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Los días contados de Gabino Morales

Al super delegado de programas productivos de Morena, Gabino Morales Mendoza, se le puede aplicar el axioma de que en la política, la forma es fondo. Hay varios hechos que deben preocuparle al extremo. El castigo a sus derechos partidistas, lo ordenó la dirigente nacional del partido, Yeidckol Polevnsky, que antes se afanó en protegerlo de sus constantes patanerías. Analizó las quejas de violencia de género y políticas que presentó Martha Lizzet García y Sarahí Esquivel Veloz sustentadas con fotografías, correos electrónicos, carátulas de face y videos. Lo menos que les dijo fue “putas”.

En el balance de la denuncia, Polevnsky consultó al presidente estatal de Morena, Sergio Serrano, que avaló la querella con todas sus implicaciones. Mendoza y Serrano tejieron desde los prolegómenos del partido, una alianza de amistad y complicidades, que se rompió por el manejo faccioso del presupuesto. La última diferencia entre ambos se dio cuando Morales, sin ninguna facultad, quitó a García como representante de Morena ante el Instituto Nacional Electoral, donde la había colocado Serrano que ahora, cuando le preguntan de su otrora aliado, sólo responde con voz seca: “es un traidor”. Además de Serrano, institucional, Polevnsky consultó a su jefe máximo, el presidente Andrés Manuel López Obrador, sobre el castigo que se venía sobre su delfín en San Luis. La respuesta debió ser aprobatoria. Aunque al arribar a la entidad, al ser abordado sobre el tema, el tabasqueño resaltó que no era el motivo de su viaje. Pero antes defendió a Morales de sus nocivas injerencias en la bancada del congreso.

En Cedral, el controvertido personaje ya no estuvo en el palco de su benévolo amigo, lo que despertó incontables suspicacias. Ya se habla que en cualquier momento será removido del cargo, que ha usado de manera facciosa, convenenciera. Se ha convertido en el enemigo número uno de las políticas sociales del mandatario nacional. En lugar de sumar esfuerzos, se empecina en ahondar las diferencias con los grupos relegados. No tolera la cercanía de los operadores cercanos al senador Ricardo Monrreal, con el que tiene un pleito a muerte. Aunque lo invitó a su boda, trata con despotismo a los simpatizantes del senador Primo Dothé Mata. A regañadientes, siempre con las manos pegadas a los bolsillos, empezó a dialogar con los emisarios del diputado federal, Ricardo del Sol.

El ex candidato a la alcaldía de Soledad, Juan Carlos Velázquez, le dijo que tenía 50 colaboradores para ayudarlo a levantar los llamados censos del bienestar. Pero que lo apoyara con el pago, ya que había quedado exánime por los gastos de dos campañas consecutivas. Le contestó que ya tenía sus propias brigadas y que no necesitaba más apoyos. En todo caso, le dijo que sólo le ayudaría con los costos de 10 personas. Velázquez, molesto, se retiró de las pláticas. Luego Morales anunció, intrépido, que en dos días había cubierto los domicilios de Cactus y Prados, dos de las colonias más pobladas de la capital. Nadie se tragó la mentira. Otra anécdota pinta la voracidad de Morales. En la etapa que fue presidente de Morena, en Valles le solicitaron 50 mil pesos para contratar sillas, sonido, tapancos, mesas y comida para el cierre de Serrano que buscó ser gobernador. Alegó que no tenía dinero, sólo daría, si acaso, la mitad. Al poco tiempo, los organizadores denunciaron que se les adelantó a pedir factura por el monto total de los costos.

Al parecer ya sin el respaldo absoluto de López Obrador, se estima que la caída de Morales es inminente. Se barajan como probables sucesores, las figuras que antes se manejaron para el cargo de super delegado. Uno es el empresario del ramo automotriz, Antonio Lorca, que descartan por ser sobrino político del gobernador Juan Manuel Carreras. Es fiel seguidor de Monrreal. Su llegada acrecentaría las divisiones. Otro es el ex diputado local, Jaén Castilla, que manejó las redes magisteriales. Lo respalda la líder histórica Elba Esther Gordillo. Se habló del dirigente nacional de los magistrados administrativos, Juan Ramiro Robledo, que conoce de cerca de López Obrador, desde que buscó la gubernatura del PRD, después que lo corrió del PRI el maximato Horacio Sánchez Unzueta. El que tiene mayores probabilidades es el notario 32, Leonel Serrato, ex candidato a la alcaldía de la capital y ahora coordinador regional de programas integrales. Es alfil de Sánchez Unzueta.

En un intento desesperado de revertir las acusaciones de misógino y enemigo acérrimo de las mujeres, Morales envió a un grupo de simpatizantes para que acusaran a sus detractoras de los mismos cargos. Lo que parece, no le funcionó. El escenario inmediato del vilipendiado funcionario se complicó con el frontal ataque de las diputadas federales de Morena, que exigieron su cese inmediato. Entre más se tarde en ir, mayor será el desprestigio para López Obrador, que busca el cuarto cambio, el imperio de la concordia. Gabino Morales es candidato natural al patíbulo del desempleo

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Se acerca el fin de los Gallardo en Soledad

En Soledad, víctimas y ganones miran la misma circunstancia: los ex ediles Ricardo Gallardo Juárez y Ricardo Gallardo Cardona no vuelven a ganar la alcaldía por quinta vez. Han llegado al colapso. El balance es apocalíptico, ni aunque el padre o hijo se postularan en el 2021 alcanzan el triunfo. Incondicionales de antaño aseguran que por ninguna circunstancia, aceptarían ser candidatos con las siglas del PRD. El hecho que se haya reelegido la marioneta Gilberto Hernández Villafuerte no es signo de fortaleza. Se impuso por el descarado fraude electoral.

Todavía lo alcanzaron a salvar las endebles estructuras ciudadanas que se pulverizaron después de los últimos comicios, donde el peor indicio de la decadencia se dio con la derrota de Gallardo Juárez en la capital, donde lo enterró su otrora mecenas, el maximato Horacio Sánchez Unzueta. Además, los que estuvieron de cerca en los acontecimientos, aseguran que el ex abanderado de Morena, Juan Carlos Velázquez, aunque hizo una campaña deficiente, también hizo una tibia defensa de su triunfo en la figura del quisquilloso litigante Gustavo Barrera, cuyo fuerte es lo fiscal, no lo electoral, por lo que se llevó similar revés con el ex candidato panista a la alcaldía de Valles, David Medina.

En los 12 años que los Gallardo han explotado el erario de Soledad, lo que sobresale es que han incrementado sus fortunas personales en términos geométricos. Las calles siguen oscuras, con baches, llenas de basura. Prevalecen las contaminantes aguas negras. En la única plaza en que hay un cine y algunos locales comerciales, Citadina, Gallardo Cardona aparece como ventajoso accionista. Otro signo de la debacle es que Hernández Villafuerte, acostumbrado a dejarse pisotear, ya alzó la voz.

Se empieza a rebelar, ya no quiere firmar cheques donde no alcanza el mínimo beneficio. Se resiste a patrocinar los incontables aviadores que se quedaron en el vacío al perder la pista de aterrizaje de la capital, donde se incluyen una decena de medios electrónicos que cobran caro cada ataque soez al soberbio edil panista Xavier Nava Palacios. Al saber que se desmorona el voraz e inhumano cacicazgo de los Gallardo, se desató en el entorno una fiebre por recuperar el saqueado ayuntamiento. Se apuntó para echar fuera a Hernández Villafuerte el ex líder del comité municipal del PRI, Omar Velázquez Nava.

El ex regidor del PRD en la capital, Isaac Ramos, otrora brazo derecho de Gallardo Juárez. Maltratado y subestimado, Ramos emigró a Morena, donde lo impulsa el senador Primo Dothé, que lo ubicó al frente del programa de becas para jóvenes. También se sumó para competir el belicoso dirigente del Movimiento Pueblo Libres, Pedro Torres, al que los Gallardo le han proferido varias amenazas de muerte por medio de sicarios. Busca competir la diputada local, Paola Arreola, hija del ex presidente estatal del PRI, Jorge Arreola, que se podría colar como delegado de alguna instancia federal. Los mismos panistas externan que el próximo alcalde de Soledad saldrá de las filas del PRI o de Morena. No tienen la mínima esperanza, por el desastroso desempeño del ex dirigente estatal, Xavier Azuara, que se vendió a los Gallardo por 40 monedas. En Soledad, en su propia madriguera, se empezó a escribir el epitafio político de los Gallardo.