El covid vence al indómito Arturo Pérez Alonso

17 agosto, 20205:58 pmAutor: Juan Pablo MorenoCapital Destacada Municipios Noticias

Apenas una semana antes se había registrado su onomástico cuando de repente los familiares anunciaron el deceso del líder de los locatarios del mercado República, Arturo Pérez Alonso, que dejó muchos pendientes en el camino. Como verificar una inquietud del emergente historiador José Enrique Alonso Capote, que manejó, tenían lazos familiares, junto con el ex comandante de la policía judicial, Julio Alfredo Ceballos Alonso.
Hombre semiótico, a Pérez Alonso se le debe abordar a través de tres secciones vitales, las que marcaron su trayectoria terrenal. Una fue su práctica religiosa, ya que tuvo un despliegue sistemático como maestro del evangelio. Enseñaba las escrituras a las nuevas generaciones en los curatos protestantes. No cumplió la meta de juntarse con su homólogo, el presidente estatal del PRI, Elías Pecina Rodríguez, “El Profeta”, que tiene el rango de “Anciano Gobernador” en la estructura administrativa donde se desenvuelve.
Arturo Pérez nació en el bravo vecindario de Tlaxcala. En la juventud tuvo su propia clica. Fueron incontables las batallas que libró en las hostiles calles de la sobrevivencia. Añoraba las barracas, que dejó para convertirse en voceador, despertar a las 5 de la mañana, para empezar la inclemente tarea de dar a conocer las noticias del momento. Encontró un mínimo reposo y mayor paga cuando se hizo vendedor ambulante. En el trayecto tejió una sólida amistad con el extinto líder de la Federación Estatal de Usuarios y Comerciantes, Juan Martín Ayala, que pereció a inicios del 2020. Pérez lamentó el “entorno inmediato” que segó la vida del compañero.
Personaje de contrastes y paralelismos, Pérez Alonso tuvo un ácido altercado con inspectores que trataron de desalojar a un vendedor de pirotecnia, que se ubicó en uno de los accesos del mercado. Eran los tiempos del terror y saqueos impunes del ex alcalde Ricardo Gallardo Juárez, al que combatió frontal y sin tregua. Pérez contuvo el brutal asedio. Luego narró que buscó a propósito la reyerta física, para recordar las etapas en que se medía sólo contra varios contrincantes, armados con cadenas y armas blancas. Bastó para espantarlos su absoluto coraje, la mirada lacerante y la barba que le tocaba el pecho, como si estuviera congelada. Aceptó ser la fiel réplica de la refriega del nazareno Jesús, que sacó a latigazos del templo a los voraces mercachifles.
En una de las etapas más ríspidas, cuando Gallardo reprimió a las organizaciones de comerciantes, se confrontaron en un debate transmitido en el Canal 13, el dirigente del Rebote, Juan Antonio Rodríguez Chessani, con el biógrafo, confidente, confesor y cronista del vilipendiado edil, Jesús Rafael Aguilar Fuentes, alias El Chiquilín, que resultó derrotado de manera vergonzosa. Le faltaron argumentos para defender las fechorías, prepotencia y robos sin límites de su jefe. El único que consoló al herrero caído en desgracia fue Pérez Alonso. En tono paternal le dijo que cuidara su salud, ya que era diabético e hipertenso. Le expuso que corría un gran riesgo, ya que los ojos los traía con un rojo intenso, cercanos al colapso.
Pérez Alonso jamás coincidió con las tesis del poeta Héctor Esquer, que reclama a la iglesia, ejercer sin cortapisas, la doctrina del perdón, aplicable para rescatar de las tinieblas a Satanás, ávido de regresar a la luz, al lado de quien lo hizo. Conocedor de los textos bíblicos, al derecho y revés, estableció que en los capítulos donde se enfrentan, Dios siempre derrota al Demonio. La prueba más relevante se dio con la resurrección, donde la vida se impone a la muerte.
Narró que la pelea final se dará con la llegada del Anti Cristo, donde el maligno se habrá de disfrazar con piel de oveja, para engañar a los ingenuos. Aunque está condenado a morder el polvo, se conforma con llevarse al infierno al mayor número de almas. En una amplia entrevista, defendió a ultranza a los judíos, el pueblo predilecto y castigado de Jehová. Exaltó su poderío financiero, militar y la magia que tienen para volver verde y productivo el desierto. Exaltó la figura de Alberto Einstein, estudioso de la relatividad. Adelantó que serán redimidos al final de los tiempos.
La otra vertiente que lo describe fue su conocimiento milenario de la herbolaria. Partía de un principio básico: las vacunas que han curado a la humanidad se han extraído de los animales y las plantas. En su último cumpleaños, Pérez Alonso recibió incontables felicitaciones. Los más cercanos le exigieron compartir la Piedra Filosofal, que le garantizaba la existencia y salud eternas. Con frecuencia destazó zorrillos, eficaces para combatir las enfermedades reumáticas, asma y hepatitis. Creó el polvo argentino, una mezcla de varias especies. Ayuda a aliviar los problemas de acidez estomacal y las úlceras gástricas.
Pudo aprobar un examen doctoral si era cuestionado sobre las especies contendidas en decenas de costales y distintas pilas de yerbas. Tenía el remedio preciso para los riñones infectados. Curaba los males de la próstata, insomnio, a los hipertensos, la diabetes, no se le rajaba al cáncer, a los problemas del corazón. Para todo caso tenía la respuesta precisa. No pudo concretar la última entrevista donde abordaría los aportes naturistas para hacer frente a la pandemia que azota al mundo.
Hizo un recuento sistemático de las enfermedades que aparecen a lo largo de la biblia y cómo se curaban. Ubicó a Jesucristo como el máximo doctor que salvó a los leprosos. El único que resucitó a varios muertos. Ahondó en los personajes que nunca murieron, sin desentrañar las razones escatológicas. Como pasó con el profeta Elías, que subió al cielo, directo, en un carruaje de fuego. Habló de Enoc, que acompañó al señor 365 años, después de engendrar a Matusalén y una numerosa parentela.
Una tercera vía que definió la figura de Pérez Alonso fue la vena política. Combatió frontal las corruptelas y raterías del binomio integrado por el ex munícipe, Ricardo Gallardo Juárez y su hijo, el diputado federal, Ricardo Gallardo Cardona. Apoyó irrestricto y sin condiciones al actual edil, Xavier Nava Palacios, en su momento, el único capaz de detener el avance maligno del dueto que ha se enriquecido de manera exponencial con el erario de Soledad y la capital, sin recibir el mínimo castigo.
Pérez Alonso dejó inconcluso su gran sueño, construir la plaza de las artesanías en la planta alta del mercado República. Rescatar el predio Tepeché, al que Gallardo y sus antecesores, le destinaron más de 15 millones para convertirlo en estacionamiento, donde las mínimas obras son deficientes y caras. Gracias a su pujanza, logró reunir en un acto protocolario, al maximato local, Horacio Sánchez Unzueta, al gobernador Juan Manuel Carreras y Nava, a los que expuso la maqueta del ansiado propósito. Los tres se comprometieron llevarlo a cabo.
El controvertido personaje encabezó marchas callejeras para solicitar castigo a los excesos de Gallardo. Se confrontó con las huestes del comerciante pollero en el recinto del congreso local, a donde, junto con sus amigos y seguidores, acudieron para que no se aprobaran las amañadas cuentas públicas. No subieran las absurdas tarifas de agua. No se concretara la turbia compra de lámparas leads, donde el ex funcionario iba a tener una ganancia neta superior a los 200 millones de pesos.
Dueño de sus decisiones, no obstante su agudeza y sabiduría ortodoxa, el también contador privado desdeñó los inicios de la pandemia, que no coincidía con el número de enfermos y fallecidos. Confió su destino a la fuerza divina, ya que nadie se muere antes ni después. Aunque se movía en un sector donde pudo abundar el virus, nunca se negó a acompañar en sus giras proselitistas a varios diputados panistas, a los que financió sin rubor el desayuno o la comida.
Su entrega al prójimo fue tal vez la mayor debilidad. Atendía sin reposo, como curandero del pueblo, a los que clamaban auxiio ante el el dolor incesante provocado por la necia enfermedad. Fue cuando bajó la guardia, pestañeó y el demonio del covid aprovechó para infiltrarse a sus pulmones y vencerlo de manera traicionera. También pudo infectarse al momento de realizar labores altruistas, al llevar sin reposo, junto con su heroico hermano, Juan Pérez, cientos de despensas a los barrios pobres.
Sus seguidores sostienen que tuvo cercanía con el administrador del mercado República, que también expiró por efectos de la contingencia sanitaria. Los familiares del ex dirigente de los locatarios, manifestaron su enojo, por el pésimo trato que recibió del infectólogo que labora en el Hospital La Loma y Hospital de la Salud, Pedro Torres González, al que acusaron, falto de ética y eficacia. El compañero de mil luchas, Juan Antonio Rodríguez, impotente, reclamó que no era el tiempo para que se fuera Pérez Alonso, que ya resolvió, en definitiva, la duda metafísica.

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