La escritora Cale Agudis, su madre y militares de alto rango, víctimas de la estafa

11 junio, 20209:03 pmAutor: Oralia Guzmán MendozaCapital Destacada Noticias

La pujante escritora local, Cale Agundis, junto con su madre, resultaron víctimas de la trampa que orquestó el motivador, Gabriel Salazar. Cuenta que invirtió su dinero en Invercorp, convencida por unos parientes. Creyó en los defraudadores, porque como a muchas de las incautas presas, los convencieron de ser una financiera sólida, respaldada por 23 empresas boyantes, donde nunca iban a permitir que los ahorros estuvieran en riesgo. Ante el desfalco, se sumó a la ola de demandas penales contra los directivos.

Los primos que tenían su dinero en Invercorp, le hablaron maravillas de la empresa que daba réditos del 10% de lo que se invertía, por lo que metió su dinero en mayo del 2019. Durante 7 meses recibió puntual las ganancias. En diciembre decide aportar más capital, pero fue justo cuando iniciaron los problemas. En enero ya no le entregaron los intereses. Argumentaron que en diciembre les habían realizado una auditoria, donde salieron pésimos. Descubrieron que el director de Invercorp, Milton González, les había robado y tenían problemas con la Secretaría de Hacienda.

Le prometieron que los fondos, junto con los intereses, se lo depositarían el 27 de enero, lo cual no ocurrió. Después le aseguraron que el 17 de febrero los recibiría, al  no cumplirle, decide venir a San Luis. Se  entrevistó en las oficinas de la empresa con el empleado que siempre la atendió. Le dijo que ya no le podrían dar el 10 % de ganancias, que ahora sería el 3% y la hizo firmar un nuevo contrato. “Cuando me entrevisté con tal persona, que era una pieza clave en la empresa, siempre estuvo al tanto de mí y de un grupo como de 100 inversionistas, noté algo que no me gustó. Cuando lo cuestionaba, me salía con evasivas, me daba largas, mentía. Aseguró que iban a empezar a depositar y ponerse al corriente el 27 de febrero”.

“Regresé a San Luis otra vez a finales de febrero. Ahora acudí con mi abogado. Fue la primera vez que fui al edificio M, ubicado en Carranza, donde operaba Invercorp. Las oficinas estaban oscuras y horribles. Lo primero que veo en las paredes son las fotografías del Gabo Salazar y los otros dueños, mafiosos a morir. Hablo con el que me atendía. Reiteró que la empresa estaba muy mal y que tenía la opción de retirar el ahorro. Mi abogado que estuvo presente, dijo que no le daba 3 meses de vida a la empresa. Me aconsejó retirar la plata. Salieron que no me la podían entregar en una sola partida, sólo diferido en 12 meses, por lo que me dieron unos pagarés que debería llevar cada mes, cobrarlos hasta liquidarme. Es donde la puerca torció el rabo, porque no me han dado nada”.

Agundis refiere que demandó a Gabriel Salazar Soto, se enteró que Invercorp fue una empresa creada para engañar a las personas, con el típico perfil de que en los primeros meses cumplen con lo acordado y después dan el sablazo. “Me recibieron el dinero que invertí en unas oficinas que tenían en la venida Carranza, frente al hotel HN. Me recibió Miltón González Romero, que era director. Me pintó una firma que era la quinta maravilla, la número uno del año, que apoyaban a los potosinos, que tenían un grupo de 24 filiales, por lo que era casi imposible, no cumplieran. Si un negocio no funcionaba, estaban los otros de respaldo. Me pareció lógico porque hacen los números y salía que garantizaban los rendimientos. Decidí aceptar, nunca imaginé que en 7 meses estarían en quiebra”.

La escritora señaló que el capital invertido, es en gran parte, el ahorro de toda la vida. Salazar lo iba a destinar para construir un complejo de rascacielos en todo el país, lo cual nunca ocurrió. También llevó lo juntado por su madre, mayor de 80 años. Otras personas cayeron en diciembre del 2109, lo que obtuvo Salazar, lo canalizó a comprar el rancho de sus sueños. “Nos dijeron que sería un gran productor de ganado. Nos lavaron el coco. Sólo fue un capricho. Como quiera yo me recupero, pero mi viejita, que puso todos los ahorros de su vida, se la pasaron a  fregar. Es algo muy injusto. Si Salazar no paga, lo adecuado es que lo metan a la cárcel. Nadie de los afectados, nos tentaremos el corazón. Fue un robo, abusaron de nuestra confianza”.

El 22 de mayo, mediante un comunicado, Gabriel Salazar, que se ostenta como presidente del consejo administrativo del Grupo Infiniti, subsidiarias y filiales, dijo que las empresas entraron en una severa crisis de insolvencia y de finanzas que los ponen a punto del colapso. Puso de pretexto, la emergencia del covid 19, exceso de inversiones, un agresivo apalancamiento, la pérdida de diversas fuentes de ingresos, caída de algunos proyectos y cancelación de contratos. Anunció que entrarían a un concurso mercantil y aseguró que luego de salir, les pagará a todos los acreedores. “Gabo Salazar se declaró en quiebra, perdón, se mermó la cuenta millonaria de todos. Nos pasé a chin.. y no se compromete a darnos ningún peso porque no lo tiene. Dice que va empezar a pagar de mayor a menor. Es decir, primero a los socios más fuertes y después a todos los chiquitos, donde estoy yo, lo que se alcance y los que no, lo disculpen. Me enteré que sus papás ya se habían fugado, que toda la familia tiene orden de arresto. Los padres quedaron a deberle a mucha gente. Me decía mi madre, ¿cómo pretendes que el mentado Gabo Salazar sea una persona  honorable, respetable, leal, con valores, principios, si sus progenitores están peor”.

Hay tres litigantes que llevan las demandas de casi mil afectados por Invercorp. Entre los defraudados se encuentran 25 militares de alto rango, coroneles y generales, que invirtieron sus ahorros y parte de las pensiones. Otras personas perdieron casa y vendieron sus negocios para invertir los recursos que ahora se esfumaron. La escritora Cale Agundis confía en su abogado, que representa a otras 100 víctimas. Les dijo que hay posibilidades de recuperar el dinero.

Decidieron irse por la vía penal y exploran la alternativa de embargar los bienes y rematarlos. “Como somos muchos los perjudicados, el asunto tiende a convertirse en un problema social, por lo que debe  intervenir el gobierno estatal. Se tienen pruebas y testimonios de la gente. Yo no iba a demandar, confío en la justicia divina, pero después alguien me animó. Me dijo que era la única forma de recuperar lo perdido. Salazar no volverá a dormir con la conciencia tranquila”.

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