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La historia del Mijis

El candidato de Morena a diputado local por el octavo distrito, Pedro César Carrizales Becerra, también conocido como “Pedro Piedras” o “El Mijis”, anunció que hará a un lado las amenazas de muerte que recibió del “bajo mundo”, para ya no andar a salto de mata y hacer una campaña abierta. Tan sólo en la colonia 2000, donde hay 50 mil votantes, podría juntar los 18 mil sufragios para alcanzar la curul y beneficiar a los chavos con fuentes de empleo a través de diversos talleres. Expuso que no teme a los sicarios, pero sí a la clase política que los habrá de contratar para segar su existencia, ya que se ha convertido en una amenaza para quienes buscan retirarlo de la campaña, pues afecta la entrega de programas asistencialistas donde se reparten tortillas y garrafones de agua.

Indicó que existen indicios de quienes buscan retirarlo de la contienda política. Aludió a los policías municipales que lo agredieron en la colonia Pavón, antes del inicio de su campaña. Por la golpiza, fue hospitalizado. Luego, en Prados de San Vicente, funcionarios del ayuntamiento de la capital, que obedecen al alcalde Ricardo Gallardo Juárez, impidieron que sus seguidores quitaran el color amarillo del PRD, para usar otros que los habitantes les autorizaron en sus viviendas con plena libertad. Añadió que el uso de una pintura distinta en la etapa electoral, puede generar un clima de violencia.

Para sortear la arbitraria medida, después que le repintan las casas a la gente que se ha rebelado, sobre el amarillo, cuelgan enormes carteles de apoyo a otras figuras, como el candidato panista a la alcaldía de la capital, Xavier Nava. Carrizales añadió que después de ser amenazado, se compró 5 radios que repartió a sus seguidores. En caso un ataque inminente, avisa dónde se encuentra para que sus simpatizantes y la policía estatal acudan a ayudarlo. Sabe que los amagues de la delincuencia organizada siempre se cumplen. Como pasó con el atentado que sufrió el candidato de Morena a diputado local por el distrito uno de Matehuala, Israel Mendoza Vázquez. No obstante, adelantó que no puede hacer proselitismo escondido, por lo que retará a su destino. “Si Dios me quiere en el valle de las calacas, lo acepto”. Carrizales dio varias conferencias de prensa donde exigió seguridad para su persona y equipo. Lo acompañó el abanderado de Morena que busca la alcaldía de la capital, Leonel Serrato. El dirigente del Movimiento Pueblo Libre, Pedro Torres. Enviados de Azuara y su mecenas, la candidata a diputada plurinominal del PT, Patricia Álvarez, la que lo convenció para que se inscribiera a la contienda.

“Me dicen Mijis porque mis hermanos y en muchos barrios a donde voy, les molesta que les digan, ¿qué onda mijo? Dicen ¿cuándo me pariste?. Para no ofenderlos traté de buscar otra forma de hablar. En lugar de mijo les digo mijis. Es por lo que donde quiera me conocen como el Mijis o el Bebé. Tengo descendencia en tres lugares de San Luis: Las Piedras, Villa Alborada y Ciudad 2 mil. Nací en el barrio de Albino García, mi mamá se fue con mi papá a Las Piedras. Como le pegaba y la maltrataba muy feo, nos fuimos a esconder a Monterrey en Topochico, por el Pedregal. Entonces no había nada en la colonia. Vivimos muchas carencias. Mi mamá nos compró un terreno, trabajó en el regio y duramos cerca de siete años. Después mi papá nos fue a buscar y convenció a mi mamá para que nos regresáramos a Las Piedras, pero siguió el maltrato y golpizas. Se vuelven a separar y nos vamos al barrio de Tequis, de donde era mi abuelito, que vivía en Agustín Vera. Eran los papás de mi madre. Comenzó a vender enchiladas. Como estábamos chicos, nos escapábamos. Íbamos a cantar a los camiones a malabarear en los semáforos de Carranza, donde fuimos los pioneros. Estábamos chistosos de morrillos y de volada sacábamos dinero, aunque también estudiábamos. En Carranza y Terrazas había muchos ricos y les caíamos bien. Nos llevaban a pasear, de roll. Fue donde conocí a la familia del ex alcalde de la capital, Guillermo Pizzuto. Yo estudiaba en  la Club de Leones número 2, donde ahora es el Dorado. Pizzuto nos metió al Motolinía en la tarde. Llegar a una escuela de billete es otro mundo. Veníamos de una federal, fue como en la serie Los años maravillosos. Estudiamos pero reprobamos la mayoría del tiempo. Sólo éramos buenos para el deporte. Les ganamos a muchas escuelas como el salesiano, potosino, puros colegios privados. Hubo una final que jugamos contra el Othón en Zapata y quedamos subcampeones.

“El Othón era lo máximo, jugaban y entrenaban todos los días. Llegamos al final del curso y nos mandó hablar la directora, pues estábamos reprobados. Nos dio la oportunidad de seguir, porque éramos eficientes en los deportes, además, la escuela nunca había ganado nada y nos pasaron de año. Tienen nuestros trofeos. En las tablas gimnásticas también éramos brillantes. Mi mamá después comenzó a trabajar en el restaurante La Virreina. Nos regañaba porque no le gustaba que anduviéramos de limosneros. Nos decía que teníamos que estudiar. Era por lo que se mataba para darnos lo mejor. Nosotros sacábamos muy buena feria en los camiones y semáforos. Llegábamos contentos a dársela a mi madre. Pero era lo contrario, nos gritaba y lloraba porque no le gustaba lo que hacíamos. Tiempo después nos dieron una casa y nos fuimos a Villa Alborada. Estaba en sexto de primaria. Entonces me gustaba andar bien fajado y vestido, componía canciones, grababa telenovelas de terror con un micrófono y estéreo. Las puertas no tenían grasa y rechinaban feo. Me servía para los sonidos. Había un chavo que le decían el Rana. Siempre que pasaba me decía, hey, pinche fresa, solo por andar fajado. Todos los días me molestaba, le caía mal. Primero me mandó un cuate a golpearme. Pero como mi mama nos enseñó fortaleza, nunca darnos por vencidos ni rajarnos, le puse unos trancazos. Luego me mandaron al hermano y también le di una cumbia. Después fue el que los manejaba. Nos dimos unos puñetazos y me ganó. Mi mama me vio herido de la boca y cara. Le mentí, le dije que me había caído de la bicicleta. Empecé a tratar a la Rana y desde entonces nos juntamos. Es de mis mejores amigos. Anda conmigo en todo el proyecto político. Se llama Omar Huitre Torres, lo dejé a cargo del movimiento. Supo que no lo acusé con mi mamá, que no era chismoso ni chivatón.

“Nos empezamos a juntar más y más. Me inicié en las pandillas no porque me faltara amor. Es que tenía mucho tiempo libre. Lo malo son los hábitos que llegan con el ocio. Cuando me jaló la banda, no teníamos vicios, ni drogas, ni nada. Jugábamos a la robili robili, beisbol, pateado, nos íbamos a la Cañada del Lobo, de roll para todos lados. Éramos muy nocheros, lo que no le gustaba a los vecinos. A uno que le decían el Tío, cada rato nos aventaba la patrulla, por lo que comenzamos a tener problemas. Adrede nos parábamos afuera de su casa para que tuviera motivos de echarnos la policía. Un sábado de gloria teníamos la costumbre de salir a mojarnos. Donde vivíamos estaba el caño. Una pandilla contraria, Los Narcos, la más vieja del barrio, agarraban agua sucia. Como eran muchos a toda la gente la bañaban. Llegan los Narcos donde estábamos y nos quieren echar aguas negras. El Rana saltó en su contra y nos empezamos a  defender. Yo corrí, tenía 11 años. Le hablé a mis hermanos, que eran hábiles para pelear. Se agarran todos y nos ganan, por ser mayoría. Es donde empezó el conflicto con los Narcos aparte con los vecinos, que no nos querían. Nos empezamos a hacer más rudos. Había con frecuencia peleas contra los Narcos. Los vecinos contratan a los ministeriales que se prestan, nos agarraban y llevan al bote. Fuimos los primeros clientes de derechos humanos en San Luis. Los medios informativos nos daban periodicazos, decían que teníamos influencias por salir rápido.

“Nos rebelamos al sistema y nos peleamos con los vecinos. Se nos quitó la inocencia. Un chavo que le gustaba la marihuana, la llevó y empezamos a drogarnos, a tomar. A los 12 años me echaba mis caguamas. Cuando inhalé la marihuana, lo hice por imitación de los más grandes. Estaba en la escuela Rafael Nieto, que se ubica por la avenida Ricardo Basilio Anaya. A los cigarros Faros les sacaba el relleno y parecía churro de mota. Según yo me daba mis toques, pero no tenía nada. Llegaron los de tercero y creían que sí era un cigarro de mota y me daban del que traían. Yo por imitarlos, me dejaba el humo en la boca, no lo pasaba. Después de tanto y tanto, sentí el gusto y el avión de la marihuana y desde entonces me gustó, en la secundaria. Después un hermano me encontró bien grifo. Ya no me pude despertar, me llevaron a la casa y me dieron un litro de leche para que se me bajara el efecto. Me veía en el espejo, hablaba solo. La mente se me dividió. Me conocían como El Bebé de los Chondos. Es como se llamaba la pandilla. Era el más chico y me empezó a gustar la fama. Me hice muy peleonero. Si alguien me miraba, lo retaba. Me la rifaba a los golpes con quien fuera. Si íbamos a ser Chondos, nunca nos íbamos a rendir ante nada. Se le dio el nombre por una abreviación. Siempre andábamos con chavas desde pequeños y nos decían los Cachondos. En la época salió el condón Sico. Los inflamos y poníamos Cachondos adentro. Los Narcos gritaban: ¿ah sí?, Chondos ca, órale. Lo decían al revés. Le quitamos el ca y quedó Chondos.

“Siempre fuimos muy peleoneros, pero jamás rateros ni asaltamos a nadie. Éramos una banda de honor y comenzó a crecer nuestro nombre, nos respetan muchas pandillas de Cactus, Hogares Obreros, 21 de marzo. Donde quiera que nos paramos, nunca nos rajamos. Nos enseñaron a no huir nunca. Tiempo después los ministeriales nos exiliaron de nuestras casas. Me fugué a Cárdenas cuando tenía 14 años. Nos quemaron fotos, documentos. Después me regresé a casa de los abuelos de nuevo. Como estábamos regados, la banda creció más, cada quien por su lado. Fuimos los más respetados. Estuvimos un tiempo en Tequis, luego volvimos a regresar a Villa Alborada. En la vida me he peleado como 100 veces, gané unas 80. Eran con todo. Después vino el mundo de las droga. Mi problema es que le perdí el miedo. Si alguien me hubiera aconsejado, no me hago drogadicto. Una vez un chavo me dio un pedazo de pastilla. No sentía nada y seguí con la bebida. Me tomé otra pastilla y no sentía nada. En media hora ingerí cuatro pastillas y nada. Al rato caminamos por las calles y empecé a sentir que mi cabeza se fue de lado. No supe más de mí y desperté en las celdas de Soledad. Le pregunté al policía por qué estaba detenido. Respondió que habíamos quemado un módulo que está en Hogares Obreros y una patrulla. A lo mejor yo no fui, pero me agarraron por menso. No me acordaba. También imaginé que pude haber matado a alguien. Ya no me gustaron las pastillas, luego llegó el resistol y le entré.

“A cada rato me trepaba a los árboles, sentía que volaba. Seguí mucho tiempo con tales ondas. Fue donde conocí a la que hoy es mi esposa, tenía 16 años, me juntaron a la fuerza. Antes hacíamos bailes en Hogares Obreros, pero nos cayeron los de Soledad y se hizo un pleito. La muchacha con la que estaba me jaló, no me dejó ir. Se quedó conmigo y pasó lo que tenía que pasar. Como era primeriza, traía una playera blanca que utilizamos para la higiene. Amanece y la llevo a su casa. Mi mamá me esperaba muy enojada. Me preguntó qué había pasado. Supuse que se refería a la pelea, pero estaba enterada que estuve con mi novia. Me sacó la camisa manchada, llena de sangre. Le dije que me habían descalabrado. No me creyó, me llevó con la mamá de mi chava, le contó todo y nos juntaron. Quise cambiar a los 16 años, empecé a portarme mejor, ya no iba a la escuela, me dedicaba a la calle, al vandalismo, apenas terminé la secundaria. Comencé a buscar empleo, pero nadie me quería contratar. Decía que estuve en las mejores empresas. Cuando estaba en las entrevistas, sudaba muchísimo, me ponía nervioso y jamás pude entrar. Nos fuimos a las Piedras con mi papá, ya que el asunto económico se puso delicado. Siempre ha sido nuestra casa. Para entonces mi madre enfermó, tenía insuficiencia renal. Toda la banda a donde iba, me seguía. A los 17 años tuve mi primer hijo. Pero seguí en las mismas, la pandilla creció más. Cada que me agarraban, salía libre porque me fabricaban el delito.  Una vez un cristiano me quiso sacar adelante, pero ya estaba muy metido en el mundo del delito.

“Un día iba a comprar caguamas, frente a la iglesia de las Piedras, donde vendían toda la noche. Siempre había pleitos porque llegaban todas las pandillas. Fui solo, era mi barrio. Camino y en una camioneta veo una chava que todos conocíamos. Forcejeaba, resulta que la violaban. La ayudo, se baja y corre. El que estaba en el carro desciende enojado, nos empezamos a pelear. Salió toda su banda, me quedé. Al rato llegaron mis refuerzos y se armó el relajo. Me dieron un palazo en la cabeza, quise huir pero me meten 4 fierros en la espalda. Me perforaron el hígado y el pulmón. Ya no podía caminar, no llegué muy lejos. El pulmón se me colapsó, me caigo. La ambulancia me lleva al hospital, en la misma iba un contrario. En el hospital tenía muy baja la presión sanguínea, me tuvieron que poner plasma. Me empecé a despedir de todos, me vi en las últimas. La cirugía duró 19 horas. No encontraban la fuga del hígado. Ya no la contaba. En el lapso recuerdo un pozo de luz muy intensa que me dio mucha paz. No se si a la entrada estaba mi mamá. Fue una vivencia muy bonita. Le pregunté al doctor y me dijo que era  la droga del cerebro. No le creí, estaba seguro de lo que vi y sentí. Empecé a relajarme y tratar de tomar mejores decisiones. Fue muy difícil, mi fama ya me sobrepasaba. Tenía demandas, el estigma de malo, sin empleo. Traté de ayudar a la familia pero seguía en mi entorno. Los fines de semana me iba con los amigos. Una vez jugué la ruleta rusa con un adversario. Es una maniobra de suerte, mejor la cambiamos por un cuchillo. Nos amarramos de un brazo los dos y nos tiramos a matar.

“En otra ocasión, mi hijo venía de la secundaria. En una moto iban unos chavos. Lo tiraron al suelo y le pegaron en una pierna. Después lo picaron. Opté relajarme. Seguía con la banda, pero me jalaban los problemas. Llegó mi hermana donde yo estaba con mis compas y bebía. Me dijo que mi mamá estaba mala. Ya tenía 4 años y siempre salía adelante. Uno se acostumbra, me imaginé que era como todas las veces anteriores y no me moví. Al otro día pasó mi hermana, lloraba. Mi madre había fallecido. Tuve cargo de conciencia. No me despedí por andar de borracho. Fue algo muy feo. Todavía me duele mucho. Me quise suicidar porque le fallé. Me aventaba a los carros, mi cuñado no se me despegó en todo el proceso del velorio y entierro. Andaba drogado, tomaba, me perdí días y me juzgaba a mí mismo. Un día agarré la camiseta que traía, me traté de colgar, pero no sirvió. Parecía bongi, se me cayeron las láminas o tablas apolilladas en la espalda. Salió mi esposa y me regañó, me reclamó el espectáculo que daba a nuestros hijos. Me pidió dejar las locuras. En otra vez, quise suicidarme en un árbol de ocho metro. Me até y lancé. Pero se rompió el brazo y caí entre las ramas. En dos meses busqué quitarme la vida. Mis hermanos hablaron conmigo. Dijeron que ya dejara descansar a mi madre muerta, lo que no hice cuando vivía. Recapacité pero el dolor no se iba. El cristiano que había conocido, me consiguió el primer trabajo formal que tuve. En uno de los viajes en camión, iba una viejita con un bote de nixtamal. La ayudé a bajar y me bendijo. Me sentí formidable y desde entonces mi existencia cambió de manera total. Vi mis deficiencias que tuve como chavo banda y comencé a trabajar por los demás desde el 2002. Cada logro que obtenía me dio satisfacciones. Lo que me ayudó a seguir adelante. Mi cabeza era un hámster, siempre con ideas todos los días.

“Los gobiernos siempre se han curado de que no tienen recursos. Yo le puse ingenio y con pintura saqué el programa Pintando tu cantón, fue un éxito de empleo auto sustentable. Pero ya casado tenía que seguir con mi familia, apoyaba en lo que podía. Trabajé 7 años en Cummins. En el lugar que ahora estoy es porque dios lo quiere. No tengo miedo a la muerte por lo que trato de actuar de manera correcta. Una vez pasé por Correos de México. Vi que solicitaban albañiles, con mucha vergüenza pedí empleo. Una arquitecta me dijo que cuánta gente le podía conseguir. Le llevé varias personas y me pagaron una feria adicional. El oficio de albañil lo se por mi abuelo y papá. Después no querían pagarnos y contrataron más ayudantes. Sólo nos cubrieron la primera semana. Nos quedaron a deber tres. Yo hice el águila del museo de la máscara que está a la entrada. Le puse el ala porque estaba rota. Continué por la promesa de que nos iban a llevar a Tampico a trabajar. A la banda le decía que aguantaran, que nos esperaba algo mejor. Siempre me han seguido hasta la fecha. A la cuarta semana empeñé mis enseres para darles dinero y no se desanimaran. La arquitecta era subcontratista de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas. Nos dijo que venía el último informe de gobierno de Marcelo de los Santos, quería que todo estuviera listo. Nos faltaba poner la malla para la popó de las palomas y lavar la cantera. Terminamos a las 12 de la noche. Nos pagarían de inmediato, pro nunca se apareció la arquitecta. Después fui a cobrarle. Contestó que no lo haría, porque no terminamos a tiempo. Ya traía su onda y se gastaba el dinero.

“Pero menso nunca he sido. Entonces veía muchos reporteros. Le dije a la banda que habláramos y lo que se consiguiera sería para todos. Nos íbamos a manifestar hasta el final. Me apoyaron y un lunes pusimos mantas afuera del museo de la máscara. Nos sentamos en las escaleras del teatro de la paz. En los carteles y mantas le pusimos Magdalena paga lo que debes. Los trabajadores se reían de nosotros. Sólo fue Cablecom a tomarnos la denuncia. Cuando se habló de terminar el edificio de Correos de México, remodelar el centro histórico a marchas forzadas y que había trabajadores en huelga porque no les habían pagado, fue un boom. Al otro día, como si fuéramos artistas, los medios se nos fueron encima y contamos todo. Quise hablar y terminar con Magdalena antes de hacer más ruido pero siguió con la misma actitud. Cuando vio que se hizo una escandalera, llamaron a los inconformes. Les dijeron que les pagarían, pero debían dejarme solo. La banda no hizo caso, se mantuvo firme, nos debían 60 mil pesos. Eran tiempos electorales, se nos juntó el PRI y el regidor del PRD en la capital, Carlos Covarrubias. Consideramos que era mejor ser un grande entre de los chicos que un chico entre los grandes. Con el apoyo de Covarrubias, me dediqué a gestionar recursos para la banda. El movimiento tuvo mucho impacto. Al final nos dieron 118 mil pesos. Le di a la banda lo que se les debía. Covarrubias me dijo que necesitaba cuates para protestar contra la minera San Xavier en Cerro de San Pedro. A cambio nos apoyó con pintura para seguir con los proyectos que traía. Les hicimos bailes a los compas y cooperaban.

“Las peticiones aumentaron y creció el movimiento. Covarrubias me apoyaba en lo que se podía. Me mandaron a votar por el aspirante a gobernador Fernando Toranzo en la contienda interna del PRI, le movimos la gente. Es muy sucia la política. Entonces estaba en pañales, era un puberto. Me daban tanto para mover votos y pum se los ponía. Todo para ayudar al colectivo. Dobleteamos los votos para Toranzo y entonces me buscaron más. El director de pensiones y ex diputado local del PRI, Osiel Yudiche, me dijo que buscara vivienda para el gremio. Me dieron 10 para la banda en Satélite. Se fortaleció el movimiento, pero tenía que enfocarme en mi trabajo de albañil. Cada que necesitaban gente, la conseguía. Fue cuando puse los ojos en la política. Muchos tardan años y yo en un abrir y cerrar de ojos lo  hice. En una ocasión me pidieron llevar simpatizantes con el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, en su gira de presidente legítimo. Covarrubias me solicitó que se viera llena la plaza de Cerro de San Pedro. Llevé 5 camiones llenos, todos querían ir. Un chavo al que le decían el Gato iba medio pedo. Entonces mi señora, en lugar de sacarme fotos, se las tomaba al Gato. En el presidio estaban los dirigentes Covarrubias, López Obrador y Mario Martínez. Me dicen que me suba. Estaba a un paso del Peje. Entonces se sube el Gato, se pone a su lado, lo abraza y le toman fotos. Me enojo, porque yo traía todo el desmadre y ni una placa me iba a llevar. Como había mucho ruido, me subí a una banquetita. Le comencé a gritar a mi esposa, le hacía señas con los brazos de que me tomara una placa. Como hacía señas, la gente imaginó que decía, le gritaran a López Obrador. Su equipo creyó que traía mucha porra. El líder estatal del PRD, Felipe Abel Rodríguez Leal, me invitó a realizar afiliaciones. Fue como anduve del tingo al tango.

“Los del PRD me pagaron mal. El asesor jurídico de Convergencia, Pablo Delgado, me ofreció irme a sus filas, bajo el mando de Eugenio Govea. Le afilié 14 mil personas en Soledad, capital, Zaragoza, Matehuala. Me hicieron delegado nacional. Cuando fuimos a México a cambiar el nombre de Convergencia a Movimiento Ciudadano, había un chavo de Villa de Arriaga. Le decían Crispín, llegamos al hotel, nos piden credenciales. Nos dan la habitación. Mi acompañante me dijo que si estaba de acuerdo con lo que nos hacían, ya que las credenciales eran para que nuestro voto estuviera con lo que dijera Govea. Me calentó la cabeza, me enojé. Todo era para los que iban a formar parte de la directiva y estábamos fuera. Me valió chichis de avispa, equivalente a decir que no tienen madre. Me irritó, me quisieran ver la cara de tonto. Fui y le reclamé a Sandro Villa Melgarejo, el brazo derecho de Govea. Me dijo que todo era mentira. Le expliqué que con los ojos cerrados los apoyaba, pero que no me chamaquearan. Al final todo fue mentira de Crispín. Era un protocolo del hotel. No les convenía que me fuera porque movía a la gente. Govea me miraba con miedo, no se me despegaba ya. Pero yo soy fiel en mis asuntos y tengo dignidad. Todo siguió igual. Entré en contacto con Govea por Pablo Delgado, al que conocí en el congreso local. Me invitó a afiliar gente. Fui algo grande.

“Hubo un caso donde dijeron que había baleado a 4 personas. Yo iba a solicitar auxilio a los comandantes para evitar peleas y resulta que todo lo distorsionaron. Casi llegaba a mi casa, me esposan y fabricaron el delito policías federales. En las pruebas de balística, de rodizonato, salió negativo. Como llegué, salí. A los políticos les conviene que siempre haya violencia y los chavos banda sean los chivos expiatorios. En fin, seguí en MC, lo único que yo pedí era que valoraran y reconocieran el trabajo que había hecho. Apoyé a un candidato para diputado local en el sexto distrito, le metimos 6 mil votos. Era Valente Martínez, fue el que más votos sacó. Me senté con Govea y me dio un  reconocimiento por las afiliaciones. Pablo Delgado me dijo que tenía una inteligencia política nata. Entonces los ex alcaldes de Soledad, Ricardo Gallardo Juárez y Ricardo Gallardo Cardona, me invitan a que me una como director de la juventud. Se dieron cuenta por el trabajo que hacía. Fue en el 2012. No me fui directo. Hice mancuerna con un camarada que recomendé para que tomara el puesto que me ofrecían, para yo seguir con el movimiento, trabajamos en conjunto. Hicimos grandes programas. Uno fue Pintando tu cantón que tuvo gran éxito, otro fue eventos con causa, jóvenes sin violencia. Siempre abogué por la banda, por los jóvenes, los más olvidados de los políticos. En el 2013 me fui a recorrer México en bicicleta por los derechos de la juventud. Nos apoyaron al principio, para tomarse la fotografía.

“Me empecé a llenar de estrés. Iba a dependencias de gobierno. No quise que se me utilizara para golpetear a sus contrincantes. Les dije que me iría a recorrer México en bicicleta. Me dieron una que le quitaron a un borracho. En el 2013 salí, platiqué con un francés que me metió en sus proyectos con National Geographic y lo valoran mucho. Ganamos premios por el proyecto Pintando tu canton. Daba pláticas a escuelas cuando andaba de viaje en la bicicleta. Me fui a Matehuala, Saltillo, Monterrey, Zacatecas, Aguascalientes, León, Querétaro, Toluca y México con seis personas más. Creía en mi sueño y lo hice. En una revista francesa sacaron una parte del viaje que se llamó un grito de existencia. La mayoría de mis demandas siempre fueron por pelearme, nunca por robo. Para cambiar me pasaron muchos accidentes. Tengo 12 años que me quité las influencias malas. Sin peleas ni drogas. Cuando detuvieron a Gallardo Cardona, yo andaba de rol en México, en las elecciones del 2015. Les moví muchísima gente para la presidencia municipal de la capital. Nos quedaron a deber muchísimos proyectos y compromisos. Me invitan a participar como director de cultura de la capital. O que sea director de deporte y desarrollo juvenil en la delegación la Pila. Me llamó el ex delegado Luis Carlos Delgado Joseph. Creyeron que de Soledad brincaría a la capital. Los condicioné a que al mismo tiempo iba a viajar a México por mi movimiento y aceptaron. Hago mucho trabajo y pongo dinero de mi bolsa. En tres meses había aportado como 45 mil pesos, ya que pintamos el panteón y empujamos varios proyectos, por seguir con el plan de los primeros 100 días y demostrar que éramos los meros buenos. Fue una friega.

“Entré en conflicto con los Gallardo porque no respetan acuerdos. Todo lo dejan a medias. Le tuve que poner de mi bolsillo para no quedar mal con la gente. Sólo buscan la foto. Me pedían que hablara con la banda para que no hubiera pleitos y le bajaran a los desmadres. Pero por atrás iban los policías y los agarraban. Tuve un altercado con Delgado, que culpó a los Gallardo por no cumplir. Le reclamé que hablara derecho o mejor me iba, ya que tengo mis ideales. No debí seguirlos. En mi viaje por México hablé con gente muy importante que me hizo caso. Aceptaron mis condiciones y propuestas. Me llegó un  poquito de ego. ¿Cómo iba a permitir, me dijeran lo que debía hacer?. Aguanté un poco más. A los tres meses los mandé a la fregada. Para buscar la mejor catrina, compré unas tabletas y dinero para el ganador del concurso. Como me dejaron solo, me enojé, entregué los premios con mi movimiento. Se molestaron y renuncié. Querían marcarme su línea. Yo iba a seguir fiel a mis ideales, pertenezco a una zona donde nos marginan. Acepté por ayudar a la banda. Me fue mucho mejor. Me hablan los de Cummins, hicimos varios proyectos en tecnología, educación, deporte, empleo. Ayudamos a bajar el índice de la delincuencia. Se pintaron murales hace dos años que aún siguen, con el fin de generar agentes del cambio.

“Hubo resultados, vinieron de Amsterdam a reconocer nuestro trabajo. No existió mayor interés que el de apoyar a los jóvenes. Aunque se trata de un sector donde se mueven muchos intereses políticos para bajar recursos, que nunca lo hacen por el lado humano. La gente defiende mucho los animales del maltrato, pero cuando agreden a un chavo banda o lo matan, lo justifican, que andaba en malos pasos. No podemos seguir con tal ideología social, ni ver ricos o pobres. Cada persona que saco de las calles me provoca gran satisfacción. Jamás me venderé con nadie. Me ha ido excelente con mi movimiento. En el 2016 hicimos 3 millones de pesos. Soy contratista, gano 45 mil pesos al mes. Ahora no puedo trabajar porque ando escondido, me quieren desaparecer. El dinero que tenía lo invertí en un sueño, que fue poner la casa del chavo banda en la Florida. Me quedé sin nada, vendí todo lo que tenía por lograrlo. Servía para rehabilitación, contaba con alberca, cancha de raquet. El único requisito era que nadie estaba a fuerza. Además, no hubiera nada de vicios. Tuvo mucho éxito, pero me salía muy caro mantenerla, 10 mil pesos por semana. Terminé por vender una parte del terreno para seguir con el proyecto. En lugar de esperar a la burocracia, decidí empezar por mi cuenta. Al final tuve que cerrar, no pude solo. Hubo cerca de 30 personas.

“El dinero no me mueve como a otros. Trato de rescatar muchachos de las calles. Viajo por México con mis proyectos. En Saltillo tengo 120 pandillas y les doy sus vueltas. En Guanajuato quiero lanzar el programa Pintando tu cantón y que se vean las casas, desde el Pípila, muy coloridas y armónicas. Si les molesta a los demás, no me importa. Me sigue la gente, me apoya. Algunos políticos nos han decepcionado, como los Gallardo. Nuestros esquemas compiten contra los del ayuntamiento, lo que no les gustó, como el pintar las casas de múltiples colores, quitar el amarillo autoritario que han manejado en las calles de San Luis y Soledad. Nuestro objetivo es que se viera un lugar libre, sin sentirse dominados. Les gusta imponer una dictadura, como si fueran Hitler en Alemania. Con el amarillo proyectan que tienen respaldo. Cuando lo quitan, pierden autoridad. Los amenazaron con negarles el agua y las despensas. Son autoritarios. La gente se deja manejar por las dádivas mediocres que les llegan a dar. Son descarados, no disfrazan nada. Me metí de candidato independiente porque quiero trabajar de la mano de la gente. Crear una cultura de paz. Cuando decido contener para diputado local, me invitan varios partidos, como el PT y Morena. Como independiente no se pudo, ponen muchas trabas. Rebotaron dos veces mi acta constitutiva del organismo civil, mis cuentas de banco, todo cardiaco. Me pedían 2 mil 700 firmas, cuando ya tenía más de 3 mil.

“Me fui con el PT. Los condicioné a que mi dinero como diputado lo invertiría en proyectos, empleos temporales, talleres para madres solteras. Renunciaré a la dieta para dárselo a la sociedad, que lo habrá de manejar. Me dijeron que me apoyaban. Me fui con la coalición con la que comparto la ideología de López Obrador. Elegí también el distrito octavo que abarca Prados 1 y 2, Libertad, Rancho Viejo, Pozos, Santa Rita, Los Gómez, Basilio Anaya, La Pila, Jardines del Sur, Valle Dorado, pura zona popular. La decisión de que fuera candidato viene desde arriba. Me siento seguro de ganar. Necesito 18 mil votos. La que compite conmigo por el PRD es Karina López. Pero tiene detrás a los Gallardo, sus familiares. El PAN lanzó a Octavio Arredondo. El PRI a Enrique Malacara. Les llevo ventaja, pero sabemos que Gallardo compite en todos lados con la compra de despensas. Los apoyos se ubican en las secciones donde están las casillas. Tiene todo controlado. A la que nunca van a someter es a la banda. Cuando los Gallardo me amenazaron, fue al inicio de la campaña en Rancho Viejo en la unidad deportiva. Íbamos a iniciar a las 6 de la tarde. Ya casi estaba llena la cancha. Me fui a la casa a alistarme. Al salir llaman para decirme que a mucha gente no la dejan llegar al punto de la cita. Los policías municipales dicen que no hay ningún candidato a diputado. Se trata de un dizque líder de pandillas.

“Corrían a los asistentes. Salí de mi casa al sitio. Pero una patrulla se me cierra. Se bajan varios agentes y me someten. El que manejaba me pegó y dio el mensaje: no entiendes, hasta que te desaparezcan. Ya te dijimos que te bajaras. Me golpearon. Un vecino tomó fotos. Se espantan y arrancan. Otros testigos se acercan y me ayudan. Casi no podía hablar con la gente que alcanzó a llegar. No terminé el discurso porque me bajé a vomitar. Comencé a divagar, terminé en el hospital. Me dieron de alta. Ya en casa, recibí una llamada más fuerte, con amenazas de muerte. Venían del bajo mundo. No se andan con juegos. Quiero vivir, pero tampoco voy a renunciar a un sueño y lucha que tengo desde años atrás. Puse la denuncia en la Fiscalía para Delitos Electorales y procuraduría. Entiendo lo que puedo hacer. Mi vida no fue fácil. He superado muchos obstáculos. La policía que me golpeó fue de la capital. Lo hicieron por algo. Ayudaré a mi gente lo más que pueda. Es un sector de los más marginados a los que sólo les prometen y no cumplen. Gallardo puede ganar pero López Obrador también. Le quitaremos mucha fuerza. Se sabrán todas las transas y abusos contra la ciudadanía”.