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Aficionados acusan a directiva del Atlético San Luis, canalizar el destino de 10 mil boletos a revendedores, patrocinadores y gente cercana a los dueños del club

Es grande la euforia que se vive en la capital potosina, ya que mañana es la gran final de ascenso de la Liga Mx. El equipo de casa, Atlético San Luis, podría consumar su acceso al máximo circuito del fútbol mexicano. Las ganas de los aficionados por conseguir un boleto que les permita estar presentes en el magno acto, los orilló a pagar grandes cantidades a los arbitrarios revendedores, que rayan en lo infame. O caer en las distintas dinámicas por parte de los patrocinadores, que buscan a través de la publicidad, conseguir  un mayor número de seguidores.

Ante la urgencia de entrar, la reventa es un negocio redondo. La pasión por ver al equipo local disputar la final, llega a tener un valor que alcanza lo mil 500 pesos por boleto, cuando su costo real en taquillas es de 280,350 y 480 pesos. Incluso en redes sociales, un usuario pidió 5 mil 200 pesos por 5 boletos.

El hecho aumentó el enojo de los aficionados que acusan a la directiva del Atlético de San Luis de propiciar tantos abusos. Un aficionado, como los miles que ayer acamparon por más de 15 horas fuera de las taquillas del estadio, miró cuando unos vivales, que no se formaron, recibieron un trato exclusivo por parte de los empleados, que les dieron un fajo de casi 50 boletos. Otro hincha expuso que se le dio preferencia en la compra de boletos a servidores públicos, lo que motivó que antes de la apertura en el estadio, el tráfico en redes sociales estaba en su mayor apogeo.

También hubo tratos de privilegio a personas cercanas a la  directiva, como los dueños de palcos y patrocinadores, que acapararon una gran cantidad de entradas. Fue denunciado el diputado federal Ricardo Gallardo Cardona, uno de los principales financiadores patrocinadores del Atlético San Luis. En sus portales, inventó distintas dinámicas para regalar boletos, con sólo exaltar su persona. El truco consistía en seguirlo en todas sus redes sociales e invitar a otros hacer lo mismo. En su Red Amarilla, anunció que iba el obsequiar boletos.

A las maniobras consumistas se sumó la plaza comercial El Dorado y el portal electrónico Quadratín,  entre muchos más. Las versiones de que la directiva prefirió cuidar los intereses comerciales en lugar de la lealtad de la hinchada, tomó fuerza cuando el mismo presidente del club, Alberto Marrero, ante los medios informativos expuso que el tiraje que se puso a la venta para al público en general, fue solo de 4 mil boletos, sin contar los casi 11 mil que se dieron a los abonados.

Los mismos números resaltan que entre abonados y público en general, se vendieron 15 mil boletos. La capacidad máxima que puede concentrar el estadio Alfonso Lastras es de 25 mil almas. Es incierto el destino de 10 mil boletos faltantes. Los aficionados denunciaron que están distribuidos entre los revendedores, que se promocionan en redes sociales con pacas de boletos, patrocinadores y personajes influyentes, como funcionares estatales.

Marrero pidió disculpas a la gente que esperó varias horas un boleto y no lo consiguió. Para compensar la larga y difícil travesía, los invitó a que acudan a las principales plazas de la capital y Soledad, donde se instalarán mega pantallas para ver el partido.

Ante tal circunstancia, los aficionados reniegan del mal trato recibido, ya que no les hablaron con la verdad desde un inicio. Decirles que apenas había 4 mil boletos disponibles y ahorrarse distintas horas bajo las inclemencias del clima, todo para conseguir un pase a la final de mañana.

Tras el mal trato que recibieron los fieles hinchas, vino el desquite. Se pudo notar en la práctica a puertas abiertas que tuvo el conjunto de Alfonso Sosa en las instalaciones del inmueble, donde la afluencia de mirones fue mínima, comparada con la que se tuvo en la final anterior, cuando se hizo el mismo protocolo previo al partido.

En las redes sociales se manejan distintas propuestas para contrarrestar el pésimo trato de la directiva. Una es invadir de forma masiva el estadio, para que todos presencien en vivo y en directo el partido. Otra es no caer en los tentáculos de los revendedores. Mejor juntarse con la familia en un sitio sano para la convivencia.