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Exigen una pena de 5 años de cárcel contra el sacerdote Noé Trujillo, acusado de violador y pederasta

El ex sacerdote de la parroquia Santo Niño de Atocha de Soledad, Noé Trujillo, fue sentenciado a 2 años 6 meses de cárcel ordinaria y una pena monetaria de 3 mil 180 pesos por el juez cuarto del ramo penal del primer distrito judicial del estado por el delito de estupro, cometido hacia la menor Alejandra en el 2014. Es un nombre ficticio que se le otorgó a la víctima para proteger su identidad.

Es la primera vez que en San Luis Potosí se gira sentencia condenatoria en contra de un sacerdote, destacó la madre de la afectada, María Esther de León Castillo, no obstante que el litigante del párroco, Xavier Paloalto Macías, interpusiera siete amparos y tres apelaciones y sufrir agresiones por parte de feligreses defensores del clérigo. A pesar de los beneficios alcanzados, las víctimas apelarán la sentencia otorgada y buscarán la pena máxima de 5 años, además de exigir un juicio eclesiástico para que el canónigo no vuelva a ejercer ni formar parte de la iglesia.

“Afuera de nuestra casa, el fanatismo religioso hizo un mitin. Dijeron que solo queríamos llamar la atención para disfrutar nuestros tres días de fama. Hoy les demostramos que era otro el objetivo. Hubo un proceso legal que resultó a nuestro favor. Paloalto es un abogado chicanero y corrupto. Se ha valido de falsos testigos para ganar el juicio, pero no le funcionaron. Los desestimaron y catalogaron fuera de línea. Siempre nos tachó de locas y mentirosas, pero supimos manejarnos con pruebas y evidencias sólidas. Se necesitan abogados honestos y justos para que haya una verdadera justicia. No podemos permitir que existan tales depredadores. El delito que se cometió nos cambió totalmente la vida, por lo que exigimos un castigo más severo. Con el código penal que estaba vigente entonces”.

En respuesta, el representante legal de la víctima, Alejandro Guerling Gómez del Campo, manifestó que el asunto de estupro se pudo llevar de manera privada, ajeno a los medios informativos. Sin embargo, al párroco y su consejero se les fue de las manos, al humillar y desestimar a la ofendida. Dijeron que las evidencias médicas, psicológicas, conversaciones sostenidas vía facebook y mensajes de celular no eran contundentes para demostrar su culpa. “El padre obtuvo el beneficio de suspensión condicional de la pena que le fue impuesta, siempre y cuando pague la multa pecuniaria y otorgue una fianza por 5 mil 500 pesos. En el delito de estupro siempre se debe buscar la pena más alta, ya que se abusa de menores con engaños, promesas de amor falsas o amenazas de muerte como fue el caso de Alejandra”.

Noel Trujillo era presbítero desde el 2006. En el 2013 ya celebraba misas en la parroquia del Santo Niño de Atocha, donde Alejandra y su madre asistían con frecuencia. Fue donde lo conocieron. A mediados de agosto del 2013, la niña y el religioso se hicieron amigos vía facebook y comenzaron a platicar constantes. En una de las conversaciones, le pidió que fuera su novia virtual. La joven se negó. Insistente le mencionó que padece cáncer en el cerebro y que morirá pronto. Le suplica le conceda su última voluntad, por lo que la menor termina por aceptar.

Con el soborno de la enfermedad, el clérigo la convence de no terminar la relación. Le insinúa que tengan acercamientos más íntimos. Una vez la llevó a un terreno cercano a la carretera de Matehuala donde le quitó la blusa. La comenzó a besar y masturbarse en la parte trasera del automóvil. “Me asusté mucho. Le dije que me llevara a la casa. Me pide que lo perdone. Sale del carro para limpiarse. Se sube y me regresa”.

El 22 de diciembre del 2013, Alejandra acudió a confesarse con el padre Gilberto Alvarado Martínez. Le platica los tratos que mantiene con su colega. Le contesta estar enterado de los hechos. La persuade no terminar con Trujillo, que ha sufrido mucho desde la infancia y ahora padece cáncer. La aconseja mantener el secreto, sin comentarlo con alguien, ya que su novio dejaría la arquidiócesis para seguirla.

Alejandra discute fuerte con su madre en febrero del 2014, sale veloz de la casa y se dirige a la iglesia, donde se topa con su verdugo. Le ofrece regresarla después que lo acompañe a oficiar una misa. A poca distancia de la iglesia, el sacerdote desvía el coche hacia un despoblado que la joven asevera no conocer. Al llegar al lugar, le pide que se pase a la parte trasera del coche. “Me intenta quitar el vestido. Me niego pero no hace caso. Es cuando empieza a violarme. Al terminar dice que eso me pasa por usar pantalón, pues cualquiera que me vea, intentará hacerme lo mismo”.

Al concluir la misa, el sacerdote llevó a Alejandra a comprar la pastilla del día siguiente, pues teme dejarla embarazada. Y si aconteciera, la llevará a una clínica para abortar. “Luego me condujo con el padre Alvarado, porque mi mamá me buscaba. Antes pasamos por su chofer Alfonso Zamarrón, para que lo llevara a Ahualulco. Era su coartada en caso de complicarse el asunto”.

Ya en la iglesia, Alvarado le preguntó sobre lo acontecido. Alejandra relató que Trujillo la había ultrajado. “Dígale que se busque una mujer mayor. No me gusta lo que me hace”. El clérigo le comentó que ya no se podía salir. Lo más conveniente era ocultar la verdad a su madre.

El sacristán Jerónimo Castillo Berrones escuchó el tétrico relato que involucra a los abusivos padres, por lo que decide ventilar los hechos. Pero de manera inesperada y misteriosa, el 9 de abril del 2014 fue encontrado sin vida, con un balazo en el pecho. Las autoridades aseguraron que se trató de un suicidio.

Después de asegurarse que la menor se había tomado la pastilla para prevenir un embarazo, el oficioso Alvarado la trasladó a otra iglesia donde ya la esperaba su madre. Le dijo que todo estaba en orden. Se había tardado por acompañar al padre Trujillo a oficiar otra misa.

El 22 de febrero del mismo año y tiempo después de la primera violación, Trujillo empujó a a la menor a un dispensario médico de la iglesia de Soledad. Ante la negativa de Alejandra, la amenazó con mandar matar a su madre. “Empecé a llorar y miré al techo mientras me violaba. Me decía que me callara, pues yo era la única responsable de lo que pasaba”.

Durante tres meses, mediante engaños y amenazas, fue víctima de abuso sexual y psicológico por parte de Trujillo. La madre de la menor, al descubrir los mensajes de texto en el celular y cuenta de facebook, donde le proponían encontrarse y tener relaciones sexuales, acudió de inmediato a levantar la denuncia penal contra el agresor. Al saberse descubierto, el padre huyó, desaparece más de año y medio. La diócesis lo suspende de los ministerios ya que está acusado de violador y pederastia. Su nombre aparece ligado a los crímenes de otro homólogo, Eduardo Córdoba.

Tuvieron que pasar 3 años, un mes y siete días para que se dictara un resolutivo ya que durante el proceso las pruebas fueron declaradas como inconsistentes. Incidió la complicidad de la arquidiócesis que protegió a uno de sus integrantes vinculado a un proceso penal. La madre de la afectada relató que ya antes existió otra víctima del padre Noé Trujillo. La niña era del barrio de Tlaxcala, pero los familiares no supieron cómo denunciar la afrenta. La arquidiócesis solo cambió al depredador a Soledad. La iglesia siempre estuvo enterada de las acciones del sacerdote, pero no actuó en su momento. Ahora buscan la forma de juzgarlo a nivel interno.

El abogado Alejandro Guerling manifestó que el castigo mínimo que se le otorgó al padre Trujillo se debe a que el estupro es catalogado como delito leve. Es necesario que los diputados locales hagan modificaciones a ley. “En Veracruz está tipificado con 8 años de cárcel. En San Luis Potosí abarca de 2 a 5 años. Pareciera que las normas defienden más al victimario. Se han hecho algunas mejoras a la norma de amparo, pero quedó corta. El beneficio debe buscarse para la mayoría, no unos cuantos”.

La madre de Alejandra invitó a las personas que han sufrido algún tipo de abuso, se animen a denunciarlo. O de lo contrario, será como si nunca se hubiera dado. “Nosotras a pesar de que tuvimos que cambiar muchas veces de abogados, nunca nos rendimos. Aunque el veredicto nos favorece, no estamos conformes con la sentencia condenatoria que se le otorgó al padre Trujillo. Queremos justicia. El daño económico, psicológico y social que hemos pasado, nunca lo podrán reparar con nada. En caso de no lograr la máxima pena de 5 años en todas las instancias que marca la ley sobre el delito de estupro, nos iremos por el abuso de menores. Le pido de corazón al arzobispo Jesús Carlos Cabrero, que de verdad empiece a hacer justicia, pues los violadores son sus enemigos”.