La soberbia, error medular

16 agosto, 20185:21 pmAutor: Juan Pablo Moreno GuzmánCapital Destacada Sin categoría

Más reinos derribó la soberbia que la espada, más príncipes se perdieron por sí mismos que por otros. Proverbio del escritor español Diego Saavedra Fajardo, el cual podría describir perfecto el principal error que llevó a la derrota en la contienda electoral al candidato perredista Ricardo Gallardo Juárez, quien buscó seguir por tres años más al frente del ayuntamiento de la capital.

Gallardo Juárez en las elecciones del 2015 buscó por primera vez el cargo, coaligado el PRD y PT, en las que venció a sus oponentes con un total de 131 mil 500 votos. El panista Xavier Azuara sacó 81 mil 688 sufragios. Ahora, en la reciente jornada donde buscó reelegirse, imaginó que volvería a ganar 2 a 1 a su contendiente más férreo, Xavier Nava Palacios.

Confió que durante tres años, en los que exaltó su imagen en distintos medios con la entrega de programas clientelares y obras de relumbrón, serían suficientes para que la gente le volviera a dar el voto. En los mítines y cierres de campaña, su arrogancia se incrementó al contemplar el falaz apoyo de la gente que lo acompañó en las colonias que visitaba. Pero la realidad fue distinta el día de las votaciones. Sus seguidores le aplicaron un voto de castigo.

Gallardo se mostró petulante previo a los comicios al grado que instaló a lo largo de la avenida Salvador Nava y principales calles cartelones donde mostró su imagen con las leyendas que lo proclamaban vencedor el 1 de julio. Optimista acudió a emitir su voto a la casilla 1309 básica instalada en el Centro de Convecciones de San Luis Potosí. En el lugar se dieron cita algunos medios a los que les dijo, saldría victorioso. Después que  lo favorecieran los resultados, estaría en su casa de campaña para agradecer a quienes le otorgaron el voto y le dieran la oportunidad de gobernar por tres años más. Ignoraba que una estrepitosa derrota lo esperaba y le arrebataría el jugoso cargo público al que supo sacar provecho para hacer negocios personales. La pequeña rueda de prensa fue la última que dio antes de ausentarse por 23 días por la abrupta derrota en las casillas.

Gallardo Juárez fue vapuleado por su contrincante panista Xavier Nava. La gente le otorgó el voto de castigo por haber hecho uno de los gobiernos más polémicos en los últimos años. Obtuvo 89 mil 894 votos en  las mil 22 casillas instaladas en la capital potosina. Cantidad muy por debajo de su contrincante que alcanzó 153 mil 892 votos. Incluso lo superó con más de 20 mil votos que obtuvo en el 2015. La abrumadora derrota se observó incluso en el lugar donde  Gallardo Juárez votó, lugar donde se  instalaron 14 casillas, de las cuales una fue básica, 11 contiguas y dos especiales. El munícipe sufragó en la 1039 donde obtuvo la triste cantidad de 22, muy distante de los 437 de Nava. También fue superado por la candidata del PRI, Cecilia González Gordoa, quien logró 32 y por el abanderado de Morena, Leonel Serrato Sánchez, que alcanzó 28. En las 11 casillas contiguas se observó su poca o casi nula empatía. En ninguna superó los 30 votos. En total consiguió 260. Nava 4 mil 564. El PRI 367 y Morena 494. En las dos casillas especiales que se instalaron en la zona, Xavier Nava sacó una ventaja de 17 votos, seguido de Serrato con 3. En tercer, empatados con 2 votos, Cecilia González y Gallardo.

Con la derrota encima, el ostentoso edil se atrincheró en su casa de campaña donde haría nuevas declaraciones sobre su inminente victoria. En su lugar salió el dirigente estatal de PRD, Ignacio Morquecho, que en una desolada sede, le dio el gane a su jefe a sabiendas de la desastrosa caída. Por su parte, el vocero oficioso, Rafael Aguilar Fuentes, desde temprano se mostró en redes sociales lloroso, acongojado, sin poder asimilar una derrota que se aproximaba. Furioso alegó que la victoria panista se concretó por la compra descomunal de votos a través de un plan maquiavélico urdido por distintos personajes de la política local, confabulados con el gobernador Juan Manuel Carreras y las dirigencias del PAN y PRI.

Concretada la victoria de Nava, Gallardo se hizo el occiso. En su defensa salió su hijo Ricardo Gallardo Cardona que en rueda de prensa se vio molesto. Alegó que la derrota de su progenitor se dio por culpa de la gente, a la que desdeñó por no saber votar, ya que no emitieron su apoyo al PRD. Distante de los reflectores, Gallardo Juárez se ausentó sin reconocer el triunfo de su opositor. Hasta el 18 de julio a través de un boletín se supo de su destino. Anunció que hasta el último momento dejará de trabajar. Entregará un ayuntamiento sin deudas mayores a las que recibió de su antecesor Mario García. Hizo a un lado el protagonismo que lo caracterizó. Dejó de figurar en los medios que antes exaltaron. Parece que ahora le urge irse al ostracismo para digerir un tropiezo del que se mira difícil se vuelva a levantar.

 

 

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