leal intentara derrocarlo de la dirigencia del Verde. La historia que se cuenta es la siguiente. Al inicio del gobierno de Juan Manuel Carreras, Alejandro Leal tuvo el atrevimiento de pedir a los dirigentes del Partido Verde que Manuel Barrera fuera destituido y en su lugar se colocara a su hijo Alejandro Leal Espinosa. Suponía el audaz secretario que utilizando el nombre del gobernador le concederían la gracia.

Lo que entonces no sabía el Caco Leal es que Manuel Barrera formaba parte del círculo cercano de los dirigentes nacionales y que gozaba de su reconocimiento porque había logrado consolidar la franquicia del Verde en San Luis Potosí. Así que luego de expresarle al oficioso secretario que lo pensarían, los líderes del Verde procedieron a informar a Barrera de la intentona de golpe de estado. No le cayó en gracia la intriga. Montó en cólera y entendió que tenía un peligroso enemigo en palacio de gobierno. Fue lo que lo acercó aún más a Cándido Ochoa que ya para entonces formaba parte de la burbuja directiva de los diputados federales del Verde.

Los directivos nacionales del partido del tucán no removieron a Barrera, por el contrario, lo arroparon y autorizaron a contraatacar. Fue memorable el episodio de revancha en el que a través de un punto de acuerdo llevado al pleno de la cámara de diputados el 6 de abril de 2017, se pidió que Carreras dejará el cargo por presunta corrupción. Los diputados verdes acusaron al gobernador  de que “cuando se desempeñaba como secretario de Educación entre 2013 y 2015, ocurrió la desaparición de 400 millones de pesos para pagar pensiones de maestros de telesecundaria, que durante su vida laboral atendieron a los niños más pobres del estado”.

La petición estuvo respaldada por el legislador Cándido Ochoa Rojas. Para fortuna de Juan Manuel Carreras la sesión fue suspendida por falta de quórum y el punto de acuerdo se retiró y no volvió a presentarse. Algún acuerdo hubo que no conocemos. Otra evidencia del desencuentro entre el eje Barrera-Ochoa y el gobernador es la retadora postulación de Alejandro “Jano” Segovia para la alcaldía de Matehuala por el partido Verde y la no menos importante de Óscar Bautista como diputado federal por el tercer distrito con cabecera en Rioverde que ya está por anunciarse.

Bautista y Segovia han sido repudiados por el PRI provocando que  Manuel Barrera los rescate en un franco desafío al gobernador y al PRI. Y mientras tanto Ochoa goza de lo lindo. Ya desde ahora luce radiante el nuevo proyecto alternativo encabezado por Ochoa, Manuel Barrera y otros aliados agazapados que muy pronto manifestaran su adhesión al emergente bloque de políticos.